Los oftalmólogos intentan ahora concienciar a la población del peligro de un exceso de exposición a los rayos ultravioleta, que es acumulativo e irreversible. Los niños y los adolescentes son especialmente vulnerables a los rayos del sol porque su cristalino no es lo suficientemente maduro y no filtra bien la luz de los rayos ultravioleta, lo que puede provocar daños en la retina.
De media, los niños reciben al año una exposición a los rayos solares tres veces superior a la de los adultos. Sin embargo, menos de la mitad de los padres obligan a sus hijos a usar gafas de sol, según un estudio del grupo comercial Vision Council, y de la Academia Americana de Oftalmología. Años de una excesiva exposición de nuestros ojos al sol pueden provocar tumores oculares.
También aumenta el riesgo de sufrir cataratas cuando somos mayores y degeneración macular, la principal causa de la ceguera en los adultos. La población más vulnerable es la que tiene ojos de color claro, lo que les hace más susceptibles a las lesiones provocadas por el sol.
"Muchos padres desconocen el daño que puede hacer el sol a los ojos de sus hijos”, explica Dawn Hartman, optometrista de Columbus Ophthalmology Associates, Ohio, una asociación profesional de oftalmología. Por prescripción médica, su hijo de siete años lleva gafas de sol deportivas que se oscurecen con la luz para protegerle del sol.
En realidad, los padres no pueden imponer a sus hijos el uso de gafas de sol cuando están jugando al aire libre o participando en alguna actividad deportiva. "Prefiero que mis hijos jueguen al aire libre y se olviden de llevar gafas que estén metidos en casa viendo televisión”, asegura Sean Donahue, jefe de oftalmología pediátrica de la Universidad de Vanderbilt, en Tennesee. En su opinión, “una gorra de visera puede también servir de protección, sobre todo si les molesta mucho la luz”, explica Donahue.
Para los niños, los días de verano en la playa representan el mayor riesgo, ya que la arena y el agua reflejan la luz de los rayos ultravioleta. En casos extremos, la exposición puede provocar quemaduras solares en los ojos conocidas como fotoqueratitis, que puede derivar en una pérdida temporal de visión. En invierno, la nieve puede reflejar hasta un 85% de los rayos ultravioleta, lo que provoca la misma lesión.
Preocupa también la costumbre de los adolescentes de darse sesiones de rayos UVA, ya que muchos no utilizan las gafas que se les facilitan en cada sesión y terminan con quemaduras en los ojos, que, al igual que la piel, son más sensibles a la luz que los de los adultos.
Además, los investigadores empiezan a entender cómo la exposición a los rayos ultravioleta aumenta el riesgo de desarrollar cataratas. Según un estudio de la Universidad Case Western de Ohio, los cambios químicos producidos por muchos años de exposición al sol provocan oxidación de la vitamina C en el cristalino, y esa oxidación provoca una reacción química con el cristalino, causando las cataratas, explica Ram Nagaraj, autor del estudio.
En la investigación se insiste en “la importancia de llevar gafas de sol para proteger los ojos de los dañinos rayos solares”. Los expertos recomiendan las gafas para bloquear cerca del 100% del espectro de los rayos ultravioleta, incluidos los rayos UVA, que penetran en el ojo y los rayos UVB que se absorben sobre todo por la córnea.
Las lentes de contacto que bloquean los rayos ultravioleta proporcionan una protección extraordinaria. En el caso de Johnson and Johnson, sus lentes de contacto Acuvue protegen los ojos contra un 82% de los rayos UV-A y un 97% de los rayos UV-B. Cristina Schnider, optometrista de la compañía, asegura que incluso niños de 8 años toleran muy bien las lentes de contacto para protegerse del sol.
El Instituto para el Cuidado De la Visión de la empresa, que ofrece programas de formación para oftalmólogos de todo el mundo, tiene previsto lanzar una aplicación en la que explica los riesgos y pasos que tienen que adoptar los pacientes para proteger sus ojos. Incluye ilustraciones que muestran hasta qué punto los ojos son vulnerables al sol.
En este programa se explica que, aunque el riesgo de sufrir quemaduras solares es mayor de 10 de la mañana a 2 de la tarde, en el caso de los ojos hay un mayor peligro de 8 a 10 de la mañana y de 2 a 4 de la tarde. En ese horario, los rayos ultravioleta penetran desde distintos ángulos y los ojos reciben casi el doble de radiación que durante el resto del día.
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