Es no vidente de nacimiento pero nada lo detuvo en su afán de superación. Cursó todos sus estudios en escuelas comunes y se recibió de técnico de técnico en Comunicación.
Federico disfruta hoy de las flamantes instalaciones de LV18. (Roberto Salvadores)Carlos Simón
"Es realmente un gusto verte" es la frase preferida de él cuando da la mano en el saludo cuando alguien ingresa al estudio de LV18 Radio Municipal de San Rafael. Él sale al aire desde las 15 con su programa "Tiempo compartido". El saludo no pasaría de ser algo formal pero es especial porque es fruto del buen humor de Federico Estrella (30), un conocido periodista sanrafaelino que es ciego.
Bromea constantemente con su condición y se desenvuelve perfectamente en el mundo donde la luz es lo común.
"La historia mía es simple, sostiene. Nací con cinco meses de gestación junto a una hermanita melliza, Romina, que falleció pocas horas después. Eran pocas las chances de sobrevivir que tenía y de hacerlo las probabilidades de poder tener una vida normal eran casi nulas. A mis padres les dijeron que sería inválido, que no hablaría, que no oiría, pero lo único que no les dijeron era que sería ciego", relata.
"Mis padres son Carlos Estrella y Susana Taboada y tengo tres hermanos, Adriano (39), Rocío (37) y Antonella (21). Estoy casado con Marita que es organizadora de eventos y programamos tener hijos dentro de un tiempo. Antes que se nos pase la hora", bromea.
Todo lo referido a su infancia y a la integración lo detalla como excelente cronista que es. Permanentemente hace referencia a la voluntad que tuvieron sus padres y especialmente su madre que nunca se dio por vencida y "peleó" por su integración a la vida común.
"A los 5 años ya sabía leer por el sistema Braille" y su progenitora lo llevaba tres veces por semana a la Capital provincial a la escuela Helen Keller. Cuando llegó la edad de la primaria también luchó para inscribirlo en una escuela común y así ingresó a la San Antonio de Padua. Después llegó el turno de la secundaria y ahí los esfuerzos debieron ser mayores.
Él completó ese ciclo en la escuela Normal de San Rafael.
Recuerda que una directiva, cuando fueron a inscribirlo, les dijo: Esta es la escuela nor-mal. Su hijo señora no puede asistir. "Mamá siguió los trámites -dice con una sonrisa- y logró hacerme entrar. Fue magnífica esa etapa. Todos mis compañeros y profesores me integraron sin problemas", recuerda.
"Todos me ayudaban y en ese entonces aprendí dactilografía así que estudiaba como tres veces cada materia", ríe. "No era inteligente. Si no aprendía era un burro", vuelve a reír. "Tomaba apuntes en Braille, después mamá me transcribía mientras yo le dictaba y después estudiaba. Aprendía sí o sí. Para rendir me llevaba la máquina de escribir -recuerda- y mis compañeros aprovechaban para copiarme hasta que un día no estudié y todos rendimos mal", ríe.
Luego ingresó, ya sin inconvenientes de integración a la Fundación Santísima Trinidad donde obtuvo la tecnicatura en Comunicación.
Ya en su época de estudiante terciario Federico comenzó a transitar por los medios periodísticos locales y así ingresó primero a colaborar en LV4, en Telesur y en un medio escrito ya desaparecido, Tiempo del Sur.
En las emisoras se desempeñó generalmente en producción, donde hizo gala de su privilegiada memoria y trato agradable. También su habilidad en el reconocimiento de voces pronto hizo olvidar a todos los colegas y a muchos entrevistados su condición de no vidente. Todos lo tratan de igual a igual. Es uno más.
Otras de sus habilidades es la música y entre estudio y trabajo formó un grupo musical. El aprendió a tocar el teclado pero hoy prefiere el canto. Se lo puede escuchar en veladas del casino Tower donde canta con "pistas", "porque es menos complicado que estar en un grupo", afirma.
