¿De qué le sirve a una persona ciega conocer los colores? Esta es la pregunta de la que parte la autora para sorprendernos con una serie de respuestas que, una vez que las pensamos, resultan obvias y pueden resumirse muy sintéticamente: para estar integrada en un mundo en el que el color es una parte muy importante de la vida.
Este artículo pertenece a una serie de experiencias, testimonios y reflexiones sobre las preguntas más habituales que me hacen las personas “que ven” acerca de ciertas fantasías, mitos y curiosidades en relación a las personas que “no vemos”.
- ¿Cómo imaginamos los colores las personas ciegas?
- ¿Somos capaces de percibir el color al tacto?
- ¿Para qué nos sirve saber los colores?
- ¿Se puede nombrar los colores en presencia de una persona ciega?
En verdad, vivimos en un mundo que se despliega ante nosotros en colores. Tanto la naturaleza como los objetos hechos por el hombre se nos manifiestan en colores: el cerro de los siete colores, el turquesa o verde esmeralda de los mares, los “mil distintos tonos de verde” de los paisajes, el azul profundo de los cielos nocturnos, el arco iris después de la lluvia, un crepúsculo rojizo desapareciendo en el horizonte...
Los colores que impone la moda en esta temporada para nuestro vestuario, la combinación de los colores en un plato de comida que “nos entra por los ojos”, ciertas señales o símbolos universales que se presentan de algún color determinado (por ejemplo, el rojo como señal inequívoca de prohibición o peligro).
Entonces, ¿cómo influye en la vida de las personas ciegas el vivir en un mundo de colores?
El que una persona ciega desconozca información acerca de los colores provoca que se vea interferida su integración natural en la sociedad, ya que en ciertas ocasiones queda al margen en situaciones cotidianas por desconocer este tipo de información; no por carecer de visión, sino porque su entorno (familia-maestros) no repara en la importancia de este tema, sin darse cuenta de que incrementan una desventaja, aumentando innecesariamente la discapacidad.
Cuando se trata de una persona que ha visto y por distintas razones pierde la visión, nos referimos a que ésta ha conocido los colores y su uso. Sólo bastará entonces con hacer que la persona ciega recuerde, evoque, establezca relaciones entre el color que no puede percibir y las características táctiles, olfativas, etc., de los objetos que puedan ser apreciados por ella, pero que serán asociados al color apelando a su memoria. Por ejemplo: el pullover con tejido trenzado es azul, el liso de angora es negro, el lápiz labial con tapa cuadrada es el rosado y el de tapa cilíndrica es color bronce.
Sólo deberá recordar los colores que había aprendido cuando veía y ahora, en esta nueva condición, memorizarlos o marcar los objetos que le sea relevante reconocer, como maquillaje, calzado, carteras, vestuario, etc., puesto que una persona ciega tiene derecho a conocer esta información y a elegir con libertad y autodeterminación el modo en que utiliza y combina los colores en la elección de un regalo, la decoración de su casa, su propia vestimenta, etc. (estrategias de adaptaciones de los elementos de acuerdo a criterios personales de cada individuo).
En el caso de una persona con ceguera desde el nacimiento, el trabajo es más intenso y complejo, dado que nunca ha percibido el color. Por lo tanto, no puede evocar lo que no conoce. Pero es una información que debe poseer para desenvolverse con fluidez en un mundo visual. Por este motivo, desde muy pequeños a los niños ciegos hay que procurarles estos datos cualitativos de los objetos que son tan relevantes como otros (forma, tamaño), especialmente de aquellas cosas que siempre son del mismo color o a las que convencionalmente se les otorga uno, por ejemplo: el color verde se asocia a todo lo vegetal, el sol es amarillo, el cielo celeste, la tierra marrón, etc.
La importancia de conocer el color de los cabellos, de la piel y el color de sus ojos y los de mamá y papá.
Bajo ningún concepto se debe omitir este tipo de información por considerarla “demasiado visual”, puesto que es absolutamente necesaria para construir un conocimiento más acabado de los objetos.
¿A qué nos referimos cuando decimos que algo es de color fuerte, chillón, suave o claro? ¿Qué significa que un objeto es de color flúo, metálico, brillante, opaco o pastel? ¿Qué es brillantina, purpurina o satinado?
Los colores y su relación con la vida cotidiana en la que se desenvuelve una persona ciega ofrecen un infinito abanico de información que es muy necesario que conozca a medida que va creciendo y se pone en contacto con los elementos.
Esto se puede estimular si los profesionales que intervienen en la educación y rehabilitación de las personas con discapacidad visual, en conjunto con sus familias, contribuyen a brindar este conocimiento que colabora con la inclusión social de las personas ciegas.
El tibio conejo blanco
En una clase de primer grado, en una escuela primaria común, la maestra del grado proponía a los alumnos del curso, donde se encontraba una niña ciega integrada, que describieran las características de los animales que había llevado a la clase con el fin de trabajar clasificaciones y características. Después de haber explorado otros animales, a las manos de la niña ciega, llegó un pequeño conejo, el cual exploró detenida y minuciosamente.
