martes, 21 de septiembre de 2010

OJOS ROJOS EN LAS FOTOGRAFIAS...

UNA NOTA CURIOSA...
Imagen: una foto de una mujer con ojos rojos

La pupila negra

La pupila la vemos negra en circunstancias normales. Un objeto lo vemos negro cuando no refleja luz visible, y eso es lo que pasa en el ojo, la luz que entra a través de la pupila no sale.

La retina
Imaginemos que tenemos dos mesas en una habitación, una amarilla clara y una marrón oscura. Bajamos la luz al mínimo, y nos daremos cuenta que, además de que dejamos de percibir los colores y vemos dos “bultos”, el correspondiente al de la mesa amarilla lo veremos mejor que la de color marrón. Hay colores más cercanos al blanco, que devuelven más luz, por lo que con poca luz serán más fáciles de ver. Por el contrario, los colores más próximos al negro devuelven menos luz y son más difíciles de ver en penumbra. Ahora pensemos que tenemos dos mesas del mismo color, pero una con una buena capa de barniz, y la otra no. En condiciones de poca iluminación, la que tiene barniz la veremos mejor. Por tanto, no sólo influye el color del objeto: una superficie que refleje mejor la luz será más visible.

En el ojo, lo que puede reflejar la luz a través de la pupila es la retina. Hablar del color de la retina es más difícil de lo que parece, ya que la mayor parte de ella es casi transparente. La parte más profunda (el epitelio pigmentario, del que he hablado otras veces) es menos transparente, pero tampoco es totalmente opaco. Este epitelio pigmentario aporta una tonalidad entre naranja y marrón, pero también se transparenta la sangre de los vasos sanguíneos que hay por debajo de la retina, por lo que el color final es un rojizo-anaranjado.

También depende de las razas y de algunas condiciones peculiares del ojo como la miopía, así que el color del fondo de ojo varía de unos a otros. El epitelio pigmentario absorbe bien la luz y refleja relativamente poco. Sin embargo, la retina que hay por encima, aunque es transparente, a veces actúa de reflectante, sobre todo en ojos jóvenes.

En global, el color y la relativa baja reflectancia del fondo del ojo contribuye a que la luz no salga del interior del globo ocular, pero no es el factor fundamental. Sin embargo, marca la diferencia entre el ojo humano y el de otros mamíferos mejor adaptados a la visión nocturna. Aquellos animales que poseen la membrana reflectante llamada tapetum lucidum devuelven un intenso reflejo de fondo de ojo a simple vista, sin que se necesite una cámara fotográfica.

La cámara oscura
La retina no está expuesta en la superficie de nuestro cuerpo. Una nariz o una mano reciben la luz ambiente normal y devuelven luz en todas las direcciones, de ahí que son estructuras expuestas y perfectamente visibles. La retina está recogida en una cavidad, el globo ocular, por lo que no toda la luz que llegue a nuestra cara llega a iluminar la retina.

Tomemos un ejemplo más fácil: estamos en el exterior de un edificio y queremos ver el interior de una habitación de la planta baja a través de una ventana abierta. Los objetos de la fachada del edificio los vemos fácilmente porque están iluminados directamente por la luz del sol. El interior de la habitación se ve más oscuras porque sólo llega la luz a través de la ventana. Si es un gran ventanal, todavía veremos bien el interior ya que entrará la suficiente luz. Si por ejemplo la persiana está casi cerrada, apenas veremos nada. Aunque nos acerquemos mucho a la rendija, será difícil ver la habitación porque casi no entra luz. Sin embargo, una persona que esté dentro de la habitación y se asome al exterior a través de la rendija de la persiana, verá perfectamente el exterior bien iluminado.

Ese es el concepto de cámara oscura; una cavidad con un orificio de entrada de luz relativamente pequeño. Se recibe bien la información del exterior pero apenas podemos ver el interior desde fuera.

Ahora, si por ejemplo, estamos con un amigo delante de una puerta que da a una habitación oscura y no podemos abrir la puerta pero practicamos un pequeño agujero a través de ella, la luz ambiente apenas entra en el agujero, pero llevamos una linterna. Cuando uno toma la linterna, somos capaces de ver justo la parte de habitación que queda iluminada por el haz de luz. Sin embargo, cuando toma la linterna nuestro amigo para ver él, nosotros no vemos nada. Como el agujero es pequeño, cuando el amigo está a un lado iluminando a través del agujero, nosotros estamos al otro lado, por lo que no podemos mirar a la zona de la habitación hacia donde se dirige la luz.

Por tanto, en una cámara oscura con el orificio de entrada lo suficientemente pequeño, sólo podremos ver luz reflejada si el observador está alineado con la fuente de luz.

La propia forma del ojo en cámara oscura es quizá la principal causa de que habitualmente no salga al exterior el reflejo de fondo de ojo, y por tanto la pupila se vea negra. Y nos damos cuenta además de que el éxito de este mecanismo depende en gran medida del tamaño del orificio; es decir, del tamaño de la pupila.

Si en la puerta hacemos el agujero más grande, puedo llegar a ver la zona iluminada con la linterna que lleva mi amigo.

El sistema óptico
Cambio de ejemplo, ahora vamos a jugar con una lupa. Muchos de nosotros habremos intentado de niños “quemar papel” concentrando los rayos de luz en un punto pequeño de un folio. Intentamos alinear bien la lupa con los rayos de sol (el plano de la lupa perpendicular al rayo), y vamos jugando con la distancia hasta el folio de forma que la luz se concentre en un punto muy pequeño. En ese momento, si la lupa es suficientemente potente y el día es soleado, el calor concentrado puede chamuscar el papel. Pero ahora nos vamos a fijar en un suceso interesante: en el centro se produce una mancha de luz muy intensa, pero alrededor hay un área de sombra relativa. Aunque la lupa sea un cristal trasparente produce algo de sombra, ya que los rayos que se desvían hacia el centro no iluminan lo de alrededor.

