martes, 28 de diciembre de 2010

QUEDANDO CIEGO...

Joe Lovett estaba asustado, realmente asustado. Su vista era crucial para su trabajo como realizador de documentales y, pensaba, para su capacidad de vivir de manera independiente.
Sin embargo el glaucoma había amenazado por largo tiempo con despojarlo de su sentido más importante: el sentido por el cual más de 80% de los estadounidenses siente mayor temor a perder, con base en una encuesta reciente.
                                                       Imagen: ojo
En parte para apaciguar sus temores, en parte a fin de aprender a enfrentarlos si quedaba ciego y en parte para alertar a los estadounidenses sobre la importancia del cuidado de los ojos con regularidad, Lovett, de 65 años de edad, decidió hacer lo que hace mejor.

Produjo un documental titulado “Quedando ciego”, con el revelador subtítulo de “Saliendo de la oscuridad sobre la pérdida de visión”. Además de Lovett, el filme presenta a seis personas cuya visión fue destruida o severamente dañada por enfermedades o lesiones:

- Jessica Jones, artista que perdió la vista debido a la retinopatía diabética a los 32 años, pero quien enseña actualmente arte a ciegos y niños discapacitados.

- Emmet Teran, alumno de primaria cuya visión está limitada por el albinismo, condición heredada de su padre, y quien recurre a la comedia para ayudarse a aceptar y superar a los buscabullas.

- Peter D´Elia, arquitecto octogenario que ha seguido trabajando pese a la pérdida de visión debido a la degeneración macular relacionada con la edad.

- Ray Korman, cegado a los 40 años de edad por una incurable enfermedad del ojo conocida como retinitis pigmentosa, cuya vida dio un vuelco a través de un perro lazarillo y quien ahora promueve esta ayuda para otros.

- Patricia Williams, mujer de feroz independencia que es legalmente ciega debido al glaucoma y una lesión traumática, quien sigue trabajando como asistente de apoyo en programas para la Administración de Veteranos.

- Steve Baskis, soldado que quedó ciego a los 22 años por una bomba en Irak, el cual ahora vive de manera independiente y ofrece aliento a otros que terminaron lesionados en la guerra.

Es triste que el sondeo a lo largo de Estados Unidos (tomado entre el 8 y el 11 de septiembre por Harris Interactive) haya demostrado que solo una pequeña minoría de quienes mayor riesgo enfrentaban se someten a los exámenes oculares cada año, que podrían detectar algún problema de visión y prevenir, demorar o incluso revertir su progresión. Casi 86% de quienes ya tienen una enfermedad del ojo no acuden a exámenes de rutina, reveló el sondeo telefónico entre mil adultos.

La encuesta fue comisionada por Lighthouse International, organización sin fines de lucro con reconocimiento mundial y sede en Nueva York, la cual busca prevenir la pérdida de visión y atiende a quienes la padecen.

En una entrevista, el presidente de Lighthouse, Mark G. Ackermann, hizo énfasis en que nuestra población, que envejece rápidamente, pronostica una incidencia prevalente de enfermedades que roban la vista, como la degeneración macular relacionada con la edad y la retinopatía diabética que dejará “aproximadamente a 61 millones de estadounidenses con un alto riesgo de una seria pérdida de visión”.

Los beneficios de una revisión
La baja visión y ceguera son onerosos problemas en más formas de las que se podría pensar. Además de las consecuencias ocupacionales y sociales de la pérdida de visión, existen serios costos médicos, no en menor medida a raíz de las lesiones ocasionadas por caídas.

La mala visión representa 18% de las caderas rotas, destacó Ackermann. Entonces, pregunté, ¿por qué no acudimos en mayor número a exámenes de la vista? Para empezar, no están cubiertos por el programa de salud Medicare y muchas aseguradoras.

Incluso la nueva ley de cuidado de salud aún no incluye exámenes básicos de la vista y servicios de rehabilitación para la pérdida de visión, aunque promotores como Ackermann están presionando vigorosamente para que se incluya esta cobertura en regulaciones que se preparan actualmente.

