sábado, 20 de marzo de 2010

TRACOMA: UNA ENFERMEDAD DE LA POBREZA

El tracoma es una inflamación de la conjuntiva causada por la bacteria Chlamydia trachomatis. Se estima que alrededor de 6 millones de personas tienen la vista dañada a causa de la enfermedad, alrededor de 84 millones serían las personas infectadas y 1,3 millones ya han perdido la vista de forma irreversible. Se conoce al tracoma como una enfermedad nacida de la pobreza que afecta principalmente a niños y a quienes los cuidan. Los síntomas del tracoma son irritación ocular, lagrimeo, sensación de cuerpo extraño, enrojecimiento de los ojos y secreciones no lagañosas. Su tratamiento es muy sencillo y eficaz; sin embargo, si no se aplica oportuna y adecuadamente, el tracoma puede volverse crónico y producir ceguera.

Según organismos internacionales de salud, el tracoma, denominación proveniente del término griego que significa “áspero”, representaría la mayor causa de ceguera prevenible en el mundo. ¿Por qué entonces afecta a tantos millones de personas? La respuesta es simple y compleja a la vez, esta bacteria encuentra en la pobreza, en los entornos carentes de agua potable y con escasos recursos sanitarios y de higiene, su campo fértil.


Según la “Estrategia SAFE de control del tracoma” de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se trata de una enfermedad desatendida que a su vez nace de y provoca miseria y dependencia y constituye un obstáculo para el desarrollo de las personas, generando una pérdida en productividad estimada de alrededor de 2.9 billones de dólares al año.

El mismo organismo sostiene que en algunos países de África, América Central y del Sur y algunas regiones asiáticas, donde afecta mayoritariamente, es una de las causas de disminución de la esperanza de vida, debido a la gran cantidad de accidentes que provoca la falta de visión.

Los especialistas han señalado que el tracoma se propagada por las moscas y que una persona infectada contagia a otras a través del contacto directo con el ojo, por las secreciones de la garganta o el uso de ropa y objetos contaminados.

El comienzo de esta enfermedad se manifiesta con enrojecimiento ocular y con escaso dolor. Pero la OMS advierte que cuatro semanas después, en la parte interna de los párpados se forman puntos blancos y amarillos que luego se abultan, se ulceran, se revientan y se vuelven cicatrices. Estas cicatrices tiran las pestañas hacia adentro del ojo, rasgando y ulcerando el globo ocular, provocando pérdida visual que desemboca en ceguera total, seguida de una infección crónica.

Si bien nuestro país no se encuentra en riesgo (aunque en algunos informes internacionales se hable de casos en el noroeste) y no existen cifras actualizadas de esta dolencia concentrada en el noreste sudamericano y Centroamérica, factores como el incremento en el riesgo ambiental, el crecimiento de los bolsones de pobreza, el hacinamiento y la contaminación de los ríos ponen un fuerte alerta acerca de esta enfermedad estigmatizante que en México sigue afectando a poblaciones enteras.

En este informe especial repasaremos las principales características de este desolador padecimiento y de otras dolencias poco difundidas causantes de ceguera como el herpes ocular, un virus con el que el 80% de los adultos ha estado en contacto.

Incidencia, causas y descripción general
El tracoma es una de las tres grandes causas de la ceguera evitable, una enfermedad que arrasó la calidad de vida de millones de familias de países en desarrollo de todo el mundo.

Durante la décima Reunión de Alianza de la Organización Mundial de la Salud para la Eliminación del Tracoma, efectuada entre el 10 y el 12 de abril de 2006, se informó que existían alrededor de 80 millones de personas infectadas con esta enfermedad, principalmente en las zonas rurales más aisladas y pobres de 56 países de África, Asia y Oriente Medio y en Australia. En América Latina existe una fuerte incidencia del tracoma puntualizada en México, Guatemala y Brasil.

“En áreas donde esta enfermedad es endémica, entre 60 y 90% de los niños en edad preescolar están infectados, y las mujeres adultas corren más riesgos de desarrollar ceguera que los hombres, debido a que son quienes cuidan a los niños enfermos”.

Esta “enfermedad de la pobreza” encuentra en el hacinamiento y la falta de higiene los principales factores de riesgo para su contagio. Solamente en México existen alrededor de 15 mil personas contagiadas. En Brasil, según un informe de The Global Network, existe una población vulnerable respecto a esta enfermedad de 48 millones de personas, de las cuales 10,2 millones son niños en edad escolar, con una prevalencia estimada del 4,90%.

El tracoma es provocado por la bacteria Chlamydia trachomatis y en su etapa temprana es sumamente contagiosa.

Según estudios, el tracoma afectaría tres veces más a mujeres que a hombres, siendo la franja etárea de 1 a 10 años la que presenta la forma más activa de la enfermedad.

