lunes, 24 de enero de 2011

VERONICA: "TRABAJO POR UNA VIDA NORMAL..."

Verónica González Bonet es la única periodista ciega de la televisión local y una de las dos en el mundo.
Imagen: fotografia de Verónica

YA HABIA HABLADO EN OTRAS ENTRADAS DE VERÓNICA Y HE PRESENTADO ALGUNOS VIDEOS DE SU TRABAJO EN EL BLOG, HOY PRESENTO UNA NOTA QUE LE REALIZARON MUY INTERESANTE Y QUIERO COMPARTIRLA...

Ella llega despacio en medio de las corridas y los gritos. Se sienta al escritorio, abre su computadora y se dispone a trabajar. Hará llamadas, pedirá entrevistas, escribirá, buscará datos para el informe que presentará en el noticiero del canal 7 de Buenos Aires. Lo único que no podrá hacer es seleccionar las imágenes para su envío. Verónica González Bonet es la única periodista ciega que trabaja en la televisión argentina, y una de las dos en el mundo.


Desde su espacio semanal Verónica busca, encuentra y muestra. Por allí ya pasaron quienes hacen Teatro Ciego, los que bailan, juegan y actúan en sillas de ruedas, los que hacen talleres de prevención de HIV para sordos, los que ayudan más allá de sus propias discapacidades.

Pero ahora, sentada en medio de la redacción, trabaja en silencio. Busca información en su computadora. Revisa las noticias o analiza los informes de las redes sociales. “Uno lee los diarios y se ve todo muy radicalizado. O es blanco o es negro, parece que se nos perdió el término medio”. Verónica usa un software Jaws, que le lee con voz robótica las páginas que visita o escribe.

Otras veces se asiste con el programa Braille-Lite, que transporta a un tablero de lectura táctil los textos que aparecen en la pantalla de su computadora. “Éste es un sistema pensado para personas sordas y ciegas, pero a mí me sirve porque cuando estoy al aire puedo leer los textos de esta manera, sin que aparezca la voz del Jaws e interfiera con la mía”, dice Verónica.

Verónica tiene 31 años y está casada desde hace cuatro con Lucas, un analista en Sistemas con quien piensa tener un hijo. Además, milita en la Red de Periodistas de Género, participa en la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad y da charlas en distintas partes del mundo. Este año fue nominada al Premio Lola Mora por su labor a favor de la inclusión.

“Siempre fui una persona muy independiente, y eso fue un problema para mis padres, que son muy protectores. En el año 2000 saqué un crédito, me compré una casa y me fui a vivir sola. Fue duro para ellos. Pero soy terca, y como la menor de cuatro hermanos, siempre supe que si me caía me tenía que levantar por mí misma”, dice.

Según la Organización Internacional del Trabajo, el desempleo es tres veces mayor en personas discapacitadas. La discriminación y los prejuicios suman para restar. Verónica obtuvo una Licenciatura en Sistemas en la Universidad Argentina de la Empresa y recuerda esa hostilidad. “Los profesores me hacían trabajar sola, cuando todos lo hacían en equipo. Y cuando me recibí, aunque fui la primera discapacitada que egresaba, me dieron el texto de la jura en un papel que yo no podía leer”.

¿Y por qué periodista?
Verónica dice que encontró su vocación cuando participó en un programa de radio. “Allí descubrí otro mundo. Me di cuenta de que yo quería hacer eso. Comencé a estudiar periodismo y cuando me recibí renuncié a mi trabajo en Telefónica y salí a buscar en los medios”. Pero no fue fácil. La Encuesta Nacional sobre Discapacidad lo pone en números. El 85 por ciento de los ciegos que quiere trabajar no consigue empleo.

“Me pasó que en las entrevistas muchos no sabían qué decirme. Cuando veían que era ciega sólo me agradecían por haber ido. Otros querían convencerme de que no iba a poder. Estuve más de un año buscando, hasta que pude ofrecer mi columna en canal 7”.

Verónica no cree que abandonar una profesión estable por otra de futuro incierto haya sido una decisión extrema. “Yo no me paralizo por temor o por que sea ciega. Siempre estudié y trabajé. Viví sola; me encanta viajar, divertirme. Me casé, hago tarea social. Siempre busco hacer lo que quiero”. Pero no todos pueden. En la Argentina un 21 por ciento de los hogares alberga al menos a un discapacitado y sólo un 29 por ciento de ellos tiene empleo.

Verónica y la española Nuria del Sanz, del canal 2 de Andalucía, son las dos únicas periodistas ciegas en todo el mundo frente a una cámara de televisión. Una señora de collares y arrugas se acerca a la mesa de bar del canal, la toma de las manos y la felicita. “Siempre te veo. Sos tan linda...” le dice, como si la estuviera perdonando.

A Verónica la popularidad le causa gracia y piensa que en general se tiene un enfoque equivocado sobre los discapacitados. “O somos héroes o pobre gente. No hay término medio. Se olvidan de que somos como cualquiera, a veces buenos y a veces malos, y que, como cualquiera, también podemos ser felices”.

¿Se considera una persona feliz?
¿Y por qué no podría ser feliz? ¿porque no veo? Eso es lo que se piensa. ¿Viste que las novelas terminan cuando la ciega ve o el paralítico camina? El mensaje es claro: para ser feliz necesitás todos los sentidos. Si te falta alguno no podés. Ésa es la imagen que predomina”.

¿Cómo reaccionan tus entrevistados frente a una periodista ciega?
Al principio se sorprenden o se ponen incómodos. Después no. A veces la ausencia de lo visual ayuda, porque el entrevistado no se siente observado. Aunque yo lo observo de otra manera. Una vez le hice una nota al hijo de Mercedes Sosa para una revista de EE. UU. Combinamos por teléfono para encontrarnos en un bar y me dijo: “Me vas a tener que buscar porque no te conozco”. Le contesté que él me iba a tener que buscar porque soy ciega. Se quedó mudo. Pero después la charla fue muy buena.

Ahora Verónica espera por la productora que la asiste. A su alrededor suenan los teléfonos, los cronistas entran y salen, los camarógrafos cargan equipos y la tensión se instala a poco de la salida al aire.

En minutos, las cámaras la enfocarán y Verónica González Bonet presentará un informe sobre el Movimiento de Lisiados Peronistas, bastión en los ‘70 de la resistencia a la dictadura militar.

“Yo la peleo para que nos traten como a iguales. No quiero que me digan ‘pobrecita’. Trabajo por una vida normal”.

Y se va caminando por un pasillo largo y oscuro hacia el estudio, donde todo es luz y color.

Fuente: http://www.elargentino.com/

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