La baja visión incluye a un conjunto de afecciones visuales que conllevan una gram limitación del campo y agudeza visual.
Imagen: niño con baja visión
Un amplio número de afecciones son causantes de baja visión que pueden afectar a niños. Como gran parte de estas enfermedades son hereditarias, los infantes que durante sus primeros años de vida no muestran signos de visión subnormal, pueden portar información que el oftalmólogo puede detectar como un alto riesgo de desarrollar a futuro una afección que resulte en baja visión. En estos pacientes, el trabajo del equipo oftalmológico apunta fundamentalmente a retardar el desarrollo de dicha afección visual.
Las principales alteraciones que generan baja visión en la infancia están relacionadas a problemas de deslumbramiento, fotofobia y/o pérdida de sensibilidad al contraste. Además, algunas de estas alteraciones perjudican principalmente la agudeza visual y otras afectan en mayor parte al campo visual.
Cuando se conoce la predisposición genética de un paciente a ciertas enfermedades que perjudican al tejido de la retina como enfermedad de Stargardt, retinosis pigmentaria y las distrofias y degeneraciones de conos y/o bastones, es fundamental buscar proteger la retina desde el primer indicio. Esto se realiza mediante filtros oftálmicos específicos, que pueden desacelerar el daño foto-oxidativo producido por la incidencia de luz y oxígeno en la retina y por tanto también la generación de radicales libres.
La radiación que más perjuicio produce sobre la retina es aquella de longitud de onda corta, la de mayor energía en el espectro de interés de la óptica-oftálmica: luz ultravioleta, violeta y azul (fundamentalmente longitudes de onda menores a los 450 nm). Ocurre también que no sólo es la radiación de mayor daño potencial, sino que tampoco es fácilmente percibida por el ojo humano debido a la baja proporción de fotorreceptores sensibles a estas longitudes de onda, que incluso se encuentran en áreas de la retina más periféricas.
El ojo tiene algunos mecanismos para protegerse de esas radiaciones de onda corta, como por ejemplo la filtración que ejercen la córnea y el cristalino. Pero ocurre que la protección natural es mucho menor en la infancia que en la adultez, ya que en la infancia estos tejidos son más transparentes.
Otro mecanismo natural de protección de la retina consiste en la presencia de pigmentos como la melanina y los carotenoides en el Epitelio Pigmentario de la Retina. La mayoría de los síntomas que presentan los niños con baja visión están relacionadas con modificaciones en estos pigmentos naturales. Por ello es que la retina queda más expuesta al daño que genera la luz de onda corta y el paciente sufre molestias por deslumbramiento.
El uso de filtros es ampliamente aconsejable, pues no sólo brindan protección, sino que también mejoran la capacidad visual afectada por el deslumbramiento, permitiendo aumentar la sensibilidad al contraste.
Los filtros que se emplean para estos casos se denominan filtros de control espectral y existen en distintas tonalidades según la necesidad de cada paciente.
Cuando el paciente con baja visión sufre una ametropía, es primordial lograr la mejor corrección posible. Partiendo de la adecuada receta oftalmológica, el óptico debe ser capaz de adaptar la graduación dióptrica correspondiente en cristales oftálmicos de alta calidad convenientemente centrados o en lentes de contacto de alta biocompatibilidad y precisión óptica. La correcta adaptación de la lente aérea o de contacto de diseño adecuado permite reducir los perjuicios y así lograr una mejor imagen retiniana, dando la primer ayuda a un paciente con limitación visual severa.
Cuando la agudeza visual del paciente es muy baja se busca ampliar la imagen retiniana con diferentes recursos. Es posible transformar el tamaño de los objetos (la maestra puede ofrecer libros con letras grandes o fotocopias amplificadas), acercar el objeto al ojo o utilizar algún elemento óptico o electrónico. De cualquiera manera se esatría magnificando la imagen retiniana del objeto que el paciente pretende percibir.
Conclusión
Existe mucha ayudas para pacientes con baja visión que permite obtener muy interesantes oportunidades para la adaptación en niños. Resulta primordial el uso de filtros de control espectral como medio de protección de la retina y, del mismo modo, para lograr mejor capacidad de contrastes y confort visual por la reducción del deslumbramiento. La calidad de estos filtros, determinada con análisis espectrofotométricos, es fundamental para contribuir a la salud visual de niños con baja visión.
Se ha realizado un gran avance en los últimos años en elementos magnificadores gracias a que mejoró la calidad de los sistemas ópticos y la implementación de ayudas electrónicas. La investigación y el desarrollo de estas tecnologías continuarán en los próximos años, facilitando progresivamente el uso y mejorando el potencial de magnificación, campo y manejo de contrastes.
Fuente: http://www.articuloz.com/oftalmologia-articulos/el-problema-de-baja-vision-en-ninos-5312836.html
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