Hace un tiempo forma parte del staff efectivo de LV 18 Radio Municipal y hace sus primeras armas en periodismo deportivo. Uno de sus principales dones, aprender de sus maestros, dice. "Federico, al aire", lo llama su jefe y es el final de la entrevista.
Bromea constantemente con su condición y se desenvuelve perfectamente en el mundo donde la luz es lo común.
"La historia mía es simple, sostiene. Nací con cinco meses de gestación junto a una hermanita melliza, Romina, que falleció pocas horas después. Eran pocas las chances de sobrevivir que tenía y de hacerlo las probabilidades de poder tener una vida normal eran casi nulas. A mis padres les dijeron que sería inválido, que no hablaría, que no oiría, pero lo único que no les dijeron era que sería ciego", relata.
"Mis padres son Carlos Estrella y Susana Taboada y tengo tres hermanos, Adriano (39), Rocío (37) y Antonella (21). Estoy casado con Marita que es organizadora de eventos y programamos tener hijos dentro de un tiempo. Antes que se nos pase la hora", bromea.
Todo lo referido a su infancia y a la integración lo detalla como excelente cronista que es. Permanentemente hace referencia a la voluntad que tuvieron sus padres y especialmente su madre que nunca se dio por vencida y "peleó" por su integración a la vida común.
"A los 5 años ya sabía leer por el sistema Braille" y su progenitora lo llevaba tres veces por semana a la Capital provincial a la escuela Helen Keller. Cuando llegó la edad de la primaria también luchó para inscribirlo en una escuela común y así ingresó a la San Antonio de Padua. Después llegó el turno de la secundaria y ahí los esfuerzos debieron ser mayores.
Él completó ese ciclo en la escuela Normal de San Rafael.
Recuerda que una directiva, cuando fueron a inscribirlo, les dijo: Esta es la escuela nor-mal. Su hijo señora no puede asistir. "Mamá siguió los trámites -dice con una sonrisa- y logró hacerme entrar. Fue magnífica esa etapa. Todos mis compañeros y profesores me integraron sin problemas", recuerda.
"Todos me ayudaban y en ese entonces aprendí dactilografía así que estudiaba como tres veces cada materia", ríe. "No era inteligente. Si no aprendía era un burro", vuelve a reír. "Tomaba apuntes en Braille, después mamá me transcribía mientras yo le dictaba y después estudiaba. Aprendía sí o sí. Para rendir me llevaba la máquina de escribir -recuerda- y mis compañeros aprovechaban para copiarme hasta que un día no estudié y todos rendimos mal", ríe.
Luego ingresó, ya sin inconvenientes de integración a la Fundación Santísima Trinidad donde obtuvo la tecnicatura en Comunicación.
Ya en su época de estudiante terciario Federico comenzó a transitar por los medios periodísticos locales y así ingresó primero a colaborar en LV4, en Telesur y en un medio escrito ya desaparecido, Tiempo del Sur.
En las emisoras se desempeñó generalmente en producción, donde hizo gala de su privilegiada memoria y trato agradable. También su habilidad en el reconocimiento de voces pronto hizo olvidar a todos los colegas y a muchos entrevistados su condición de no vidente. Todos lo tratan de igual a igual. Es uno más.
Otras de sus habilidades es la música y entre estudio y trabajo formó un grupo musical. El aprendió a tocar el teclado pero hoy prefiere el canto. Se lo puede escuchar en veladas del casino Tower donde canta con "pistas", "porque es menos complicado que estar en un grupo", afirma.
Hace un tiempo forma parte del staff efectivo de LV 18 Radio Municipal y hace sus primeras armas en periodismo deportivo. Uno de sus principales dones, aprender de sus maestros, dice. "Federico, al aire", lo llama su jefe y es el final de la entrevista.
Fuente: http://www.losandes.com.ar/notas/2011/10/30/federico-estrella-periodista-ciego-integrado-profesion-603328.asp
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