domingo, 11 de agosto de 2013

EN LOS OJOS DE QUIENES HAN PERDIDO LA VISION...


Un experto explica lo que requieren estas personas para reintegrarse a la sociedad.

Quienes pierden la visión deben readaptarse y retomar la autonomía y la independencia.

“Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde”. Este dicho, al que la gente recurre con frecuencia para describir el vacío que se experimenta tras la pérdida de algo preciado, aplica muy bien cuando del sentido de la vista se trata.

Eso lo sabe el tiflólogo Wílmar Babativa, experto en rehabilitación visual que trabaja con personas con problemas de baja visión y ceguera. Esta especialidad estudia las condiciones y problemas ligados a personas con discapacidades visuales y plantea soluciones que faciliten su integración social y cultural.

Bavativa hace parte del equipo interdisciplinario del Departamento de Medicina Física y Rehabilitación del Hospital San Vicente Fundación de Medellín y su programa de Rehabilitación Visual, compuesto además por un optómetra especialista en baja visión, un médico rehabilitador o fisiatra, terapeutas ocupacionales, un psicólogo y un trabajador social.

¿Qué quiere decir tiflología?
La palabra tiflología se deriva de “tiflo”, que proviene del griego typhlós, que significa ciego. Enseña a una persona invidente o con baja visión técnicas que facilitan su desempeño, como la lectoescritura a través del braille; el manejo de herramientas para las matemáticas, como el ábaco o el cálculo mental, la calculadora parlante y el manejo de tecnología especial, así como a orientarse y moverse con el uso del bastón.

¿Qué hace un tiflólogo?
Maneja todo lo concerniente a la visión de lejos. Quienes tienen estas afecciones en los ojos también necesitan aprender a usar cierto tipo de gafas, telescopios, ayudas para cruzar una calle, leer el letrero del bus o los avisos de los negocios, así como el manejo del bastón cuando la visión es muy reducida y no se puede caminar con seguridad para evitar accidentes.

En materia de rehabilitación, ¿qué es lo primero que se hace con una persona que pierde la visión?
Ayudarla a que se familiarice con su hogar, a que aprenda a valerse por sí misma en él. El hospital, por ejemplo, cuenta con un simulador de vivienda, que es un apartamento con sala-comedor, cocina, patio de ropas, alcoba, baño, y dotado con nevera, estufa, lavadero y clóset. En ese espacio se le enseña al invidente a desarrollar destrezas para desenvolverse de manera independiente en su propia casa.

¿Cuánto tiempo dura el proceso de rehabilitación?
Entre más severa sea la pérdida de la visión, más tiempo puede tomarle a una persona adaptarse a este proceso de rehabilitación. Para alguien que ha perdido totalmente la visión, pueden ser de 6 a 8 meses, porque tiene que aprender prácticamente todo de cero, como reconocer el dinero, enhebrar una aguja, manejar las matemáticas o usar la tecnología.

¿Qué puede marcar la diferencia?
La parte emocional, porque para alguien de 30 o 40 años que ha tenido su visión toda la vida, con trabajo y una vida estructurada, y de repente la pierde es más difícil adaptarse a algo que nunca imaginó tener que usar, en comparación con alguien que nació con esa discapacidad o tiene baja visión.

¿Qué tipo de herramientas se utilizan durante la rehabilitación?
Están el telescopio, que se usa para ver de lejos cosas como los letreros de los buses y los avisos de las puertas y los negocios; la lupa, que sirve para ver de cerca un texto, y el microscopio, que semeja unas gafas pero con cinco o seis lupas integradas, para ver de cerca. También hay lupa de pecho, que facilita actividades manuales como tejer, leer o enhebrar agujas; las gafas con filtro para quienes sufren molestias con la intensidad de la luz y necesitan más comodidad visual para apreciar mejor los detalles, y el bastón para la movilidad, entre otras.

En el caso de los niños
Evite sobreprotegerlos, mejor estimúlelos
El papel de los padres de niños que han perdido la visión es fundamental para que éstos adquieran independencia y seguridad. La clave está en brindarles el estímulo y apoyo adecuados para el logro de esa meta. El problema es cuando no resuelven el duelo y caen en la sobreprotección y aíslan al niño. El acompañamiento de un psicólogo también es importante en este proceso: es vital intervenir para que el pequeño logre aceptar su nueva condición de vida y su discapacidad y asuma positivamente la adaptación que requiere para recuperar su autonomía.
REDACCIÓN SALUD.


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