Ahora vayamos al ojo. Su sistema de lentes funciona como una lupa, de forma que la luz que entra no ilumina difusamente la retina, sino que se concentra en una pequeña zona. Y al salir la luz (sólo de ese punto, que el resto de la retina queda oscura), no va hacia todas las direcciones que quepan por la pupila, sino que se dirigen gracias a la lente a la misma dirección de donde ha venido.

Como vemos, este curioso efecto de la lente hace lo mismo que la propia cámara oscura del ojo: sólo veremos el reflejo del ojo si el observador se sitúa justo en el origen de la fuente de luz.

Conclusión
En definitiva, en la vida diaria no se cumplen las condiciones para que la luz reflejada salga del ojo. Las luces suelen ser indirectas e iluminan desde arriba. No están alineadas con el observador, ya que no tenemos una linterna entre las cejas para iluminar desde la misma dirección que nuestros ojos . Y aunque así fuera, esa misma luz directa sobre el ojo al que miramos le cerraría la pupila, de forma que tampoco veríamos bien el reflejo.

Las cámaras fotográficas
Aquí las cosas cambian. No son nuestros propios ojos los que recogen las imágenes, sino el objetivo de la cámara. El objetivo está casi al lado del flash, que va a ser la fuente de luz que va a iluminar los ojos del fotografiado. Así, cuando sale el flash, la luz entra dentro del ojo y el reflejo sale en la misma dirección, que casualmente es donde está el objetivo (ya que la distancia entre el objetivo y el flash es muy pequeña en comparación a la distancia entre la cámara y el ojo fotografiado). Además, el flash es un golpe de luz instantáneo y simultáneo a la fotografía, de forma que a la pupila no le da tiempo a cerrarse para adaptarse a esa intensidad de luz.

El flash además salta cuando la luz ambiente no es muy grande, por lo que las pupilas al hacer la foto no estarán muy cerradas.

Usos en medicina
El reflejo de fondo de ojo (también llamado retroiluminación o fulgor retiniano) también tiene su uso práctico en medicina. Sea utilizando una cámara fotográfica, u otros instrumentos que también puedan recoger el reflejo, nos da información. Una alteración o ausencia de reflejos nos da pistas sobre enfermedades dentro del ojo.

También tenemos alteraciones más sutiles del reflejo retiniano:
Y también nos permiten crear instrumentos para examinar la retina. Si además de tener la fuente de luz, el objetivo que recoge la imagen tiene las lentes adecuadas, no sólo vemos un reflejo de la retina, sino una imagen enfocada de fondo de ojo. Ese aparato con un sistema de enfoque junto a una fuente de luz se llama oftalmoscopio. El sistema de luz es continua, no un flash, con lo que el tamaño de la pupila en condiciones normales va a ser muy pequeño. Al fin y al cabo, estamos deslumbrando el ojo con una luz potente. Por eso, es muy habitual que utilicemos colirios para mantener dilatada la pupila de forma artificial. Por tanto, el iris es incapaz de contraerse frente a la luz potente. Con la pupila grande, entonces somos capaces de ver una imagen de la retina:

Hay varios modelos de oftalmolscopio. Uno más fácil de llevar:
Y otro algo más aparatoso pero que nos permite ver con los dos ojos (por lo que tenemos una buena percepción tridimensional del fondo de ojo.

¿Cómo evitar los ojos rojos?
Volvamos a la cámara de fotos. Ese reflejo es un poco antiestético y querríamos evitarlo. Hay varias formas:
No hacer la foto con flash: o arreglárselas para que haya buena iluminación ambiente, o cambiar los parámetros de la cámara para que la foto salga bien con menos luz. O bien que la foto salga oscura y luego retocarla con algún editor de imágenes.

Que el flash de de unos destellos de luz justo antes de dar el “flash de verdad” para hacer la foto. Es el sistema habitual contra ojos rojos que tienen las cámaras. Esos golpes de luz previos hacen que la pupila se contraiga, y así se minimiza o elimina el reflejo rojo. A muchas personas que son fotografiadas con este método no les resulta cómodo recibir tantos destellos de luz.

Disponer el flash (o flashes) separados del objetivo, o separando físicamente aparato de flash de la cámara fotográfica, o con el brazo del flash grande y alargado. Eso hace que estas cámaras sean más aparatosas, o que incluso haya que llevar el flash por separado, pero es el sistema preferido por los profesionales. Obtienes una buena iluminación sin tener que trabajar con poca luz o retocar obligatoriamente la imagen a posteriori. Y además no molestas al fotografiado con muchos destellos. Además, este sistema es totalmente eficaz ya que desalineas la fuente de luz con el objetivo, mientras que el sistema anterior de cerrar la pupila con flashes previos no siempre es eficaz (el objetivo sigue alineado con el flash).

Dos detalles finales
Esto es válido para el ser humano. Los animales con tapetum lucidum les brilla fácilmente los ojos, incluso en relativa oscuridad.

Todo esto vale para la luz visible. Las cámaras (fotográficas o de vídeo) que utilizan la frecuencia infrarroja (nocturnas) devuelven un reflejo a través de la pupila casi en cualquier circunstancia.

Fuente: http://ocularis.es/

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