miércoles, 14 de julio de 2010

ARTE, HISTORIA Y OJOS DIABETICOS

Ojos diabéticos - Mary Cassat y Paul Cezanne
 ("Males de artista" OLMO EDICIONES)

Mary Cassatt (1844-1926) era una americana de familia adinerada que contra todos los prejuicios de su época, decidió que su futuro estaba en la pintura y dejo su puritana Pennsylvania para asentarse en la lujuriosa Paris, plegándose al movimiento impresionista.


No tardó en integrarse al grupo. Degas, después de examinar detenidamente una de sus obras – que después adquirió para su colección- le dijo: “No puedo creer que una mujer dibuje tan bien”, para sentenciar “Eres uno de nosotros”. Así se inició una prolongada relación con Degas, quizás lo más parecido a una relación amorosa que haya experimentado el díscolo y misógino artista.

Esta pintora de niños endomingados y mujeres con muselina, fue también modelo de los cuadros de sus colegas, especialmente de Degas, con quien mantuvo una prolongada relación sin que al parecer pasasen del plano platónico.

Mary Cassatt debió abandonar su carrera por los problemas visuales ocasionados por la diabetes

Se vio afectada por una creciente debilidad de sus ojos, que dificultaba su trabajo y la obligaba, al igual que su amigo, a dejar los oleos por el pastel. Catarata, le diagnosticó el Dr. Landolt, a quien había ido en consulta recomendado por Degas. Cataratas era sinónimo de cirugía y Mary Cassat, la mujer que no tuvo miedo a los tabúes de su época y había cruzado medio mundo para congeniar con una serie de lunáticos pintores impresionistas, tenia terror a ser operada. Buscó todos los tratamientos que le ofrecieron con tal de no conocer el quirófano. Probó con el novedoso Radium de la Dra. Curie, en esos años la ultima palabra en tratamiento médico.

Su condición no mejoró. Es más, sospechamos que empeoró porque, hoy día, sabemos que la radioactividad favorece la evolución de las cataratas. Es curioso como las modas llegan a las medicinas y nuevos descubrimientos desencadenan los circuitos de la esperanza.

Finalmente, un connacional, el Dr. Bosc, norteamericano que ejercía en Paris, la convenció de operarse. Los resultados, era de suponerse, no fueron buenos. Sus ojo, además de catarata, sufrían los cambios vasculares de la diabetes, que por años, solapadamente corroían a Mary Cassat. En 1915 debió dejar de pintar. Así, esta enfermedad nos privó de su talento y una sensibilidad difícil de igualar. Murió en 1926. El mismo año que Monet.

Cómo afecta la diabetes
La diabetes afecta al 3% de la población y a pesar de los adelantos en el tratamiento y el diagnóstico, sigue siendo la principal causa de ceguera en el mundo civilizado. Algo preocupante, si entendemos que la mayor parte de estos casos son prevenibles o tratables. Esto significa que algo anda mal. Quizás deba destinarse un mayor esfuerzo educativo a los profesionales y a los pacientes para lograr bajar estos índices. Hace pocos años en Estados Unidos se calculaba que las pérdidas ocasionadas por los problemas visuales de los diabéticos sumaban casi U$S 500.000.000, circunstancia que autoriza a tomar las medidas económicas necesarias para su prevención.

El término diabetes significa “atravesar” ¿Qué es lo que atraviesa? El riñón. Los antiguos médicos observaban que algunos pacientes orinaban en enormes cantidades. Pero había diferencias. En un caso, la orina era dulce (mellitus, quiere decir miel). En otros, mas raramente, la orina no tenía gusto, era insípida.

Afortunadamente hoy no debemos probar la orina para saber su origen. En la diabetes mellitus, la sobrecarga de azúcar en sangre debida a la falta de insulina (que no permite el ingreso de la glucosa a la célula) se traduce en un exceso de filtración de la misma. En el caso de la insípida, la faltante es la hormona antidiurética de origen hipofisario.

Desde Hipócrates hasta Banting y Best
A pesar que se la conoce desde los tiempos de Hipócrates, recién a comienzo de este siglo, Banting y Best pudieron determinar la presencia de insulina en el páncreas.

