lunes, 1 de septiembre de 2014

UNA JOVEN CIEGA INICIANDO LA CARRERA DE MEDICINA

No voy a hacer nada que no pueda! Pero sin visión podemos hacer muchas más cosas de lo que piensan muchos profesores. Yo lo que pido es que me dejen probarlo".












Es la declaración de principios de Alba Mestres, 24 años, graduada en Farmacia y estudiante de primero de Medicina. Va con un bastón, su visión es muy reducida, como si mirara por un canuto y empeorando, y lleva desde los 15 años peleando por esos principios. "Me gustan las matemáticas, la física, las ciencias ¿por qué se empeñaban todos que hiciera un bachillerato de letras? Todo lo que se escribe en una pizarra se puede verbalizar ¿no? Pues todo lo que se puede verbalizar yo lo puedo aprender".


Alba Mestres es la primera alumna ciega de la facultad de Medicina de la UB, en el Clínic. No todo el profesorado lo tiene claro, pero ella sabe esperar. "Inmunología es fácil de adaptar. Todo lo que se pueda digitalizar puedo pasarlo a voz con un sintetizador". Y en una de las asignaturas de introducción a la Medicina, pudo aprender técnicas de reanimación siguiendo las manos de su profesora sobre el muñeco de prácticas. "Quizá vaya un poco más lenta que los demás, pero lo hago". 

Piensa en anatomía, un conocimiento tan visual, y habla de probarlo con maquetas 3D, como las que usan en la escuela de Fisioterapia de la ONCE en Madrid. Deja al margen cirugía, y ojos. Pero incluso en ámbitos como la dermatología reclama el valor que puede aportar de su conocimiento: "no ver la lesión no quiere decir que no puedan describírmela y que yo sepa identificarla y diagnosticar".

Todos los peros que ahora surgen en Medicina ya aparecieron en Farmacia. "En primero tuve que acudir al Síndic de Greuges, en segundo y tercero ya no hubo problemas. Al cabo de un tiempo, ya todos estaban hechos a la idea de que era posible". Fue casi más difícil en bachillerato. "Los asesores escolares, en lugar de ayudar a resolver crearon más barreras. Empecé a escoger mi propio camino 'haz psicología', me decían todos. La gente con posición influyente debería abrir la mente y pensar cómo podré hacerlo".

Ha contado con un doble apoyo. El primero, una compañera que le aclaraba las dudas de lo que habían dado en clase. "Una serie de microorganismos en parasitología, por ejemplo. Ella los veía y yo me quedaba con su descripción. La morfología es al fin y al cabo descriptiva". Y además, contrató una profesora particular que reforzaba matices que a veces se escapan en la verbalización.

En química la cosa es complicada "porque el material no está adaptado y las pipetas tienen las señales en tinta, no en relieve. Así que necesitaba el apoyo de otra persona para realizar las mezclas, pero el seguimiento de la práctica lo hacía igual. Yo sé cómo debe verse una determinada reacción, aunque no lo vea". 

Siendo estricto, lo que haya que hacer con un microscopio, no lo puede hacer: "¿eso invalida mi carrera?" No se va a dedicar a la microbiología. "pero por qué no farmacovigilancia o promoción de la salud. Durante los seis meses de prácticas en farmacia o que más me costaba era ver la receta y dispensar los medicamentos, pero hay otras tareas, clasificar medicamentos, preparar de forma personalizada los medicamentos: toda la medicación está rotulada en braille". Y cualquier cosa que esté en texto puede convertirse en voz.

"No sé si llegaré hasta el final, porque ya hice cinco años de farmacia y ahora otros seis... Pero quiero aprender más". 

Rosa Josa, alumna de tercero en la misma facultad, no tiene ninguna duda. "Me empeñé en hacer Medicina y busqué la nota. Me gustaría ser otorrino, aunque ahora me van gustando también otras cosas. Claro que si me dedico a pacientes con problemas de voz lo tendré más difícil". Porque sus oídos no funcionan bien. No oye los sonidos agudos y entrega al profesor un dispositivo FM para oírle directamente en su oído. Además le sigue por el movimiento de los labios. "A veces es difícil cuando está mirando la pantalla, pero me pongo cerca y si no, pregunto". 

Rosa no se había planteado su sordera como una gran dificultad para hacer Medicina: "Me compré un fonendo electrónico que disminuye el sonido exterior y mejora la emisión del cuerpo". Para escuchar ese cuerpo se quita sus audífonos "y les advierto de que es posible que no oiga en ese momento lo que me dicen. Con los pacientes has de acercarte, mirarle de cara si es posible, absorber el máximo de información para no cansarlo con mis preguntas". 

Estudia inglés y francés. "Se me dan mejor escritos, claro". Y ha empezado la lengua de signos. "Me será muy útil con los pacientes si me hago otorrino".

Alba recoge su bastón y se agarra del brazo del interlocutor. Aprovecha todas las ayudas a su alcance. "Muchos piensan que mi decisión es poco menos que un capricho", lamenta. "He llegado a tener que hacer un examen de química inorgánica a mano. Una profesora me dijo que no debía hacer esta carrera, que el texto estaba torcido. Reclamé y repetí el examen con ordenador. ¡Y ya está! A partir de ahí los hice todos así. Tenía 18 años. ¡Era mucho más sencillo de lo que pensaban!".

Cuenta una clase en una consulta, siempre pegada a otra alumna. "Vamos a tomar la tensión, ponle el brazalete, toca el botón... me di cuenta de que lo principal era escuchar al paciente, cómo late su corazón, qué dice, palpar. Todo lo que yo sí puedo hacer. Sólo necesito un aparato de tensión adaptado. Tengo muchas herramientas para digitalizar. Cierto, no veré una erupción. La fiebre en cambio, no se ve. Es posible ejercer".


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http://www.lavanguardia.com/vida/20140621/54410170326/joven-ciega-inicia-carrera-medicina.html#ixzz3ACIYCmLO

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