lunes, 19 de marzo de 2012

LENTES INTRAOCULARES AMARILLAS....

Lentes intraoculares

Las lentes intraoculares son implantes que introducimos dentro del ojo durante una cirugía. La modalidad más utilizada de lente intraocular es la que se empleada durante la cirugía de catarata.

 La catarata es la opacificación del cristalino, que es nuestra “lente natural” que tenemos por detrás del iris y por delante del gel vítreo. Esta pérdida de transparencia dificulta la visión, y al extraer la catarata volvemos a tener las condiciones de transparencia deseadas. Pero por otra parte el cristalino cumple una misión en el ojo: es una lente que hace converger los rayos de luz en la retina. Si eliminamos sin más el cristalino, la imagen llegará desenfocada a la retina. Normalmente el individuo se vuelve fuertemente hipermétrope. Eso ha hecho necesario el desarrollo de lentes capaces de sustituir al cristalino: son implantes transparentes que permiten converger la luz en la retina.

Existe una modalidad de cirugía técnicamente idéntica pero conceptualmente diferente: la llamada cirugía de cristalino transparente. Consiste en exactamente lo mismo: quitar el cristalino y sustituirlo por una lente intraocular. Pero el problema no era la pérdida de transparencia: el paciente no acude por dificultades visuales al opacificarse su cristalino. Se trata de intentar corregir un problema de graduación: miopía, hipermetropía, astigmatismo, vista cansada.
 Es un tipo de cirugía refractiva.
En cualquiera de los dos casos cambiamos una lente natural (cristalino) por una lente artificial que se coloca en el mismo lugar que antes estaba el cristalino. Existen también otras lentes intraoculares que se utilizan sin tener que quitar el cristalino, por delante de éste (entre el cristalino y el iris, o bien delante del iris).

Para el artículo de hoy vamos a centrarnos en las llamadas lentes pseudofáquicas, las que colocamos sustituyendo al cristalino. Son las más utilizadas y las que más experiencia acumulan.


La hipótesis de la fototoxicidad retiniana

Dejamos aparcado el tema de las lentes intraoculares un momento, luego lo retomamos. Se ha hablado de la Degeneración macular relacionada con la edad, que es un deterioro de la parte central de la retina que puede llegar a causar pérdidas graves de visión. No tenemos un tratamiento ni una forma eficaz de prevenirla, es muy frecuente a partir de los 60 años y su incidencia va en aumento. Existe por tanto una demanda muy alta para buscar soluciones.
Se ha intentado buscar solución a través de complementos nutricionales, con un resultado más bien escaso. Hay otra hipótesis de trabajo bien diferente: la radiación de alta energía produce un daño (estrés oxidativo) en la retina; concretamente en el epitelio pigmentario y los fotorreceptores. Estos supuestos se han demostrado en el laboratorio: la radiación electromagnética del espectro visible y ultravioleta induce cambios metabólicos en estas células retinianas, y a partir de cierto umbral de luz, producen la muerte celular. Estas células son precisamente las implicadas en la enfermedad.
Así se deduce que la exposición crónica a esta radiación luminosa produce, o por lo menos es un factor determinante, en la aparición de la degeneración macular asociada a la edad. Es cierto que no tenemos una demostración empírica o clínica directa que establezca la relación causa-efecto, pero la hipótesis es razonable y los indicios de daño retiniano agudo en animales de experimentación lo apoyan.


¿Cuál es la radiación que más daño produce?. La más energética, la que es capaz de transmitir más energía a las moléculas de estas células retinianas. La energía de una radiación electromagnética es inversamente proporcional a la longitud de onda, así que son las de longitud más corta las más peligrosas. En primer lugar, los rayos ultravioleta. Y dentro del espectro visible, los colores en el espectro del violeta y el azul.
Por lo tanto, la hipótesis de la fototoxicidad (toxicidad de la luz) retiniana plantea que la luz ultravioleta y la del espectro del azul contribuye activamente en la aparición de la degeneración macular asociada a la edad.