Posteriormente, la docente pide a todos los alumnos que comenten las particularidades de los animalitos, mientras ella anotaba en forma de lista lo que los chicos decían. Al llegar el turno del conejo, los niños expresaban que el conejo era blanco, de ojos rojos, orejas largas, nariz movediza, etc.
Al preguntarle a la alumna ciega, ella agregó: suave, peludo, tibio, y que sentía que el corazón le latía muy rapidito: taca, taca, taca, taca...
Los niños que veían al conejo, describieron aspectos del animal que se perciben visualmente. En cambio, la niña ciega, reparó en características táctiles que también se ajustan a la descripción del conejo, pero que sólo se aprecian por otra vía de acceso, como el tacto.
Está comprobado que la información visual que se percibe impregna más rápidamente, puesto que el sentido de la vista ocupa el 80% de la percepción total, siendo éste un sentido global y sintético.
La exploración de los objetos que realizan las personas ciegas requiere una mayor organización y más tiempo para incorporar la información, dado que el tacto es analítico y lineal.
No se trata de que un modo de percibir, táctil o visualmente, sea mejor que otro. Simplemente son diferentes. Diferentes y complementarios. El color blanco es una propiedad del conejo que se aprecia con la vista, pero la temperatura, la suavidad o el peso sólo se pueden percibir por el tacto. Esta experiencia de integración enriqueció a todos los actores intervinientes en un trabajo grupal y cooperativo donde, entre todos, intercambiaron información necesaria para completar el conocimiento aportando cada uno lo suyo.
El abrigo rosa de Hernán
En una salita de jardín de infantes, a un niño su mamá lo vestía frecuentemente con un buzo de color rosa.
Cierto día, la maestra le comenta a la mamá que era notorio que ese bucito era de una hermana mayor del niño, a lo que la madre responde:
“Como Hernancito no ve, no se da cuenta de que el buzo es de nena, total, abriga lo mismo”.
Todos sabemos que, en verdad, abriga lo mismo, pero en esta sociedad a la que pertenecemos, el color rosa simboliza lo femenino, así como el celeste lo masculino, especialmente cuando son bebés o niños y niñas pequeños, así como el negro representa el luto, el blanco la pureza.
No se trata de valorar positiva o negativamente el uso de un color, sino el simbolismo que posee.
La persona ciega tiene derecho a saber qué representa en esta sociedad el valor relativo o contextual que tiene un color. Por ejemplo, si una persona concurre a una entrevista laboral, lo convencional es que el vestuario sea de tipo formal; por el contrario, si se presenta con traje de baño o de payaso, o con el pelo teñido de verde, camisa naranja con rayas violetas y pantalones dorados con lunares turquesa, no es lo esperable en ese ámbito, salvo que su intención sea llamar la atención, hacer el ridículo o que lo tomen por loco.
Por eso es extremadamente importante que la persona ciega posea la mayor cantidad de información sobre el color para que pueda decidir con libertad y autodeterminación lo que crea más conveniente, porque es muy diferente elegir poseyendo toda la información a que otros lo hagan por uno.
Galería de pintores
En mi experiencia como docente en el área de Plástica, algo que a todos los chicos les gusta es pintar con pinceles y témperas. A los ciegos también. Mientras juegan a ser pintores, ejercitan la motricidad fina de sus manos, lo que les permitirá adquirir movimientos más precisos para, por ejemplo, manejar mejor los cubiertos o tomar la lapicera para firmar.
Mientras estos artistas del pincel diseñan sus obras, reforzamos los conceptos de línea, ritmo, verticalidad, horizontalidad, paralelismo, perpendicularidad, izquierda, derecha, lo superior, lo inferior, lo externo, lo interno, superficie, límites, etc.
La actividad del taller permite trabajar con las manos y al mismo tiempo conversar y contarnos que aunque no veamos o veamos muy poquito los colores existen, y todas las cosas en este mundo son de algún color.
Los chicos tienen que saber de qué color son sus objetos personales, su cabello, su piel, sus ojos, su casa, el auto de la familia, etc.
Estuvimos investigando con ellos sobre las cosas que siempre son del mismo color y descubrimos éstas:
Roja es la pasión y las rosas rojas, la sangre y el corazón; rojo es el diablo y la camiseta de Independiente, hay manzanas rojas y verdes; amarillo es el sol y las hojas de los árboles en el otoño; verde es el pasto y también la esperanza. Azul es el cielo y la camiseta de Boca es azul y amarilla. La cáscara de las bananas y las peras son amarillas. La zanahoria es naranja y la naranja, naranja es.
Las personas ciegas o disminuidas visuales necesitan esta información y tienen derecho a poseerla para poder decidir, por ejemplo, cómo combinar la ropa, pintar su casa, elegir las cortinas, maquillarse, teñirse el pelo o elegir un regalo para un amigo.
Entre todos aprovechemos cualquier situación cotidiana para brindar esta información sobre los colores a nuestros niños.
Graciela A. Sedó*
* Graciela A. Sedó es Profesora Especializada en Discapacitados Visuales, Técnica en Cerámica Artística, Licenciada en Educación Especial, capacitadora Instituto En Seña y Coordinadora del Grupo de Capacitación para el interior del país.
E-mail: info@en-sena.com.ar
Fuente: http://www.elcisne.org/ampliada.php?id=1291
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