Banting era un medico canadiense que al volver de la primera guerra mundial – donde se lo dio por muerto debido a un traumatismo cráneo – decidió investigar sobre la diabetes. Asistido por un joven estudiante de medicina, Best. Cuando por los resultados de sus estudios se le otorgó el premio Nobel, Bainting insistió que su joven colaborador excluido en la primera consideración, compartiese con él los meritos del descubrimiento

Así comenzó la era terapéutica de la diabetes, que antes inevitablemente conducía a la muerte. El aumento en la sobrevida de los pacientes se acompañó de un aumento en el porcentaje de complicaciones, hoy de tan común observación.

Y justamente eran los problemas oculares de la diabetes los que a veces hacían el diagnóstico de la enfermedad. Gracias al oftalmoscopio de Helmhotz, en 1860, se abrió un nuevo horizonte en la medicina. Un instrumento que requería un entrenamiento especial, conducía al largo camino de la especialización. La oftalmología fue la primera especialidad que se separó de la clínica médica o quirúrgica

¿Pero, qué es lo que nos deja ver este aparato? ¿Qué cambios tiene la retina que son tan específicos como para hacer un diagnóstico y tan devastadores como para destruirla?

Sepamos que las lesiones microscópicas por la diabetes, son los cambios dentro de los vasos sanguíneos. Los capilares pierden sus capas y, por lo tanto, se hacen incontinentes a los fluidos de la sangre. La evolución de los cambios en estos capilares conlleva la oclusión de los mismos y por lo tanto a la falta de circulación con el consiguiente infarto o isquemia, Así establecemos dos mecanismos de acción. El primero es la filtración del contenido sanguíneo. Esto es mas frecuente en la diabetes del adulto. Al estar los vasos incontinentes, derraman o filtran la sangre y el colesterol. Estas sustancias se acumulan en la parte central de la retina, con el lógico deterioro de la visión central ó macular.

El otro mecanismo, es el de la isquemia o falta de circulación. Este se da predominantemente en los diabéticos juveniles. Aquí se tapan los vasos y se genera una sustancia que intentando “cicatrizar” las zonas de isquemia, estimulando la formación de nuevos vasitos, mas frágiles, y por lo tanto mas proclives a las hemorragias, ya no en la retina sino sobre la retina y especialmente en la cavidad dentro del ojo, llamada vítreo.

Dejados a su evolución, terminan con desprendimiento de retina, glaucoma y ceguera irremediable. Lo terrible de llegar a esta situación es que muchas veces no se lo pueden resolver, o se lo hace parcialmente y se pierde parte de la visión. Pero estos problemas como dijimos antes, son prevenibles, no en un 100%, pero si en proporciones importantes ¿Y como prevenirlo? Con láser. El láser no actúa mágicamente. Debe tener indicaciones precisas en tiempo y forma. Esta destinado a cerrar los vasos que filtran o a quemar las áreas de isquemia ¿Cómo es esto? Dijimos que las áreas, con falta de circulación, liberan factores tóxicos que hacen crecer nuevos vasos (neovasos). En la década del 50, el Dr. Bernardo Houssay observó que en perros diabéticos, a los que les extirpaban la hipofisis, no desarrollaban retinopatía. Así abrió el camino al tratamiento de las lesiones diabéticas en la retina y lo hizo merecedor del Premio Nóbel.

Posteriormente, el médico alemán Meyer Schinkerer, detectó que en aquellos pacientes donde había cicatrices corioretinales por Toxoplasmosis u otras causas no evolucionaban las lesiones diabéticas. Esto lo indujo a realizar cicatrices en la retina por medio del láser, para eliminar las zonas de falta de circulación, y por lo tanto, disminuir la progresión de dichos vasos de neoformación.

En años posteriores, la Academia Americana de Oftalmología propuso un “clinical trial”, para demostrar la efectividad y las indicaciones del tratamiento con láser, que no dejaron lugar a dudas sobre el efecto beneficioso del mismo. Pero el láser debe estar aplicado en forma y tiempo, porque de no ser así, podría empeorarse la evolución.

