Al tratarse en anteriores ocasiones en esta columna el grave problema de desempleo que padecen aquellas personas que sufren algún tipo de discapacidad física, se mencionó el caso especial de los ciegos, cuyo promedio de desocupación laboral es notablemente elevado. Se ha dicho que eso ocurre a pesar de que son personas aptas para desarrollar trabajos en los que el sentido de la vista no sea fundamental, por ejemplo, como catadores tanto del gusto como del olfato o atendiendo teléfonos.
Es un viejo apotegma de quienes militan en las entidades que abordan el tema de la discapacidad, que en realidad se trata de capacidades diferentes. Por lo tanto, siempre están habilitados para incorporarse al mercado laboral.
No hace mucho un ex director de la biblioteca para ciegos de nuestra ciudad puso de relieve y ejemplificó sobre las capacidades y las enormes posibilidades que disponen las personas privadas parcial o totalmente de visión. Y es en este sentido que debe ponderarse el inicio en la Biblioteca Braille, a partir de esta semana, de distintos cursos de orientación para personas con discapacidades visuales, que podrán recibir enseñanzas sobre distintas manualidades y otras prácticas laborales, así como en diversos tipos de actividades artísticas.
Como se ha dicho aquí otras veces, se trata de una problemática que merece una especial atención y, aunque se han desarrollado valiosos e interesantes programas de inserción laboral para personas con discapacidades es evidente la necesidad de acentuar ese tipo de iniciativas y extenderlas a las más variadas disciplinas, oficios y profesiones. En las páginas de este diario se ha hablado, hace algún tiempo, de los esfuerzos realizados para brindarles a los ciegos un trabajo estable de acuerdo a las condiciones que hayan desarrollado y a las labores que puedan cumplir.
En el año 2003, por ejemplo, más de cien personas ciegas se incorporaron al mercado laboral a través de un programa de capacitación de una ONG española en nuestro país.
La experiencia -de la que también participaron la Federación de Ciegos y el ministerio de Trabajo de la Nación- apuntaba a superar una de las principales trabas sociales que encuentran los ciegos y disminuidos visuales argentinos: las dificultades para acceder al trabajo. Para eso se “importó” una experiencia que ha posibilitado que en Europa se reduzca sensiblemente la tasa de desocupación entre las personas que viven con esta discapacidad.
La tarea no es sencilla. Por una parte hay que preparar y trabajar con el discapacitado buscando equiparar sus posibilidades y condiciones para que compita en el mercado laboral en igualdad de condiciones, pero también se debe concientizar a los empleadores.
Al Estado hay que controlarlo y exigirle que cumpla la ley de cupos – que establece que el 4 por ciento de los trabajadores de la administración pública deben ser discapacitados- mientras que a los empresarios hay que concientizarlos y demostrarles la eficacia con la que cumplen su tarea quienes tienen capacidades diferentes.
Los especialistas en esta materia han demostrado a través de la experiencia -por ejemplo- que hay empleos en los que los ciegos y disminuidos visuales son todavía más efectivos que las personas sin este problema.
Así, en la actualidad, la mayor parte de los ciegos empleados realizan tareas relacionadas con sentidos que ellos tienen más desarrollados que el resto de la población.
Con todo, el desafío de la inserción laboral de los discapacitados es enorme, pero hay avances positivos en este sentido que deben ser tomados como ejemplo.
Leer más en http://www.eldia.com.ar/edis/20140407/Necesidad-ofrecer-mas-oportunidades-laborales-personas-discapacidades-opinion2.htm
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