Un concepto muy extendido

Aunque esta hipótesis de la fototoxicidad la voy a usar para un ejemplo muy concreto (las lentes intraoculares), realmente es una idea ampliamente aceptada que afecta a muchos ámbitos. Mientras estaba recopilando artículos para este post, un amable internauta (gracias Jesús) me mandó una noticia que tiene que ver con la seguridad de la luz azul. En concreto se desaconsejaba la utilización de LEDs en entornos de alta exposición y en lugares donde haya niños.
Un LED habitualmente produce una luz con un componente del espectro azul muy alto en comparación con las bombillas tradicionales de incandescencia o halógenas. Y habla especialmente de los niños porque considera que la retina de éstos es más susceptible al daño fototóxico.

La solución: lentes protectoras

Volvemos a las lentes intraoculares pseudofáquicas, esos implantes que colocamos en sustitución del cristalino. Durante décadas las hemos puesto transparentes, dejando pasar toda la luz visible. Desde hace relativamente pocos años se comercializan también unas lentes con un filtro que impide parcialmente el paso de la luz en un rango cromático concreto: es decir, algunas longitudes de onda pueden atravesar la lente libremente, mientras que otras pasan con más dificultad. Concretamente, el filtro es para la radiación del espectro más energético, el del azul. Son lentes “bloqueadoras del azul”. No bloquea totalmente la entrada de este color, lo hace en un porcentaje importante pero el sujeto no se ve impedido para “ver” ese color.

Una lente que filtra el color azul es de color amarillo. Eso es porque si a la luz blanca (que, simplificando, contiene una mezcla de todo el espectro visible), le quitamos la gama de los azules, obtenemos el color amarillo.

Aplicando la idea fuera del ojo

Utilizando el mismo concepto, existen gafas amarillas para proteger la retina. Se trata de lo mismo: frenar la radiación más energética del espectro visible para evitar que entre en el ojo. Se suele indicar en personas con problemas en la mácula, tanto en la degeneración macular asociada a la edad de la que hablábamos antes, como en otras enfermedades del centro de la retina.

Como también existe la hipótesis de que la radiación lumínica de alta energía contribuye a la aparición de catarata, estas gafas amarillas también se promocionan como protectoras frente a la catarata.

Devolviendo “el estado natural”

Hay otro argumento más que utilizan los defensores de las lentes amarillas. El cristalino, la “lente intraocular” propia del ojo en su estado natural, no es exactamente transparente, o no tan transparente como una lente intraocular artificial. También es un filtro para la luz azul. Durante los primeros años de nuestra vida apenas bloquea la luz azul, pero conforme envejecemos los cambios degenerativos del cristalino van aumentando este filtro. Esto ocurre muy precozmente y es visible en la lámpara de hendidura: en un cristalino de 20 años vemos una tenue coloración verdosa o verdeamarillenta, que no tiene el cristalino de un niño. Con 40-50 años, cuando en un ojo sano no hablamos todavía de cataratas y la visión suele ser muy buena (de lejos), ya podemos ver un cristalino con una tonalidad entre amarillo y verde, con bastante claridad.
Conforme envejecemos y nos hacemos susceptibles a la aparición de la degeneración macular asociada a la edad, el cristalino frena con más eficacia la luz azul. Puede parecer (y ese argumento lo he leído varias veces) que la evolución nos ha dotado de un mecanismo defensivo: nuestro propio cristalino protegería la retina de la luz dañina en la época de la vida donde la retina es más susceptible a degenerar.
Siguiendo este razonamiento, la cirugía de catarata y de cristalino transparente nos priva de este protector frente a la luz azul. Así la retina, en la época que más necesitaría de protección, se ve expuesta y por tanto favoreceríamos la aparición de la enfermedad.
Por eso, una lente con filtro azul puede entenderse como más próximo a “lo natural”, a cómo se comporta un cristalino. De hecho algunas de estas lentes tienen en su denominación comercial el término “natural”, resaltando esto.

Fuente: http://ocularis.es/blog/?p=962

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