lunes, 14 de diciembre de 2009

OJOS ANCIANOS

La degeneración macular asociada a la edad afecta a 350.000 españoles. Si no se trata, esta pérdida de visión en el centro del ojo puede derivar en ceguera

Antonia ya no puede coser. Tiene 85 años. Siempre le ha gustado bordar como se hacía antes, a sus dos hijas les preparó el ajuar completo. Pero la vista ya no le da para más y no va a poder coser la mantelería que quería para su nieta. Sufre de degeneración macular asociada a la edad (DMAE), la primera causa de ceguera entre personas mayores de 55 años en Occidente. Reduce la capacidad de desarrollar actividades cotidianas que dependen de la visión central, como leer, conducir, escribir o, como en el caso de Antonia, coser. A ella no le ha quedado más remedio que cambiar de afición. Ahora le encanta escuchar la radio. Y comentar las noticias con sus hijas, que muchas veces se enteran de lo que ha pasado en el mundo gracias a ella.

En España, la DMAE afecta a más de 350.000 personas. Se calcula que una de cada tres la sufrirá cuando llegue a los 75 años. Y con el envejecimiento de la población, igual que ocurrirá con otras enfermedades asociadas a la edad como el alzheimer, se prevé que el número de ancianos que padezcan esta patología será mucho mayor.
La DMAE afecta a la mácula, la parte de la retina más desarrollada, que nos permite apreciar las imágenes en las que fijamos la vista y ver con pulcritud los detalles o los colores. Mientras la visión periférica permanece intacta, la pérdida de visión se produce en el centro del ojo, ya que es a través de la mácula por donde llegan al cerebro los estímulos visuales que ocupan el centro de nuestro campo visual. ¿Por qué ocurre? Porque la mácula se va desgastando conforme envejecemos. A esto se suman otros factores, como alteraciones en el metabolismo de la retina. Para que funcione todo su complejo sistema de fotorrecepción, ésta consume muchos recursos y también genera muchos desechos, que se deben eliminar. Con la edad, al ojo le cuesta cada vez más deshacerse de los desechos y estos se van acumulando.
Existen dos tipos de DMAE, la seca y la húmeda o neovascular. La seca afecta a casi un 80% de quienes padecen la afección. Su inicio es lento y daña a los dos ojos por igual.
"Es como la expansión de una mancha de aceite que crece entre dos y tres milímetros al año y resta visión en la zona manchada, pero mantiene intactas las capacidades visuales de las zonas que la mancha no abarca. Por ello resulta muy difícil la detección de la afección en revisiones rutinarias, la buena agudeza alrededor del islote permanecerá en medio de la atrofia y nos enmascara una función visual muy pobre", explica Jordi Monés, director del Institut de la Màcula i de la Retina, un centro desde el que se está llevando a cabo un proyecto de investigación para frenar el avance de esta enfermedad, para la que todavía no hay tratamiento. Aún está en su primera fase y se ha probado en sólo seis pacientes, pero los resultados son prometedores. Se trata de una molécula que se inyecta y cuyo objetivo es frenar la muerte celular en la retina. Según explica el especialista, en esta patología "se han observado al nivel de la retina similitudes con mecanismos inflamatorios involucrados en la arteriosclerosis o el alzheimer".
La DMAE húmeda o neovascular es menos común. Afecta a entre un 15% y un 20% de los enfermos. Es más grave y, sobre todo, avanza más rápidamente. En estos casos, los vasos sanguíneos del fondo del ojo crecen de modo anormal en el área macular. Incluso puede haber hemorragias que aceleren la degeneración. Acostumbra a afectar primero a un solo ojo, pero, con frecuencia, al poco tiempo se manifiesta en el otro. También se están realizando multitud de investigaciones, pero los tratamientos no tienen todavía un éxito universal.
Los tratamientos autorizados para la DMAE neovascular son la fotocoagulación con láser, la terapia fotodinámica y algunos nuevos fármacos inhibidores del crecimiento macular. Pero si la patología está avanzada, sus efectos son limitados. Pueden frenar la degeneración durante un tiempo, pero nunca curarla.
Según un informe realizado por la Agencia de Evaluación Tecnológica y de Investigación Médica de Cataluña y del Ministerio de Sanidad, un medicamento llamado Rabizumab mejora la agudeza, pero sólo durante dos años. El Pegaptanib puede ser eficaz y seguro durante un año. La terapia fotodinámica es útil sólo en algunos casos y si se coge a tiempo. Además, estos tratamientos no son igual de efectivos ni aplicables a todos los pacientes.
Las limitaciones en el tratamiento de la enfermedad otorgan un importante papel al diagnóstico precoz y a la prevención. Es fundamental frenar el avance de la lesión en la retina, ya que, una vez que se produce, es irreversible. En algunos foros de expertos se ha discutido mucho sobre el papel preventivo de las vitaminas, pero no existen evidencias claras.
Es importante que las personas diagnosticadas sigan un control periódico y estricto por parte de un oftalmólogo. Y aunque parezca obvio, lo cierto es que más de la mitad de los nuevos casos de DMAE no llegan nunca a la consulta del especialista en retina, según se puso de manifiesto durante la Jornada DMAE 2010, organizada el pasado mes de junio en Madrid.
Como en otras enfermedades, el mejor vigilante es el propio paciente. ¿Cuándo empezar a sospechar que está pasando algo? Al principio, la pérdida de visión puede ser difícil de apreciar, pero hay otros síntomas a tener en cuenta: ver las líneas rectas distorsionadas, ver palabras borrosas, tener problemas para detallar o detectar en el centro del campo de visión áreas oscuras. El ojo puede ser más sensible a luces intensas, ver luces que no existen o necesitar más luz para leer o para hacer otras actividades. También puede producirse una alteración en la percepción de las distancias y alturas que dificulte acciones como bajar escaleras o reconocer las caras de las personas.
El principal factor de riesgo para padecer esta enfermedad es la edad: envejecer... Algo inevitable. Existen otros, pero los estudios científicos no acaban de ser concluyentes con respecto a su importancia. Sí se sabe que las personas con familiares que han sufrido degeneración macular tienen más posibilidades de desarrollar esta patología.
Parece ser que también hay grupos étnicos con una mayor predisposición. Los individuos de raza blanca tienen más probabilidades de padecerla, sobre todo en sus formas más graves. Algunos estudios epidemiológicos indican que la sufren más las mujeres, aunque esto también puede ser debido a que su esperanza de vida es mayor y, conforme se envejece, aumenta el riesgo de padecerla. El tabaco y la obesidad también se han relacionado con un mayor riesgo de desarrollar DMAE.
También puede jugar en contra una dieta rica en grasas, los niveles de estrógenos alterados, la hipertensión arterial, las enfermedades cardiovasculares, la radiación solar y el color claro del iris.
Consejos
-Dejar de fumar
-Controlar la tensión arterial
-Vigilar el nivel de colesterol
-Controlar los factores de riesgo cardiovascular
-Utilizar gafas de sol con protección ultravioleta 100%
-Reducir el consumo de azúcar
-Mantener el peso ideal
-Para saber más:
 http://www.dmae2010.es/

Fuente:
http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Ojos/ancianos/elpepusoc/20091211elpepusoc_5/Tes

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