miércoles, 21 de agosto de 2013

OTRA HERMOSA HISTORIA DE VIDA...

El piano de madera negra y lustrosa descansa en el centro del escenario del Teatro 3 de Febrero de Paraná, con su caja de resonancia, sus clavijas y sus doscientas cuerdas expuestas a las manos de Leo López, un niño ciego de 11 años que hace tres años empezó a tocar. Una historia que empezó siendo una pesadilla, pero luego un giro de tuerca hizo que saliera el sol para Leo y hoy tenga la vida que se merece. 
Su madre adoptiva, Alejandra Larrosa, relató a UNO una historia conmovedora. Leo tenía 6 meses de vida cuando ingresó al hospital de niños San Roque de Paraná por violencia infantil y desnutrición. Su esposo, Carlos, que trabaja en el Consejo Provincial del Niño, el Adolescente y la Familia (Copnaf) sabía que el bebé necesitaba a alguien que lo cuidara todos los días, y pensó en Alejandra, una mujer con mucho amor para dar.
Alejandra asistió todos los días durante cuatro meses al nosocomio infantil donde atendían al bebé. “Leo estaba muy mal, desnutrido y con desprendimiento de retina en los dos ojos debido a la violencia que había recibido de su padre biológico. Le realizaron intervenciones quirúrgicas para salvarle la vista, pero no se pudo y quedó ciego”, explicó la actual madre del niño con la voz quebrada. El actual padre comentó que cuando Leo se recuperó ya tenía 1 año, su familia biológica no se quiso hacer cargo de él; y así fue que lo adoptaron. “Al principio nadie nos apoyaba con la decisión de adoptar a Leo, porque además de él teníamos dos hijas, Lucrecia que tenía 10 años y Rocío 7, pero entre todos le dimos amor y lo cuidamos siempre para que no le faltara nada”, aclaró el hombre.
La familia Larrosa acogió a Leo y a partir de ahí el destino del niño que ingresó golpeado al hospital infantil cambió rotundamente. Aunque lo único que lo apega a su antigua vida, es el apellido de su familia biológica, ya que su madre tiene esquizofrenia y está inhabilitada para firmar los papeles de adopción y su padre falleció hace tiempo.
La lucha diaria por incluir a Leo en una sociedad que no está preparada para convivir con gente ciega significó mucho esfuerzo. Al respecto, la madre adoptiva señaló: “Siempre con amor y paciencia cuidamos a Leo, a los 2 años entró a la escuela para ciegos Helen Keller y a los 4 años lo inscribimos en la escuela Nº 4 Domingo Faustino Sarmiento, que fue la única que lo aceptó”. Pero además de distribuir su semana entre la escuela Helen Keller y la Sarmiento, Leo practica básquet y natación. Aunque lo que lo hace más especial aún es su desempeño con el piano en la Escuela de Música, Danza y Teatro Profesor Constancio Carminio. 
“Desde chico le gustó mucho la música, él sabe tocar muy bien de oído. Decidimos llevarlo a la escuela de Música para que se integrara, así que cuando Leo cumplió 9 años fuimos a la institución que nos abrió las puertas y lo pudimos inscribir y hace ya tres años que va ahí”, agregó la actual madre. 

La ayuda de los docentes
En 2011, la Escuela de Música, Danza y Teatro Profesor Constancio Carminio le abrió las puertas a Leo para que empezara a estudiar piano.
Si bien ninguno de los docentes estaba capacitado para enseñar música a un niño ciego, con mucho esfuerzo se logró integrarlo. La promotora inicial fue la profesora de Música, Lucrecia Acosta, quien se hizo cargo de Leo. “Cuando entró Leo tenía 9 años, era muy chico y nosotros –los docentes- no sabíamos cómo enseñarle. Además de tener piano conmigo tenía audio perceptiva y coro con otras colegas. Los dos primeros años se hizo lo que se pudo para enseñarle, sin embargo era toda una revolución”, explicó a UNO Acosta mientras recordaba aquel momento.
Pero Acosta no bajó los brazos y buscó una solución. Rastreó por Internet un curso de Musicografía Braille a cargo de dos músicos ciegos de Buenos Aires. Luego de hacer todos los trámites necesarios, en abril de este año vinieron a Paraná a enseñar la lectura de partituras en Braille, donde se inscribieron varios docentes de la institución para poder ayudar a Leo en el recorrido de su carrera. El curso fue todo un éxito. Con todo el esfuerzo de la profesora Acosta, las actuales docentes de Leo aprendieron Musicografía Braille y así lo acompañan día a día a entender el lenguaje de la música, más allá de lo auditivo.
La actual profesora de piano de Leo es Claudina Knopp, ya que Acosta se jubiló este año. “Cuando me enteré que Lucrecia Acosta se jubilaba, y yo era la única profesora de piano que había hecho el curso de Musicografía Braille, supe que iba a ser la docente de Leo, de lo cual estoy muy contenta porque es un proceso de enseñanza muy rico donde él aprende y yo también y además nos divertimos mucho”, expresó Knopp. Otra docente que hizo el curso de Musicografía Braille es María Alejandra Martínez, quien está a cargo de la materia de audio perceptiva a la que asiste Leo. “Él es un niño muy inteligente, tiene una gran capacidad auditiva, por eso le resulta más fácil comprender algunos temas que otros compañeros”, explicó Martínez.
Carlos Larrosa, papá adoptivo de Leo, indicó que la ciudad y la sociedad no está preparada para personas no videntes. “Uno camina por la calle y la gente choca a Leo, no hay semáforos para ciegos e incontables situaciones ocurren a diario que dan impotencia”, señaló el hombre. Pero el dato que más alarmó fue que en Paraná no hay impresora Braille y tampoco máquinas de escribir Braille en todas las escuelas, a excepción de la Helen Keller. “Leo tiene su propia máquina de escribir Braille y la tiene que trasladar a todos lados, debido a que en la escuela Sarmiento y en la de Música no poseen una. Encima la máquina sale muy cara, está a precio dólar. La que nosotros le compramos nos costó mucho. Así se entrevé que no incluyen socialmente a personas ciegas en la vida cotidiana”, finalizó Larrosa. 

El Messi paranaense del piano
En vez de la pelota, lo suyo es el piano. Leo comparte con el jugador de fútbol el gran talento. Sus manos sobrevuelan el teclado y la emoción que trasmite cuando toca el niño ciego es contagiosa. Mientras lo hace, cuenta: “Estoy tocando composiciones mías, no sé bien cuántas tengo, creo que son como 11. Algunas tienen nombres: El Clásico, Chamamé, Vals para los días de lluvia y Día de flores”.
El niño de 11 años se desempeña con virtuosismo en el piano. Es que su capacidad auditiva es superior a la normal, ya que al tener oído absoluto puede sacar las melodías más complejas sin tener que leer en partitura Braille. Entre risas, pícaro, Leo dijo: “Prefiero tocar de oído antes que leer partituras en Braille, aunque en materias como Audio Perceptiva o Piano me exigen leer”. 
Además del piano, el niño sabe tocar la armónica y el bombo. Aunque reconoció que “son más fáciles que el piano”. Consultado sobre su futuro con las teclas negras y blancas, Leo afirmó: “Me gustaría tocar en una banda y también ser un concertista, tocar solo para mucha gente”. 
Si bien Leo compone sus propios temas, también tiene gran admiración por músicos internacionales. “Me gusta mucho el austríaco Anton Diabelli, he tocado algunas obras de él. El año pasado en un concierto interpreté una a cuatro manos, que es muy linda”, comentó el pequeño pianista mientras la interpretaba en el piano de cola del Teatro 3 de Febrero.

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