De aquí la importancia de la indicación y el cuidado que el diabético debe hacer de sus ojos. Muchos de los casos que nos llegan. Son pacientes que irremediablemente no se cuidaron o no fueron derivados oportunamente al tratamiento.

Entonces debemos recurrir a terapéuticas quirúrgicas, que son del resorte del especialista, y no siempre llegan a la recuperación deseada.

Paul Cezzane, ese díscolo e inconformista pintor, también sucumbió al deterioro progresivo, que la diabetes imprime en sus victimas. Sus últimos cuadros, en lugar de sus formas llenas de colores, se poblaron de cadaveras, símbolo funesto del poco tiempo que quedaba. “Sigo trabajando en medio del dolor, pero algo saldrá de todo esto, y esto es, creo, lo que importa”

Cezanne, manzanas muertas
El padre de Paul Cezanne, Louis Auguste, aunque de humilde extracción llegó con los años a poseer el único banco de la ciudad natal de Paul, Aix – en Provence. Su carácter quedo muy bien reflejado en los retratos que su hijo le dedicase y en “La conquista de Plessans” novela de Emile Zola – amigo de Paul -.

Obligado a seguir estudios de derecho, pudo Cezanne convencer a su padre que su futuro estaba en la pintura, cosa a la que Louis Auguste accedió a regañadientes. Después de unos meses de preparación, fue rechazado su ingreso a la Academia. Esta decepción lo empujó a aceptar un puesto en el banco paterno. El agobio de la actividad burocrática y su poco tino en los negocios convencieron a Louis Auguste que el futuro de Paul, al final de todo podía radicar en la pintura y decidió dejarlo irse a París, con un magro estipendio.

Integrado al grupo de impresionistas, sus relaciones fueron a veces tormentosas. Solo mantuvo una cordial amistad con el bueno de Pizarro. “Fue un padre para mi”. Hasta la casi fraternal relación con Emile Zola sufrió un quiebre definitivo cuando este presentó su novela “La obra”, cuyo personaje principal, Claude Lantier – hecho a imagen y semejanza de Cezanne – es descripto como “un genio imperfecto – un pintor a punto de fracasar”.

Pocos meses después Cezzanne se casaba con Hortense – su amante por años -. Su padre al morir le dejó una considerable fortuna con la que puede dedicarse tranquilamente a pintar.

Cezanne, al igual que su amigo Zola, era miope. Pero mientras que este lucía elegantemente sus pinznez, Cezanne rechazaba toda asistencia óptica “quitame esas cosas tan vulgares de adelante”.

Sin embargo, siempre se quejó de su visión: “Los planos se sobreponen unos a otros y a veces me parece que las líneas rectas se caen”. Por años, Cezanne se pregunto si lo novedoso de su arte no se basaba en sus problemas visuales. Lo atormentaba a pensar que su éxito y el valor de sus obras eran solamente un accidente de su cuerpo.

Algunos investigadores han atribuido las distorsiones que lo aquejaban a problemas de astigmatismo. Pero el quiebre de los planos, la deformación de las imágenes (metamorfopsia) sugieren una complicación oftalmología del mal que lo llevo a la tumba: la diabetes. El edema macular secundario a alteraciones vasculares, es responsable de un altísimo porcentaje de cegueras en el mundo. Y más por esos años, donde una de las pocas formas de detectar esta enfermedad era justamente observando los daños en la retina.

Lo cierto es que Paul Cezanne fue cayendo en un estado depresivo al comprender que sus días estaban contados. Entonces sus naranjas y manzanas se fueron poblando de cadáveres, anunciando su próximo final.

Mary Cassatt fue una excelente pintora americana que se integró al grupo de los impresionistas. Fue muy amiga de Degas. Éste, al ver su obra le dijo: "eres uno de nosotros". Lamentablemente, su ceguera interrumpió su carrera.

Fuente:
"Ojo Clínico”

programa conducido por los oftalmólogos
Omar López Mato y Mario Saravia.
Todos los miércoles a las 18.00 hs. por Metro

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