Consejos prácticos para adaptar en lo posible mi actividad laboral
Los síntomas de la DMAE son variados, por ejemplo, visión borrosa en la parte central, percepción de las líneas rectas de manera distorsionada viendo líneas torcidas, inclinadas o que desaparecen en algún punto, extrasensibilidad a la luz percibiendo luces que incluso no existen; también puede ocurrir lo contrario, necesitar mayor luz para leer o para hacer otras actividades. Otro síntoma puede ser la alteración de las distancias y las alturas, por lo que se podría tener dificultad a la hora de bajar escaleras o reconocer las caras de las personas.
Todo ello, en muchas ocasiones, no debe impedir que sigamos trabajando de manera normal. No hay reglas que indiquen cuándo debemos dejar de trabajar, depende de cada uno, pero la adaptación del puesto de trabajo en algunas situaciones es suficiente para seguir en el mercado laboral. Otras veces, no resulta factible continuar realizando la misma función, pero sí otra para seguir activos. La imposibilidad de trabajar a una edad temprana puede derivar en un impacto psicológico negativo, tener una baja autoestima y depresión; por ello, es importante buscar posibilidades, como las indicadas anteriormente, antes de tomar una decisión definitiva.
Si se trabaja con herramientas tecnológicas, hay programas que nos pueden facilitar la actividad, al igual que se pueden utilizar unas gafas con los filtros adecuados para evitar deslumbramientos.
Si trabajamos de cara al público, tener el material de trabajo ordenado y colocado siempre en el mismo sitio puede facilitarnos la atención al cliente. Conocer bien el espacio por el que nos movemos y ser rutinarios nos ayudará a realizar nuestro trabajo con normalidad.
Siempre y cuando nos lo indique nuestro oftalmólogo u óptico, no hay que tener miedo a utilizar lupas electrónicas, videolupas, telescopios etc. Esto nos puede mantener activos más tiempo.
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