A pesar de que lo hacemos diariamente, restregarse los ojos puede ocasionar distintas complicaciones en nuestra salud visual.
No corresponde a ningún mito: frotarse los ojos es negativo en todos los casos. Además de generar alergias, este mal hábito puede causar queratocono, una patología ocular que podría deformar totalmente la córnea.
Esta afección es común en jóvenes. Aunque no es un trastorno inflamatorio, es progresivo y de rápido desarrollo. Por este motivo, es importante prevenir en los niños de edad escolar (se puede diagnosticar desde los diez años mediante un examen).
Además, las personas que posean defectos refractivos (como astigmatismo o miopía), deben descartar esta condición para poder someterse a una cirugía Lasik.
Las alergias, además de producirse por un frotado intenso de ojos, también son influidas por vivir en ciudades con alta polución. Igualmente, aunque el queratocono tiene más influencia genética, también se origina por restregarse los ojos. Además, es habitual en lugares donde existe mayor altitud. Por ejemplo, incide más en Calama que en Santiago.
Tres pacientes por cada 2.000 personas en el mundo sufren de queratocono, degenerando la córnea hasta que es incapaz de conservar su forma.
Tratamiento para el queratocono
En primera instancia, los pacientes afectados por queratocono pueden ocupar lentes de contacto. Sin embargo, después será necesario un injerto corneal, ya que al transcurrir el tiempo el ojo no tolerará los lentes.
El método recomendado es la inserción de anillos intracorneales, que consisten en segmentos de plásticos con forma de semi anillos acomodados dentro de la córnea. Esta operación es mínimamente invasiva, ya que su duración es de escasos 10 minutos y consigue mejorar notoriamente la condición. De hecho, pueden volver a utilizarse lentes de contacto si es necesario.
Por otra parte, el Cross Linking es una técnica donde se administran gotas de Riboflavina y Vitamina B2 en la córnea, que serán estimuladas con luz ultravioleta durante media hora. El objetivo es reforzar y estabilizar el tejido de la córnea para que no continúe deformándose. Generalmente, se realiza después de la cirugía de anillos intracorneales.
Estas intervenciones constituyen un avance que evita los injertos de córnea que, además de ser complejos, dependen de la disponibilidad de trasplantes.
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