jueves, 25 de agosto de 2011

OTRA HISTORIA CONTADA POR MARIANO FRESNILLO...

IMPERDIBLE ANECDOTA DE MARIANO...

En infinidad de ocasiones, me encuentro con situaciones grotescas en la calle, para analizar, que una vez discernidas me resultan chocantes. Es el caso que os contaré ahora tal cual como sucedió, como siempre duro en el fondo pero con moraleja al final.
Mariano y Lillo caminan a paso fuerte
Mariano y Lillo caminan a paso fuerte

Salía con mi perro guía Lillo del trabajo y me disponía a caminar hacia el metro para dirigirme a casa. En un cruce me paré para esperar que se pusiera el semáforo verde y en mi caso, que sonaran los pajarillos anunciadores. A mi vera, había una pareja de personas mayores también esperando el instante del cruce y al pararme a su lado, escucho que con todo el descaro y pensando quizás que también los ciegos no oímos, se dispone la mujer a decir dirigiéndose a mí en voz alta y clara: ¡pobrecillo!
Yo perplejo y atónito no daba crédito y rápidamente le espeté:
- ¿no se referirá usted a mí, o a mi perro guía…?

Fueron unos segundos de incertidumbre, pero también de silencio dejando claro que aquella mujer no sabía donde meterse ni que contestar, Por eso, le repliqué…
Señora…, en esta ciudad usted puede encontrar perros vagabundos, que deambulan por las calles sin rumbo y que les puede atropellar un coche en cualquier instante. Otros no tienen para comer o llevan encima infinidad de pulgas, a éstos si les puede usted llamar pobrecillos…

En cambio, mi perro guía como todos los que llevan a personas ciegas, tienen su comida diaria asegurada, les cepillamos y aseamos para que estén limpios y viven entre algodones con muchas más comodidades que infinidad de personas…
Y si se refería usted a mí, le puedo decir que cuento actualmente con un trabajo digno, tengo una mujer que me quiere y una casa donde habito muy confortable. Además, realizo todo tipo de actividades, hago deporte, tengo muchos amigos y en definitiva estoy feliz de ser como soy…

La mujer abrumada por los razonamientos que le estaba exponiendo, entonces se dispuso a decir:
- La verdad es que visto así…, lleva usted razón

Y ahí quedó la cosa. Cruzamos cada uno la calle y no la he vuelto a ver más. Seguro que ahora esos pensamientos tan rancios que tenía, alineados con un pasado de las personas ciegas que no quiero nunca ni recordar, los habrá cambiado radicalmente y a todo su entorno se lo habrá transmitido. Seguro que habrá cambiado la percepción de una persona ciega y aunque no os lo podáis ni imaginar, situaciones como ésta cada vez ocurren menos pero alguna si acontece de vez en cuando. Algunas palabras hacen mucho daño y cuestiones como ésta, hay que cortarlas de raíz para que llamemos a las personas y cosas con su nombre y no se etiquete ni se falte el respeto a nadie por ser o estar como cada individuo quiera o se encuentre.

Fuente: http://feisbuknius.com/nada-probecillos-perro-guia-lillo-ciego-mariano-fresnillo/

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