Los síntomas comienzan de 5 a 12 días después de haber estado expuesto a la bacteria, ya sea por la convivencia con la persona afectada, objetos contaminados con secreciones del enfermo o por el contacto con moscas contaminadas. La afección comienza lentamente como una inflamación del tejido que recubre los párpados (conjuntivitis). Estos síntomas pueden englobar:
- Opacidad de la córnea.
- Secreción ocular.
- Inflamación de los ganglios linfáticos justo delante de las orejas.
- Párpados inflamados.
- Pestañas invertidas.

Si bien el examen ocular puede revelar cicatrización en el interior del párpado superior, el enrojecimiento de la parte blanca de los ojos y el crecimiento de nuevos vasos sanguíneos en la córnea, es necesario realizar pruebas de laboratorio para identificar y detectar con precisión la bacteria y efectuar el diagnosticar exacto.

Según manifestó en un informe de la OMS el especialista Jaime Mas Oliva, coordinador del Programa Universitario de Investigación en Salud de la UNAM, “la acción mecánica de las pestañas sobre la córnea es lo que produce la ceguera. Es como si, en cada parpadeo, dos cepillos frotaran las córneas una y otra vez”.

A través de un largo proceso el tracoma comienza atacando la conjuntiva y luego la córnea. En este proceso y durante varios años se van formando numerosas cicatrices en la parte interna del párpado que provocan la pérdida de su anatomía natural y que invierte su curvatura, junto con las pestañas, hacia el interior del ojo.

De esta manera cada parpadeo se transforma en un elemento agresor de la córnea, ya que las pestañas comienzan a rasparla, generando pequeñas lesiones que, al cicatrizar, forman opacidades irreversibles.

Tratamiento y calidad de vida
El mito de la erradicación de la enfermedad fue uno de los factores importantes para que en Brasil el tracoma haya incrementado su incidencia. Durante las últimas décadas, el diagnóstico del tracoma dejó de ser hecho por falta de capacitación de los médicos, inclusive de los oftalmólogos, debido al escaso contacto con pacientes con tracoma o simplemente por ignorar del diagnóstico. De ahí la importancia de que los Estados de la región mantengan su guardia alta y no descarten las medidas preventivas necesarias.

El tratamiento del tracoma es muy sencillo y eficaz. Sin embargo, si no se aplica oportuna y adecuadamente, el tracoma puede volverse crónico, aunque las consecuencias no sean evidentes hasta la adolescencia o madurez de la persona afectada.

Según el oftalmólogo Héctor García Villegas, director de la AMSE (Asociación Mexicana de Salud y Economía) y referente de la lucha contra esta enfermedad, para erradicar el tracoma es necesaria la terapia medicinal y el mejoramiento de la infraestructura, tanto sanitaria como hidráulica de la zona donde se manifieste.

El tratamiento con el antibiótico azitromicina (un derivado de la eritromicina) evita las complicaciones a largo plazo. En etapas tempranas de la enfermedad, una sola dosis podría ser suficiente para curarla, pero en general suelen ser necesarias dos dosis. Pero para que el tratamiento resulte exitoso es necesario sostenerlo con agua limpia y jabón, dos elementos que en muchas zonas pobres de nuestro país y del continente suelen ser escasos.

Uno de los grandes protagonistas en la cura del tracoma es el médico argentino Pablo Goldschmidt, quien desde hace tres décadas vive en París y donde es reconocido como prestigioso investigador de laboratorio. Goldschmidt trabaja desde hace muchos años en África aplicando exitosamente un tratamiento creado por él mismo. De hecho, para poder acceder a 600 mil dosis gratis de sus gotas curativas cedió a cambio la patente de la droga. Lo que motivó a este eminente médico a desarrollar una nueva alternativa fue que la azitromicina en África es utilizada para tratar determinadas enfermedades venéreas, lo cual estanca el acceso de la población general al fármaco debido a la corrupción y el mercado negro.

En algunos casos avanzados es necesario además recurrir a la cirugía. El tratamiento quirúrgico de la triquiasis (manifestación cuando al menos una pestaña frota el globo ocular o hay pruebas de la extracción reciente de pestañas desviadas hacia el ojo) presenta las siguientes estrategias:

Depilación: la operación es sencilla y económica. Los pacientes pueden sacarse solos las pestañas desviadas hacia el ojo cuando sea necesario.

Electrólisis: es una estrategia relativamente sencilla de aplicar pero que requiere el equipo apropiado. Se ha comunicado una tasa de éxito de tan sólo el 25% de los casos de triquiasis leve tras un seguimiento de dos años.

Crioblación: al igual que para la electrólisis, se necesita el equipo apropiado y la técnica de crioterapia necesita además un profesional idóneo. Las alteraciones de la pigmentación cutánea del párpado son un riesgo, y la tasa de éxito no es mejor que la de la electrólisis.

Herpes oculares
Otras dolencias contagiosas que pueden arribar a la ceguera y que no están presentes en el imaginario social son los herpes oculares, enfermedades que también hacen de la pobreza su mejor aliada.