Lighthouse International es uno de cinco centros regionales de mala visión que participan en un proyecto de demostración de Medicare en el cual terapeutas capacitados enseñan a los pacientes a usar aparatos ópticos, la forma de efectuar cambios en sus hogares para facilitar la independencia y cómo pueden mantener la movilidad fuera de casa.

Hasta ahora, demostró un análisis provisional, los costos de suministrar estos servicios están muy por debajo de lo que se había anticipado. No puedo pensar en una buena razón para excluir esta cobertura en la reorganización del cuidado de salud en EU, como tampoco hay buenas excusas para que Medicare no cubra los aparatos que ayudan a oír.

Una falta de cobertura para este tipo de servicios inevitablemente conllevará sus propios y onerosos costos en el largo plazo. Pero, incluso quienes están asegurados o pueden pagar de su bolsillo a menudo se muestran reacios a acudir a exámenes de la vista con regularidad. Temor y depresión son impedimentos comunes para quienes están en riesgo de perder la vista, dijo el Dr. Bruce Rosenthal, especialista en mala visión en Lighthouse.

A los pacientes les preocupa que pudieran acabar totalmente ciegos e incapaces de trabajar, leer o conducir un automóvil, notó. Sin embargo, mucha gente no logra darse cuenta de que la detección temprana puede dar como resultado una terapia que preserve la vista. Quienes enfrentan riesgos son personas con diabetes, hipertensión arterial, colesterol alto y enfermedad cardiovascular, así como cualquiera que ha sido fumador o tiene historial familiar de algún desorden ocular como la degeneración macular, retinopatía diabética o glaucoma.

El tabaquismo eleva el riesgo de la degeneración macular de dos a seis veces, destacó Rosenthal. Lo que es más, dijo, los ojos verdaderamente son una ventana al cuerpo, y un buen examen de los ojos a menudo puede emitir la alerta a facultativos sobre alguna seria enfermedad subyacente como la diabetes, esclerosis múltiple o incluso un tumor cerebral.

Razones para no esperar
Rosenthal recomienda que todos los niños sean sometidos a un “examen básico de los ojos, por un profesional” antes de empezar la educación primaria. “No basta con ser capaz de leer la tabla, que pone a prueba la visión a distancia, ya que la mayoría del aprendizaje ocurre de cerca”, notó.

“Problemas del aprendizaje y la conducta pueden surgir si un menor no recibe una apropiada corrección de la vista”. Es mejor que las revisiones se hagan a partir de los 20 años de edad, y ciertamente para los 40 años, dijo Rosenthal.

Esperar hasta que se presenten síntomas difícilmente es lo ideal. Por ejemplo, el glaucoma en sus primeras etapas es un silencioso ladrón de la vista. Podrían pasar 10 años antes de que cause un problema perceptible, momento para el cual los cambios son irreversibles.

Para quienes ya padecen una seria pérdida de la vista, el rango de auxiliares visuales actualmente disponibles es extraordinario, y crece día con día. Hay televisores de gran pantalla y circuito cerrado, aparatos como el Kindle que pueden leer libros en voz alta, computadoras y lectores que escanean documentos y los leen en voz alta, braille y música en grandes impresiones, así como los más familiares bastones largos y perros lazarillos.

El Presidente Barack Obama firmó una legislación en la cual se exigía que cada avance tecnológico fuera accesible a personas ciegas, con problemas severos de la vista o sordos.

La producción de “Quedando ciego” contribuyó a tranquilizar a Lovett en cuanto a que será capaz de enfrentarlo, sin importar qué depare el futuro. En el intertanto, las revisiones con regularidad y tratamientos que ha recibido han desacelerado la progresión de su glaucoma, permitiéndole seguir con su trabajo profesional y andando en su bicicleta por los muchos caminos nuevos que hay para bicis en la Ciudad de Nueva York.

Fuente: http://www.emol.com/

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