viernes, 19 de febrero de 2010

DIAGNOSTICANDO EL GLAUCOMA

Desafortundamente uno de los mayores desafios en cuanto al problema de glaucoma en una población es el propio diagnóstico. Por cada persona que es ya conocedora de adolecer este problema, hay entre otras 3 a 5 que lo tienen y aún no lo saben. Entre los diferentes tipos de glaucoma, el glaucoma crónico simple es el más frecuente, habiendo una mayor predisposición en la población negra e hispana.
                                                   
El Glaucoma se caracteriza por aparecer casi siempre de una forma lenta, insidiosa y progresiva. Transcurre mucho tiempo antes de que algún síntoma sea perceptible, y cuando estos finalmente aparecen, es porque se encuentra en un estadio significativamente avanzado. Para el mismo médico constituye un desafío establecer el diagnóstico en las etapas tempranas de la enfermedad, debiendo recurrir a estudios especiales de gabinete para confirmar o descartar el diagnóstico.


Existen tres pilares fundamentales para la valoración del glaucoma:
1) presión intraocular,
2) anatomía del nervio óptico y
3) alteraciones en el campo visual.
Cada uno de estos aspectos, es evaluado tanto de forma clínica como auxiliándonos de estudios especiales.

El estandar de oro para la medición de la presión intraocular (PIO) ha sido durante décadas la tonometía de aplanación, para ello utilizando el bien conocido tonómetro de Goldmann. En la actualidad la valoración de la PIO debe incluir más que la cifra tomada con este instrumento. Está bien claro hoy en día que entre una persona y otra pueden existir diferencias significativas en el grosor corneal, y es para ello que un oftalmólogo acusioso indicará siempre un examen llamado paquimetría corneal, para tomar este dato en consideración a la hora de la toma de la PIO. Es importante saber que la PIO tiene variaciones durante el transcurso del día y la noche siendo influenciada por el ciclo circadiano, este dato también debe ser de considerado para la evaluación.

La PIO elevada a través del tiempo produce cambios estructurales y anatómicos en el la cabeza del nervio óptico, la cual puede ser clínicamente eveluada durante una adecuada fundoscopía (examen del fondo de ojo). Dichos cambios pueden ser registrados de diferentes maneras, desde una fotografía estereoscópica del fonde de ojo hasta una tomografía óptica coherente, también conocida como OCT. Estos cambios anatómicos que se registran y documentan de diferentes formas, sirven para establecer de una manera más clara la magnitud del daño. Con el OCT se obtienen datos imposibles de evaluar clínicamente que pueden ayudar a establecer el diagnóstico en aquellos paciente con sospecha de glaucoma, a quienes denominamos "glaucoma suspects".

El tercer aspecto, el campo visual, puede ser evaluado también en el mismo cosultorio aunque de una forma bastante burda, y es por ello que se indican estudios que evaluan la función del nervio óptico. A final de cuentas todo se traduce en la pérdida de la función visual y es por ello que los diferentes estudios de sensibilidad del campo visual son de vital importancia. Existen varios tipos de campimetrías, siendo algunas de ellas mas utilizadas para el diagnóstico temprano y otras más bien para el seguimiento.

En general toda persona debería realizarse una evaluación médica oftalmológica con cierta periodicidad. Están particularmente en mayor riesgo de desarrollar glaucoma las personas mayores de 40 años, miopes e hipermétropes, diabéticos, negros e hispanos, personas con antecedente de glaucoma en la familia, usuarios de medicamentos que contengan esteroides, entre otros.

Fuente: http://www.tuvisionmedica.com/
Dr. Douglas Bell
Médico y Cirujano Oftalmólogo

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