El experimento, realizado en monos, abre la puerta a la corrección de graves problemas de visión
El mono Dalton disfruta de una colorida comida. La escena de la izquierda ha sido alterada para simular cómo la veía el simio antes de ser tratado de su daltonismo / Neitz Laboratory
N. RAMÍREZ DE CASTRO MADRID
¿Rojo? ¿verde? ¿o quizá marrón? Cuando se padece daltonismo la distinción de colores no es un juego de niños, es más una misión imposible. No existe tratamiento alguno para corregir este defecto genético que padecen más varones que mujeres. Aunque puede que se consiga en breve. Investigadores de las Universidades de Washington y Florida, en Estados Unidos, han probado con éxito una terapia génica que corrige el defecto de forma definitiva. Los investigadores utilizaron un virus seguro para transportar los genes correctores y devolvieron la capacidad de distinguir colores. El experimento, que hoy se publica en la revista «Nature», sólo se ha probado en monos ardilla, unos primates muy especiales que no distinguen el color rojo y el verde como les sucede a las personas daltónicas.
Quizá haya pocas personas dispuestas a tratar con terapia génica su daltonismo por ser un trastorno que no altera en exceso la calidad de vida de quien lo padece. Pero este experimento es mucho más que una solución para personas daltónicas. Demuestra que es posible añadir nuevas capacidades sensoriales a un cerebro adulto y, sobre todo, abre una puerta esperanzadora al tratamiento de graves defectos visuales. Desde la degeneración macular asociada a la edad, hasta la pérdida de visión por diabetes.
Tratamiento en humanos
El mono Dalton disfruta de una colorida comida. La escena de la izquierda ha sido alterada para simular cómo la veía el simio antes de ser tratado de su daltonismo / Neitz Laboratory
N. RAMÍREZ DE CASTRO MADRID
¿Rojo? ¿verde? ¿o quizá marrón? Cuando se padece daltonismo la distinción de colores no es un juego de niños, es más una misión imposible. No existe tratamiento alguno para corregir este defecto genético que padecen más varones que mujeres. Aunque puede que se consiga en breve. Investigadores de las Universidades de Washington y Florida, en Estados Unidos, han probado con éxito una terapia génica que corrige el defecto de forma definitiva. Los investigadores utilizaron un virus seguro para transportar los genes correctores y devolvieron la capacidad de distinguir colores. El experimento, que hoy se publica en la revista «Nature», sólo se ha probado en monos ardilla, unos primates muy especiales que no distinguen el color rojo y el verde como les sucede a las personas daltónicas.
Quizá haya pocas personas dispuestas a tratar con terapia génica su daltonismo por ser un trastorno que no altera en exceso la calidad de vida de quien lo padece. Pero este experimento es mucho más que una solución para personas daltónicas. Demuestra que es posible añadir nuevas capacidades sensoriales a un cerebro adulto y, sobre todo, abre una puerta esperanzadora al tratamiento de graves defectos visuales. Desde la degeneración macular asociada a la edad, hasta la pérdida de visión por diabetes.
Tratamiento en humanos
El tratamiento podría beneficiar a enfermedades en las que están dañados los conos, las células más importantes de la visión. Estas células fotorreceptoras se encuentran en la retina y proporcionan agudeza visual, además de permitirnos ver en colores.
«Si encontrarmos la fórmula para hacer este tratamiento sin riesgo en humanos, como hemos conseguido en monos, pensamos que habrá muchas personas dispuestas a corregir sus problemas de visión con esta estrategia», asegura Jay Neitz, autor principal del estudio.
El avance del que informa «Nature» empezó a gestarse hace diez años. Después de que el profesor Neitz y su mujer Maureen, también profesora de Oftalmología, empezaran a entrenar a Dalton y Sam, los dos monos ardilla a los que se les curó su daltonismo.
Dalton y Sam, de la misma raza que «Señor Nielsen», el mono de Pipi Calzaslargas,aprendieron un test de colores, similar al que se utiliza en las escuelas infantiles de todo el mundo para que los niños aprendan los colores. El test se empleó antes y después del tratamiento. Sólo después, Dalton y Sam lograron distinguir entre el rojo y el verde. La inyección de genes correctores logró que la retina de los monos fabricara una sustancia llamada opsina, implicada en la fabricación de ciertos pigmentos visuales con los que se puede distinguir entre el rojo y el verde. La estrategia funcionó cinco semanas después del tratamiento, afirman los investigadores. Aunque, en realidad, les llevó más de un año y medio comprobar con el test de colores las nuevas habilidades que habían adquirido los monos.
Los investigadores aseguran que no tienen ninguna duda de que los animales tratados identificaban desde las primeras semanas los colores que habían sido invisibles para ellos. «Tenemos a Dalton y a Sam desde hace diez años. Los conocemos, son como nuestros hijos.
Esta investigación es una prueba más de que el cerebro puede reorganizarse con información completamente nueva, incluso cuando el periodo crítico de plasticidad cerebral y desarrollo han terminado.
«Si encontrarmos la fórmula para hacer este tratamiento sin riesgo en humanos, como hemos conseguido en monos, pensamos que habrá muchas personas dispuestas a corregir sus problemas de visión con esta estrategia», asegura Jay Neitz, autor principal del estudio.
El avance del que informa «Nature» empezó a gestarse hace diez años. Después de que el profesor Neitz y su mujer Maureen, también profesora de Oftalmología, empezaran a entrenar a Dalton y Sam, los dos monos ardilla a los que se les curó su daltonismo.
Dalton y Sam, de la misma raza que «Señor Nielsen», el mono de Pipi Calzaslargas,aprendieron un test de colores, similar al que se utiliza en las escuelas infantiles de todo el mundo para que los niños aprendan los colores. El test se empleó antes y después del tratamiento. Sólo después, Dalton y Sam lograron distinguir entre el rojo y el verde. La inyección de genes correctores logró que la retina de los monos fabricara una sustancia llamada opsina, implicada en la fabricación de ciertos pigmentos visuales con los que se puede distinguir entre el rojo y el verde. La estrategia funcionó cinco semanas después del tratamiento, afirman los investigadores. Aunque, en realidad, les llevó más de un año y medio comprobar con el test de colores las nuevas habilidades que habían adquirido los monos.
Los investigadores aseguran que no tienen ninguna duda de que los animales tratados identificaban desde las primeras semanas los colores que habían sido invisibles para ellos. «Tenemos a Dalton y a Sam desde hace diez años. Los conocemos, son como nuestros hijos.
Esta investigación es una prueba más de que el cerebro puede reorganizarse con información completamente nueva, incluso cuando el periodo crítico de plasticidad cerebral y desarrollo han terminado.
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