viernes, 1 de enero de 2010

LA FE CIEGA DEL FONDISTA

Brian McKeever, con apenas un 10% de visión, puede ser olímpico en Vancouver
Ganó los 'trials' en 50 Km de esquí nórdico y ahora depende de la federación canadiense


David Llorens -
Hace ya algún tiempo que las fronteras entre los Juegos Olímpicos y los Palaímpicos son cada vez más difusas. Muchos atletas con discapacidades físicas han sido capaces de demostrar, compitiendo contra rivales 'normales', que no sólo pueden enfrentarse a ellos en condiciones de igualdad sino que, en ocasiones, incluso son capaces de vencerles. El último ejemplo es Brian McKeever.

McKeever es un esquiador de fondo canadiense de 30 años de edad. Es prácticamente ciego, puesto que le queda menos de un 10% de visión y sólo periférica, lo cual es una franca desventaja en las extenuantes pruebas nórdicas, en las que habitualmente compiten muchos esquiadores y, en consecuencia, hay muchos obstáculos que sortear. Sin embargo, el martes se impuso con brillantez en la carrera de 50 kms. de Canmore (Alberta), clasificable para los Juegos de Invierno que se celebrarán en Vancouver en febrero. Cruzó la meta tras 2h.21'08", aventajando en más de 12" al segundo clasificado y ganándose el derecho a representar a Canadá. Ahora será la federación de su país la que decida si le selecciona o no, algo que anunciará como máximo en el plazo de un mes. En caso afirmativo, Brian será el primer deportista paralímpico que compita en unos Juegos de invierno, algo que en los Juegos de verano ya tiene algún precedente.
McKeever tiene un brillante palmarés paralímpico en el que acumula siete medallas en esquí nórdico y biatlón: dos oros y una plata en Salt Lake City'02 y dos oros, una plata y un bronce en Turín'06. Nacido en Calgary en 1979, aprendió a esquiar a los tres años de edad y comenzó a competir en serio a los 12, después de quedar cautivado por el titánico esfuerzo de los fondistas durante los Juegos Blancos que acogió su ciudad natal en 1988.
La enfermedad de Stargardt
En 1998, cuando tenía 19 años, le diagnosticaron la enfermedad de Stargardt, una afección congénita que suele manifestarse en la infancia o la adolescencia yque afecta a la región macular de la retina. Quien la padece sufre una disminución progresiva de la visión que acaba en ceguera prácticamente total. El golpe, lógicamente, fue muy duro, pero no amilanó a Brian, que decidió que mientras se adaptaba a su nueva y borrosa realidad competiría en pruebas tanto de atletas 'normales' como de discapacitados, en las que su hermano mayor Robin le hace las veces de guía. Dos años más tarde, en el 2000, ya seriamente afectado por la enfermedad, se presentó en los Campeonatos de Canadá 'normales' y obtuvo un esperanzador cuarto puesto en los 15 kms. de modalidad patinador.
"Mi cuerpo, salvo la vista, funciona al 100%", advierte Brian, y no le falta razón. Los 50 kms. de esquí nórdico es una de las pruebas más duras del deporte, incluso más exigente físicamente que una maratón y no sólo por la superior longitud del trazado, sino porque no sólo las piernas, sino también los brazos, trabajan a destajo durante toda la carrera. Es frecuente que los participantes caigan fulminados por desmayos cuando cruzan la línea de meta, con una barba congelada que está hecha de su propia saliva, y tardan muchos minutos en reponerse.
Un triunfo reivindicativo
McKeever no quiere ser ejemplo ni bandera de nada, pero su mensaje es claro: "Si te concentras y trabajas decididamente para un objetivo, todo es posible", asegura. Ahora deberá esperar para saber si se le permite competir en unos Juegos que tendrán lugar en su país, aunque no parece que le quite el sueño. "Llevaba cuatro años preparando esta prueba y me ha salido a la perfección. Lógicamente espero que me seleccionen, pero este triunfo ha servido para reivindicar el nivel de los deportistas paralímpicos. Entrenamos tanto como cualquier atleta normal". Si la lógica se cumple y lo que ha conquistado en la pista no se le arrebata en los despachos, Brian McKeever estará el próximo mes de febrero vistiendo el uniforme con la hoja de arce en el trazado deWhistler Mountain. Si es así, aunque no sea capaz de verlo, seguro que notará el aliento incondicional del público

Fuente: http://www.elmundodeportivo.es/gen/20091224/53852317207/noticia/la-fe-ciega-del-fondista.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario