jueves, 4 de agosto de 2011

EN BUSCA DE UN PERRO GUIA...

Perros guía, ojos que llevan por el mundo al invidente

Luego de un mes de entrenamiento para manejar al animal, éste se entrega en comodato por el tiempo que el ciego lo requiera.
 
Para los ciegos, un perro Golden Retriever o Labrador son su tesoro, y no por los 200 mil pesos que cuesta su manutención y entrenamiento, sino porque son “nuestros ojos para caminar por el mundo”, afirma José Luis Tenopala de Labra, quien perdió la vista hace siete años cuando cayó al entrar a una tienda y se golpeó un ojo; tiempo después perdió ambos.
Él llegó de Pachuca, Hidalgo, a la Escuela de Perros Guía para Ciegos IAP, ubicada por el rumbo de Cuemanco, en Coyoacán (México).

La escuela, única en América Latina. El centro de adiestramiento está ubicado por el rumbo de Cuemanco, delegación Coyoacán.
   Imagen: La escuela, única en América Latina. El centro de adiestramiento está ubicado por el rumbo de Cuemanco, delegación Coyoacán.
 
Después de tres semanas de entrenamiento en el manejo del que será su perro guía, sale a la calle y camina sobre la banqueta: libra puertas, se agacha para esquivar las ramas de los árboles, cruza la calle y le da palmadas a su perro Bongo. En una semana regresará a casa con su nuevo compañero. “Necesitamos apoyos, donadores”.
La animadora de la escuela, única en América Latina, es Silvia Lozada Badillo, de 30 años y quien quedó ciega a los 3.

“Hace 23 años surgió el proyecto. Tocamos muchas puertas y gracias al apoyo del Gobierno del DF, en 1995 encontramos este terreno que se nos entregó en comodato; un año después, iniciamos la construcción y en 1997 inauguramos la escuela. Para 1998 graduamos a los primeros tres perros guía”, recuerda.

Única en su tipo

Cuando concluyó su carrera de derecho en la UNAM se dio a la tarea de fundar la escuela que había soñado. A la fecha no hay otra institución en el entrenamiento de perros e invidentes. Las instalaciones y sus actividades se sostienen con donativos de la sociedad, aunque se requiere de más apoyos.

“Al invidente se le pide una cuota de recuperación de 8 mil 200 pesos, que incluye su capacitación, alimentación y hospedaje. El costo real de un perro, que es de 200 mil pesos, no lo cubre una persona con discapacidad”. Esa cantidad abarca desde que el animal tiene seis semanas de nacido, hasta que se jubila, a los 9 años.

El invidente que llega en busca de un perro tiene que hospedarse en la escuela durante 28 días. Posteriormente se le entrega al que será su guía. Cuando concluye el entrenamiento se va con su compañero, “que se le da en comodato por el tiempo que lo requiera”.
Cada mes la escuela les ofrece a los perros atención médica veterinaria y estética, todo sin costo.
Con el perro “salen independientes, libres y contentos, y así surgen nuevos sueños. Hay quienes han obtenido su título profesional o formado una familia”.

La manutención y adiestramiento de los canes cuesta aproximadamente 200 mil pesos.
La manutención y adiestramiento de los canes cuesta aproximadamente 200 mil pesos. Foto: Mónica González

Silvia Lozada afirma que en el DF ciegos y perros guía son víctimas de discriminación “de una manera constante, porque en muchos lugares tratan de impedirnos el acceso”.
Dice que no cualquier invidente puede llevarse un perro, “sólo personas rehabilitadas y dispuestas a vencer retos. Ciegos con decisión y actitud positiva por la vida, por lo que primero son evaluados”.

El entrenamiento

Efrén González Bermúdez es quien va y viene capacitando a los perros. Lo hace en un campo ubicado en la parte posterior de la escuela. Es entrenador desde hace 14 años.
A través de las técnicas de condicionamiento, el perro aprende a detenerse en las esquinas, caminar en línea recta, reconocer que su amo es un ciego y que él es su único guía. Sabe traer puesto el arnés para que el invidente pueda tomarse de él y sentir los movimientos del can y lo pueda llevar. Aprende a no distraerse con otros animales o con personas, librar obstáculos terrestres y aéreos, y entrar a lugares públicos. Conforme el proceso avanza, el perro es premiado constantemente.

El proceso de entrenamiento tiene tres etapas: “Un cachorro de 7 u 8 semanas se entrega en adopción temporal a una familia durante un año. Será su socialización. Después, el cachorro regresa y empieza su entrenamiento, que dura cuatro meses, y el final es cuando se capacita a la persona ciega por 28 días”.

Heriberto García Hernández llegó de Ixtapan de la Sal, Estado de México, por su perro y narra su experiencia: “Me enseñan a moverme con el animal, los cuidados, su alimentación y a desplazarme en lugares con bastantes obstáculos”.
Sentado en la cama de su dormitorio, Heriberto platica y al mismo tiempo acaricia y acicala a su perro.
Otra invidente que llegó a este lugar es Elsa Cabrera Ramírez. Una mujer que pese a estar ciega, también terminó su carrera de derecho y llegó a la Escuela de Perros Guía por su segundo can. El primero lo consiguió en 2007. “Me siento bien, libre; cuando no hay persona que vaya contigo no hace falta, el animal me acompaña”. Su compañero se llama Bosco. Él ve por ella.
Al fondo de la escuela hay cerca de 20 perros, cada uno en su jaula limpia. En el comedor hay invidentes inmersos en su oscuridad y con su compañero a sus pies.

Fuente: http://impreso.milenio.com/node/9000794

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