En esta nota deseo contarles mi experiencia como persona con discapacidad visual que logró estudiar en la Universidad a pesar de las adversidades que se me presentaron y presentan en la vida.
Desde noviembre del año pasado,
estuve luchando para lograr lo que más me gusta, estudiar música. Cuando comencé
la búsqueda de mi sueño tenía inquietudes y sentía miedos pero los quité de mi
camino y continué adelante. Investigué cómo podría incursionar en este ámbito y
con la ayuda incondicional de de la Comisión Directiva de Discapacidad de la
Universidad Nacional de San Juan comencé mis estudios musicales superiores.
Gracias a los profesionales que se animaron a confiar
en mí y en todas las personas que necesitan apoyo y desean estudiar pude empezar
a cumplir mi sueño. Sin mirar lo de afuera, los profesionales se
interesaron más por lo que tengo, mi talento, y no por lo que me falta.
Quienes deseen aprender pueden hacerlo solo tienen
que buscarlo, “el que busca encuentra” dice un popular proverbio. Todas las
personas con o sin discapacidades podemos y necesitamos crecer intelectualmente.
Así logramos desarrollarnos de una forma más integral en nuestras vidas, y el
estudio nos abre la puerta para el trabajo y la dignidad.
Quise entrar a la Escuela de Música dependiente de la
UNSJ porque siento que a través de ella puedo transmitir todo lo que necesitan
los demás.
Cuando me llamaron para decirme que tenía una entrevista
con María Inés Graffigna, la directora de la escuela, me evaluaron para saber
sobre mis aptitudes y talento musical. Fue agradable su
recibimiento, me sentí muy cómoda.
Ingresar a la escuela de música y comenzar a estudiar
lo que amo no fue fácil ya que leer música es algo totalmente nuevo. Sin
embargo los profesores que se animaron a enseñarme no dudaron en
ningún momento en aceptarme sin importarles mi condición.
Participar en la escuela me anima pues escucho anécdotas de mis profesores que me cuentan cómo han sido testigos de personas ciegas que pudieron aprender música y se destacaron en este ámbito.
Participar en la escuela me anima pues escucho anécdotas de mis profesores que me cuentan cómo han sido testigos de personas ciegas que pudieron aprender música y se destacaron en este ámbito.
Escucharlos me brinda ánimo para seguir cada día, así
me siento más segura y feliz pues sé que con esfuerzo todos podemos lograrlo.
Todo lo que deseamos es posible, gracias a la puerta que se abre, llamada
oportunidad. A pesar de mis errores en algunas evaluaciones estoy firme y feliz
en esta segunda parte del año.
Estoy con fe por lo que me espera y con humildad
deseo enviarles a quienes leen esto un mensaje positivo acerca de las personas
ciegas. Porque con mi ejemplo le puedo demostrar a muchos que sí se puede, tan
solo no debemos desaprovechar las oportunidades que Dios y la vida nos dan.
Domingo Benegas.
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