Según el National Eye Institute de los Estados Unidos, el herpes viral “es una infección viral recurrente y constituye la causa infecciosa más frecuente de ceguera corneal”. En Norteamérica, unas 500.000 personas padecen esta enfermedad y se calcula que la recurrencia se presenta en el 50% de los casos. Respecto a este punto, un estudio reveló que la recurrencia de herpes ocular es del 10% al cabo de un año, 23% en dos años y 63% en los 20 años que siguen a su aparición.

Se estima que al menos el 80% de los adultos ha estado en contacto con el virus, pero sólo el 25% presenta manifestaciones clínicas.

La variedad de herpes simplex ocular es causado por el virus del herpes simplex (VHS), principalmente el VHS tipo 1 (oral), aunque ocasionalmente puede darlo el tipo 2 (genital).

El comienzo de la enfermedad surge como una infección primaria mayoritariamente asintomática y sin consecuencias importantes. Aunque se han detectado casos donde la infección primaria afecta la piel y las mucosas, llegando a comprometer el párpado dando por inflamación, provocando queratitis, uveítis y retinitis.

Entre los síntomas principales pueden manifestarse:
- Dolor.
- Hipersensibilidad a la luz.
- Irritación.
- Ojos llorosos.
- Visión borrosa.
- Lesiones profundas en la córnea y, en casos extremos, la pérdida de la visión por episodios reiterados.

Las queratitis recurrentes además pueden desencadenar leucomas, manchas en la córnea con disminución de la visión, lo que puede llevar en los casos más severos al transplante de córnea.

También se estima que los casos recurrentes son susceptibles de sufrir una perforación de la estructura transparente que forma la parte anterior de la túnica externa del ojo, que protege y ayuda a concentrar la luz en la retina.

Entre los tratamientos destacados para combatir este virus se encuentran los antivirales aciclovir y trifluorotimidina, aunque habrían manifestado casos de toxicidad. También se menciona a la droga ganciclovir, de mayor tolerancia y eficacia en el tratamiento del herpes ocular y la queratitis herpética superficial.

Otra variedad de herpes ocular de gran incidencia es el denominado herpes zoster.
Se trata de una infección cutánea producida por un microorganismo denominado virus varicela-zoster (VVZ).

El VVZ es el agente responsable de la varicela y de esta variedad de herpes. Cuando en la infancia se tiene el primer contacto con el virus manifestado en varicela, el mismo inicia una recorrido por las terminaciones nerviosas desde la piel hacia el ganglio y allí queda latente, retornando en la piel bajo determinadas situaciones bajo la forma del herpes zoster.

Este virus se presenta mayoritariamente en adultos y en menor medida en niños. Según el Dr. Pedro Redondo Bellón, de la Universidad de Navarra, España, “la frecuencia de presentación de esta enfermedad y su gravedad son mayores en individuos que se encuentran inmunosuprimidos, ya sea por tratamientos con quimioterapia o radioterapia o por medicamentos inmunosupresores como los pacientes transplantados. También se incluyen en este grupo los pacientes afectos de SIDA y los que presentan tumores u otras enfermedades que determinen una situación de inmunosupresión. Sin embargo, también es frecuente observar herpes zoster en personas inmunocompetentes en situaciones de debilidad o cansancio”.

Los síntomas del herpes zoster surgen con sensación de picazón o dolor en determinadas zonas de la piel y a los pocos días comienza a generar enrojecimiento de la zona, sobre la que brotan unas vesículas.

Este es el periodo donde las lesiones se transforman en altamente contagiosas, y luego del cual se secan, formando unas costras pardo-amarillentas que se eliminan, dejando a veces una cicatriz residual.

Además de la región ocular, otras zonas afectadas pueden ser el tronco y el muslo. Cuando el herpes se manifiesta en el ojo puede degenerar en formación de úlceras corneales que conducen a la ceguera.

Al igual que en la variedad anteriormente citada, el tratamiento del herpes zoster se realiza con antivirales por vía oral o intravenosa. El tratamiento se indica principalmente en pacientes inmunosuprimidos, por el riesgo de diseminación del virus a otros órganos.

En todos los casos, la falta de higiene y el hacinamiento en casas precarias favorecen notablemente la incidencia de estas dolencias en las zonas marginales. Es de vital importancia que la sociedad esté al tanto de estas enfermedades para poder trabajar preventivamente y crear las mejoras necesarias para que a diferencia del mal de Chagas, el dengue y la poliomielitis, el tracoma y los virus que pueden acabar con la vista queden definitivamente en el pasado.

Fuentes:
- Laboratorios Sidus.
- OMS.
- Tracoma, atraso y miseria / Ana Lilia Pérez.
- Universidad de Navarra / Dr. Pedro Redondo Bellón.
http://www.elcisne.org/ampliada.php?id=1417

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