lunes, 2 de agosto de 2010

GAFAS INTELIGENTES...SEGUIRAN PERFECCIONANDOSE

Dos jóvenes hablan de sus sensaciones al utilizar las gafas desarrolladas por la Universidad de La Laguna para que las personas ciegas puedan ´ver´ gracias a un sistema virtual

 Lo objetos ya hablan. De momento, no dicen gran cosa. Sólo dónde se encuentran y qué forma tienen; algo inútil para la mayoría de la gente. Una farola es una farola y está donde está. Sin embargo, esta mínima información es importantísima para los aproximadamente 47 millones de personas ciegas contabilizados por la Organización Mundial de la Salud en todo el mundo.


Imagen: Naiara González detecta el ancho de una farola gracias a las gafas virtuales

No se trata sólo de esquivar objetos para no tropezar. Para eso ya están los perros lazarillos y los bastones. Se trata de poder sentarse en una cafetería y saber qué hay alrededor, cuántas personas, dónde están, cómo se mueven, si hay cuadros en las paredes, cómo de larga es la barra del bar, Se trata de una integración absoluta, una comunión con el entorno, una socialización necesaria.

Las gafas inventadas por el equipo de Espacio Acústico Virtual del Departamento de Neuroquímica y Neuroimagen de la Universidad de La Laguna (ULL) permiten a los invidentes escuchar los objetos, conocer su forma, localización y movimiento.

El proyecto, dirigido por el profesor de Neurofisiología José Luis González Mora, comenzó hace unos quince años y ahora la empresa alemana Siemens negocia con la Universidad la compra de la patente. Mientras la comercialización de las gafas se acerca cada vez más, el equipo de investigación sigue trabajando en el desarrollo de complementos que mejoren la autonomía de las personas ciegas.

Naiara González y Lucía Hernández son dos jóvenes que colaboran desde hace años en el proyecto aportando sus sensaciones y opiniones. Naiara, de 22 años y estudiante de Psicología, es ciega de nacimiento y está realmente entusiasmada con las gafas. Si pudiera, se las llevaría ya. "Soy una tronca, no me manejo bien en la calle y el bastón me da un miedo tremendo", confiesa. La primera vez que se puso las lentes se sintió rara, pero cuando se las quitó pensó: "Me falta algo".

El sistema incorporado a las gafas permite convertir la imagen en sonido. Es un dispositivo capaz de generar señales acústicas con información espacial tridimensional. Por eso, las gafas también llevan unos auriculares. Así, las personas pueden oír la forma y tamaño de los objetos con los que se encuentran.

La última vez que Naiara se puso las lentes fue el pasado martes y demostró lo útiles que son. Localizó una farola y pudo decir qué grosor tenía sin tocarla. También supo cómo pasar entre dos personas sin rozarlas, ya que detectó sus formas y dónde se encontraban. "Es como si oyeras los bultos. Yo veo oyendo", explica.

El prototipo con el que se realizan estas pruebas es pesado. Las gafas no son nada ligeras, los auriculares son enormes y hay que llevar una pequeña mochila con la batería. Sin embargo, Naiara está loca por llevárselo tal y como está. "Me las compraba ahora mismo", asegura.

Lucía Hernández, de 26 años, trabaja de teleoperadora. Se quedó sin vista cuando tenía 14 años a causa de un glaucoma congénito. Todavía puede percibir la luz y no pierde la esperanza de recuperar la visión, ya que sus nervios ópticos están en perfecto estado.

Para ella, la experiencia de las gafas fue distinta que para Naiara. "Yo he visto y por eso puedo hacerme una imagen mental de lo que me transmiten las gafas", indica. Durante las pruebas, Lucía destaca el momento en el que entró en una habitación; "podía escuchar la silla, el ordenador, la mesa... todo". Dependiendo de si el objeto estaba más o menos lejos o si era más o menos pequeño, el ruido variaba de intensidad.

"Es una pasada esquivar una columna o un grupo de personas. Esto es un avance increíble para nosotros", enfatiza. El sonido que emite el sistema integrado en las gafas es descrito por Naiara y Lucía como si lloviera o como si cayera arena.

No obstante, Lucía prefiere esperar a que las gafas se comercialicen para que se diseñen más pequeñas y ligeras.

Pero hasta que eso se haga realidad, el equipo de investigación sigue invirtiendo muchas horas para perfeccionar este proyecto. Carlos Merino, Miguel Torres, Oscar Casanova y Antonio Rodríguez acuden a diario al Instituto Tecnológico de Canarias (ITC) para trabajar bajo la dirección del profesor José Luis González Mora.

Sus investigaciones se desarrollan detrás de una puerta en la que se lee: Espacio Acústico Virtual. El cartel promete, pero cuando se entra a la estancia sólo hay unas mesas y unos ordenadores. También puede llegar a desilusionar la Sala de Realidad Virtual, algo destartalada. Pero entre esas paredes, los miembros del equipo han logrado crear las gafas por las que suspiran millones de personas.

No obstante, los miembros del equipo se lamentan de que las empresas sólo piensen en los beneficios de las ventas. En si la población de ciegos tiene un nivel adquisitivo suficientemente alto como para comprarlas cuando salgan al mercado.

"Una empresa no da dinero si no ve una inversión clara. El capital de riesgo es cualquier cosa menos arriesgado. Sólo se piensa en recuperar la inversión a corto plazo, por encima del bien social", indica Oscar Casanova.

Pero este no es el único problema al que se enfrentan estos jóvenes, también deben sortear otros muchos. Uno de ellos es el económico. Han solicitado una subvención al Ministerio de Industria para dos años más, pero con los recortes económicos anunciados por el Gobierno de España, sólo les queda cruzar los dedos para que la reducción de presupuesto no afecte a su investigación.

Además, hace poco que el ITC les ha pedido que abandonen el edificio y se trasladen a la Universidad. La Agencia Canaria de Investigación, Innovación y Sociedad de la Información del Gobierno regional quiere alquilar las oficinas del ITC a empresas. No obstante, todavía no hay nada decidido y el ITC podría ofrecerles otra alternativa que no pasara por el desalojo.

Como las personas para las que inventaron las gafas, estos investigadores también deben sortear muchos obstáculos. A pesar de ellos, siguen avanzando. Miguel Torres trabaja en un pequeño dispositivo que al tocarlo represente en relieve el terreno donde está la persona ciega. De esta forma, sólo con el estímulo táctil, podrá saber si hay un agujero, un peldaño, una pendiente. Se trata de sustituir definitivamente al bastón.

Por su parte, Miguel Torres, está centrado en perfeccionar el funcionamiento de las gafas para que los sonidos que llegan de los objetos puedan ser captados con la misma calidad por cualquier persona, independientemente del físico que tenga.
SOL RINCÓN BOROBIA

SANTA CRUZ DE TENERIFE
Fuente: http://www.laopinion.es/

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