jueves, 12 de junio de 2014

VER CON EL CORAZON...

Hace casi una década, cuando el mundo se le ensombreció a Tania Pérez León, sus manos obedecieron al espíritu. Aquellos dedos que antes manipulaban jeringuillas se convirtieron en artistas. Ante el diagnóstico de queratocono, afección progresiva de la córnea, crear resultó ser la mejor medicina para el alma.
“Fui enfermera durante 20 años, pero al diagnosticarme esa discapacidad en la vista estuve un tiempo ociosa en la casa y descubrí la creación con el papel maché. Empecé por diluir pedacitos de pan viejo en agua con un poquito de vinagre para que se conservara. No sabía si se mojaban los papeles, así secos los ponía con el pegamento hasta que fui logrando lo que pensaba.
“Cada cosa que hago la dibujo en la mente y después la llevo al papel. Mis ojos no ven mucho, pero pienso demasiado. La esfera espiritual en mí se desarrolla bastante. Nunca queda el terminado como el pensado, a veces es muy diferente, pero propio. Por eso me gusta el trabajo manual, porque me libera espiritualmente y me da la sensación de que puedo crear algo mío”, cuenta mientras sus palmas repasan el rostro confeccionado durante el debut creador.
“Se necesita mucha paciencia, pero el resultado es maravilloso. Los muñecos que salen de mis manos son como hijos míos. Han intentado comprarme los primeros negritos que hice, pero de eso nada, de aquí no se van. Esos no valen todo el oro del mundo.
“Al inicio fue difícil porque me fascina la investigación y era obsesiva con ser enfermera, desde chiquita. Pero la creación, que empezó como alivio emocional o entretenimiento, hoy es necesidad”.
La esgrimista en posición de ataque, una refinada bailarina, un cofre, una maceta decorada y otros objetos manufacturados en papel maché tienen el cuño original del empirismo artístico de Tania; “aunque veces no me quedan muy parejitos”, confiesa sonriente.
Una calabaza de Haloween que funciona como lámpara forma parte también de la exposición permanente que decora su casa: “Mis niñas apagan todo, la balancean y ríen a carcajadas. Si no fuera por mi familia no pudiera crear porque cuando estoy inspirada no me muevo, ni cocino, hasta que logre la formita que quiero darles”.
Alfombras, agarraderas, pañitos de cocina y hasta piezas de vestir cuentan dentro de su faena creativa. “Manejo bien la máquina eléctrica. Con el pie presiono el botón, con una mano señalo el lugar donde quiero coser y con la otra guío la costura”.
La musa de Tania es polifacética: “También escribo. Inspirada en un libro del general Quevedo, recopilé anécdotas humorísticas del ámbito de la salud. Hay cada historia…Tengo 150 cuentos escritos.
“Recuerdo el de una enfermera experimentada quien cuenta que por los años ´60 le solicitó a equis acompañante que fuera a buscar un pato. Demoraba demasiado, hasta que aparece: ‘No encuentro ninguno, ni vivo ni muerto’. Otro fue en una sala donde la seño le pide a la asistente: ‘Pónmele el parabán de la cama 4’. ‘¿Cómo se lo pongo, intramuscular o endovenoso?’, replica la enfermerita”.
Estos son tablazos en prosa de una cabaiguanense anidada en Sancti Spíritus y que hicieron reír a su primo hermano Hugo Hernández, el titiritero más auténtico que existió por estos contornos.
Y es que esta mujer procede del linaje de los buenos. Chilindrinas médicas o manualidades solo constituyen facetas del versátil talento de quien sostiene ganas, aunque las incomprensiones se erijan como principales barreras arquitectónicas.
“Querían jubilarme porque no podía ejercer la profesión, pero yo había pasado cursos de medicina natural tradicional y de ahí me agarré para no dejar de trabajar. Hablé con el ministro de ese entonces durante su visita a la provincia y me dijo: ‘A mí me ha visto muchísima gente, pero para no trabajar, ¿y tú quieres trabajar?’
“Me dejaron incorporarme y hubiese seguido, pero se abrió el empleo no estatal y me estoy cuidando un poquito más. Tengo habilitado un espacio en mi propia casa y doy servicio de masajes.
“Una de las terapias que me he aplicado yo misma es un facial vietnamita y también la energía piramidal. Con eso y gracias a Dios, el queratocono no ha aumentado. Veo algo, no te distingo bien la cara, pero eres una muchachita bonita”, detalla frente a esta reportera.
“Dentro de los tratamientos que brindo, el plato fuerte es la digitopuntura, a base de puntos. Algunas veces aplico la radiestesia, sobre todo el péndulo para hacer diagnósticos. No me desempeño en la enfermería, pero puedo atender padecimientos desde la medicina natural tradicional. Lo mismo una cervicalgia, lumbalgia, ciatalgia, que espolones, problemas de la circulación y parálisis faciales. Si vuelven es porque tan mala no soy”.
Con piedras energéticas, plantas, flores de caña y el ritmo instrumental de Radio Enciclopedia acoge a los clientes en Céspedes Norte No. 458 entre Socorro y Remate. Una vez posicionados, emplea rodillos artesanales salidos de su ingenio.
“Ando descalza, juego con las niñas y hacemos los dulces que les encantan. Mi esposo goza porque le digo que el bastón es el marido que nunca falla. Vivimos de hacernos cuentos y reírnos. Hay personas que ven y son ciegas, sin meta en la vida. Hay otros con todo el potencial físico, pero están discapacitados de valores, comprensión y sensibilidad. Lo mejor es ver bien con el corazón”.

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