lunes, 14 de noviembre de 2011

"NO ME ACARICIES, ESTOY TRABAJANDO"...

Bongo, un perro guía, hizo una demostración de cómo ayudar a un invidente en su caminar, en una ciudad diseñada para “gente normal”.



No son pocas las veces cuando alguien pide que no se le moleste al momento de trabajar, pero este caso es un tanto particular. En la espalda este muchacho trae un letrero con la leyenda “No me acaricies, estoy trabajando”. Raro o no, el trabajador en cuestión responde al nombre de Bongo, un perro de raza Golden Retriever, cuya función es la de ayudar a su amo, José Luis Tena, un discapacitado visual.


Con una estatura no mayor a los 60 centímetros del piso a su punto más alto, pero algo así de un metro de la nariz a la punta de su cola, Bongo luce un pelaje entre café y rojizo brillante con ya algunos días de no ir a cortárselo, aunque no por ello descuidado.


Su amo, José Luis, quedó ciego en un accidente hace siete años, y desde hace 18 meses cuenta con la compañía del can, quien fue adiestrado para ser su guía en la Escuela para Entrenamiento de Perros Guía para Ciegos en la Ciudad de México, que vinieron ayer a la Bella Airosa para explicar su trabajo.
Desde entonces, ambos salen a la calle juntos, para cuidarse y protegerse de los peligros que cualquier urbe presenta a las personas, y más a los ciegos. “Hay veces que la gente, a pesar que ven que somos ciegos no les importa, se pasan gritando, insultándote y diciéndote ‘¿qué no ves?’”, platica José Luis al público asistente a “Un Domingo en Plaza Independencia”.


De hecho, la ceguera es la segunda discapacidad en Pachuca, detrás de las motrices, al acumular siete mil 600 personas con este problema. “La minoría trabajamos, y el resto ¿dónde está?” cuestiona Arturo, otro de los ponentes de la plática.
Mientras su amo hablaba, Bongo se quedó quieto a sus pies, dominado por la disciplina adquirida en más de un año de entrenamiento, y aunque no la necesita, también se mantiene controlado por la mano humana a través de un par de correas.

Para dar una demostración de lo difícil que es transitar para un ciego por las calles, incluso con perro guía, José Luis y Bongo dan una demostración en Plaza Independencia. “Hora de trabajar” parece decir el perro con su gesto tranquilo de boca abierta y lengua de fuera.
Algo tan simple, al menos para la mayoría, como bajar las escaleras de un templete resulta una tarea de cuidado para José Luis.
Ahora, a bajar las escalinatas de la Plaza para llegar a la calle Matamoros, pero antes cuidado con las cuerdas que sostienen la carpa, no vayan a ser la causante una caída. La caminata transcurre lenta, desesperante incluso para algunas personas quienes decidieron acompañar a José Luis y Bongo.
A su paso, la pareja llama la atención de varias personas, quienes sin saber de qué se trata observan con incredulidad porque un tipo con su perro atrae a tantas personas detrás de él. Pero no todos lo ven, pues en su camino se interpone un vendedor de globos, decenas de ellos, que sin importarle la condición de José Luis se queda ahí parado; sólo se quita cuando Bongo no desvía su camino.

Siguiente parada, el kiosco, donde de nueva cuenta las escaleras son el obstáculo, y de nuevo son superadas, aunque no sin la mirada extrañada y hasta molesta de una pareja que ve mal que un perro les pase tan cerca.
Más de 10minutos para darle la vuelta al Reloj, mucho para alguien “normal”, pero un logro para Bongo, quien así demuestra cómo un perro trabaja.


Fuente: http://impreso.milenio.com/node/9057460

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