Primer
trasplante de retina fabricado con piel para curar la ceguera.
La
medicina regenerativa, la disciplina que busca fórmulas para reparar los
órganos dañados del organismo humano, abrió una nueva y trascendental etapa
hace dos años.
Científicos
del Instituto Riken de Japón implantaron en una paciente tejido de retina
fabricado en el laboratorio a partir de una pequeña muestra de su piel.
Era la
primera vez que se realizaba un trasplante tan especial para intentar curar la
degeneración macular. Pero, sobre todo, era la primera vez que se prueba en
humanos un implante fabricado con células iPS (medicina regenerativa).
Los
investigadores generaron células madre iPS, con capacidad para convertirse en
cualquier tejido, y así obtener la nueva retina. Después, con ese tejido se
reemplazó quirúrgicamente parte de la mácula lútea (la principal capa
fotorreceptora de la retina). La paciente tenía 70 años y sufría degeneración
macular asociada a la edad, la principal causa de ceguera entre la población
mundial.
El
«padre» de esta técnica revolucionaria recibió hace dos años el premio Nobel de
Medicina, no solo por las esperanzas que abría en medicina regenerativa, sino
porque zanjó de un plumazo todos los debates éticos en torno a la utilización
de células madre de embriones.
Shinya
Yamanaka demostró que insertando unos cuantos genes podía transformar una
célula de la piel en una que se comportara como si fuera embrionaria. Ese nuevo
tipo celular, que llamó iPS, fue el punto de partida para generar en el
laboratorio neuronas, células musculares, cardiacas... para reparar cualquier
órgano dañado y tratar enfermedades incurables. Las células iPS se convirtieron
en la alternativa ética de las células madre de embriones, las únicas hasta la
fecha que poseían la capacidad para transformarse en cualquier tipo celular.
Ensayo
clínico
Desde
su hallazgo en el laboratorio quedaba el paso más importante: demostrar que la
técnica funciona y es segura para los enfermos. Y esto es lo que han hecho los
médicos del Instituto Riken de Japón. El ensayo clínico con células iPS se
autorizó hace más de un año, pero hasta ayer no se hizo el primer caso.
La
paciente con degeneración macular que se operó, era la primera de un ensayo
clínico con seis voluntarios que podría significar un antes y un después en el
tratamiento de la ceguera y también en la historia de la medicina
personalizada.
La
elección de la degeneración macular, entre todas las enfermedades, no ha sido
casual. Desde su descubrimiento, se ha temido que la utilización de esta
técnica pueda elevar el riesgo de cáncer. De manera que se ha optado por tratar
problemas del ojo para vigilar lo que ocurría en uno de nuestros órganos más
visibles.
Los
médicos vigilaron y continuarán haciéndolo a su paciente durante cuatro años
(ya se cumplieron dos). La idea es que si el implante provocara el desarrollo
de células malignas después del trasplante sería relativamente sencillo
aniquilarlas con un tratamiento láser. Si se hubiera probado para regenerar el
corazón, por ejemplo, habría sido mucho más difícil vigilar este potencial
riesgo.
Por
eso, la prioridad de este primer ensayo no es tanto que la paciente recupere la
vista como demostrar que se trata de un proceso seguro. Dado que la paciente ya
había perdido la mayor parte de sus células responsables de la visión, el
trasplante solo podría permitir una ligera mejoría de la vista o ralentizar su
pérdida, han explicado los investigadores japoneses.
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