Un estudio comprueba que los niños con visión normal cuyos
padres son invidentes prestan menos atención a
los ojos. Su desarrollo está incluso por encima de la media, pero han
aprendido a comunicarse de otra forma.
Aunque todos los padres están pendientes del primer día que
su hijo dice "mamá" o "papá", la palabra no es ni mucho
menos la primera forma en que los bebés se comunican. Una de las vías más
importantes, según decenas de estudios psicológicos, es la cara y la mirada de
los padres, que los niños aprenden a interpretar para saber qué sucede. Pero,
¿qué pasa en las familias en las que los padres son ciegos y el contacto visual
entre padre e hijo no funciona?
Estos niños presentan mejor memoria y atención visual
El equipo de Atsushi Senju, de la Universidad de Londres,
se hizo esta misma pregunta y diseñó una serie de experimentos que se publican
esta semana en la revista Current Biology. Para averiguarlo, utilizó una
tecnología de monitorización de la mirada (eye-tracking) y registró los
movimientos de los ojos de 14 bebés con visión normal mientras interactuaban
con sus padres invidentes. Las pruebas se realizaron una primera vez, cuando
los niños tenían entre seis y diez meses, y en una segunda ocasión cuando
tenían entre doce y dieciséis meses. Para tener una referencia diferente, los
científicos hicieron la misma prueba con los niños y una persona vidente adulta
a la que no conocían.
Lo que muestran los resultados es que, en comparación con
los grupos en que padres e hijos ven, los niños con padres ciegos prestan menos
atención a los ojos de los adultos. Estos mismos niños tienen un desarrollo
normal e incluso sobresalen en algunas facetas como memoria y atención visual
sobresalen de la media, quizá porque deben hacer un esfuerzo por conectar con
sus padres por otras vías. "Los hijos de padres ciegos prestaban menos
atención a las miradas de los adultos", explica Senju, "lo que
sugiere que están aprendiendo activamente a comunicarse con sus progenitores y
buscando la mejor manera de interactuar con ellos".
Lo que no esperaban en ningún caso, admiten los autores, es
que estos niños destacaran tanto en habilidades memorísticas y de atención con
una edad tan temprana como 8 meses. Es posible, supone Senju, que estas
capacidades se igualen cuando sean más mayores e interactúen con más gente con
la visión como ellos. El siguiente paso es realizar estudios de seguimiento a
estos niños a partir de los 3 años y ampliar este tipo de trabajos con otros
colectivos, como los hijos con padres sordos.
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