jueves, 7 de enero de 2010

ECUADOR: Braille ayuda a los ciegos acceder a medicamentos

En el país un laboratorio etiqueta sus cerca de 50 productos para que invidentes puedan leerlos.



María se acercó para adquirir un suplemento vitamínico en una de las farmacias de la capital y notó que en la caja del empaque había unos “puntitos en alto relieve”. Sin mayores observaciones canceló el producto y se fue a casa sin saber que esas ‘marcas’ en la caja del producto no tenían que ver con un defecto de elaboración.
Las huellas que fueron percibidas por el tacto de esta cliente correspondían al nombre comercial y al principio activo de la medicina que estaban escritos en sistema braille.
Mario Rafael Ayala, directivo de la Compañía Farmacéutica Farmayala, la cual inició esta idea en el país, hace ya 10 años, confiesa que el proyecto de incorporar una forma de lectura para no videntes en los productos medicinales que ofrecen la vieron por primera vez en varios laboratorios de Brasil.
Ayala explica que para evitar errores en los nombres de las medicinas cuentan con una persona no vidente que supervisa la escritura cuando se va a lanzar un nuevo producto.

Según el empresario, los códigos braille están colocados en los empaques de los 50 fármacos que produce y comercializa la entidad en el país. “Esto nos representa un incremento en el costo de producción de la caja en un 10%, pero hemos decidido asumirlo por una cuestión de compromiso y responsabilidad social”, menciona.
Para Luis Narváez, presidente de la Federación Nacional de Ciegos de Ecuador (Fence), la iniciativa de etiquetar medicinas con el sistema braille es positiva, porque les da independencia y autonomía. “Ya no necesitamos de un vidente para que nos explique tal o cual medicamento”, puntualiza.
Narváez menciona que en el caso de las personas con discapacidad visual, este sistema los ayuda también a evitar confusiones a la hora de ingerir las medicinas. “Muchas veces los médicos nos recetan más de un medicamento y cuando no tienen impresión braille lo que hacemos es ponerle una señal en alto relieve para palparlo y no tomar el que no debemos”, asegura.
Pero para Mayra Villacrés, maestra de personas con deficiencias visuales, el beneficio que significa este tipo de alternativas es aún limitado, ya que son pocos los productos que tienen un sistema de lectura en alto relieve. “Muchas de las personas con ceguera padecen diabetes y deben tomar muchos medicamentos, por lo que sería recomendable que más farmacéuticas se sumen a este tipo de impresiones”, opina.
Villacrés también sugiere que el beneficio se extienda a los comestibles, ya que permitiría que quienes no pueden ver se tomen menos tiempo a la hora de identificar los productos, como el arroz o el azúcar.
“Debería considerarse en este grupo a aquellos que están perdiendo la vista, de manera que a más del sistema braille se usen rotulaciones con tipografía de mayor tamaño”, enfatiza
Pero mientras su pedido se hace eco en las empresas nacionales y locales ella se las ingenia para que quienes tienen ceguera total o parcial puedan etiquetar desde un jarabe hasta una porción de azúcar.

“Lo que primero deben hacer es poner, por ejemplo, los comestibles en frascos y colocarles una señal según el caso. Si no puede ver, la alternativa es tipear el nombre mediante braille en papel contacto. Mientras que en el caso de personas que están perdiendo la visión se colocan señalizaciones con letras grandes y colores contrastantes como blanco y negro”, indica Villacrés.
El director de la imprenta braille, Miguel Gavilanes, señala que ellos estarían dispuestos a ofrecer a las empresas este sistema de impresión, con la finalidad de que se incremente el número de productos cuyos nombres y compuestos estén en los empaques.
“Es importante que se considere que así como los videntes leen a través de los ojos, nosotros, los que no vemos, usamos nuestros dedos para la lectura. De ahí la importancia de que se extiendan las etiquetas en braille al mayor número de fármacos y comestibles”, recalca.
La imprenta que dirige Gavilanes está ubicada en Riobamba. Es la única en el país que imprime libros para personas con discapacidad visual. Además, es la primera en América Latina que está administrada y dirigida por personas ciegas.
Los libros o folletos que se elaboran en el taller son distribuidos en escuelas e instituciones que dan atención a personas con impedimentos visuales y las filiales de la Fence.

Con respecto a las impresiones que están en el mercado, Villacrés anota que tienen el defecto de ser demasiado grandes, lo cual obstaculiza su lectura. “Es como si a un vidente le pusieran una etiqueta con letras demasiado pequeñas: no va a distinguir lo que dice ahí”, argumenta.
La falta de una legislación que ponga de manifiesto y regule la necesidad de contar con una alternativa de impresión braille en productos de uso medicinal o doméstico ha dejado a la libre voluntad de las empresas el hecho de tomar o no iniciativas en este sentido. Así lo manifiesta Amparo Gómez, miembro del proyecto Ágora, un plan que contempla aulas de gestión ocupacional para personas con ceguera total y con baja visión.
Gómez señala que es cierto que la Constitución contempla la inclusión en los sistemas educativos y la accesibilidad a la información de las personas de este colectivo, pero no hay un cuerpo legal que detalle las facilidades a las que obligatoriamente deben tener acceso los ciegos.
“Ecuador está suscrito al Convenio sobre los derechos de las personas con discapacidad, sin embargo, es muy poco lo que se puede exigir a entidades privadas en el caso de las personas con ceguera”, sostiene.

Fuente: http://www.telegrafo.com.ec/diversidad/noticia/archive/diversidad/2010/01/07/Braille-ayuda-a-los-ciegos-acceder-a-medicamentos-.aspx

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