La ceguera está en la sociedad que discrimina
Nicómedes Flores dice “no me acuerdo que soy ciego, salvo cuando la sociedad me lo recuerda”.
Perdió la vista a los 14 años en una explosión y ese hecho le dio la razón de existir. “La ceguera es mi fortaleza, es un privilegio que me permite sentir la vida y entender a mis semejantes”, asegura.
Según Flores, la ceguera no está en los que la portan, sino en la sociedad que discrimina y minimiza a las personas, considerando sólo la discapacidad y no lo que pueden hacer por sus familias y desarrollo del país.
Las personas con discapacidad visual están conscientes de su deficiencia, pero tienen habilidades intelectuales y otros sentidos. “No vemos con los ojos sino con el corazón”, aclara.
Flores es ingeniero de sonido titulado en la Universidad Técnica Cosmos (Unitepc), músico profesional, con 14 años en docencia y cuatro en la dirección del Centro de Rehabilitación de Ciegos Manuela Gandarillas.
“Se necesita una interacción inclusiva para que nos entiendan y se eliminen las barreras”, dice.
Flores propone construir una sociedad sin prejuicios, que actúe en forma equitativa para que todos puedan desarrollar sus capacidades, con el fin de alcanzar el ideal de calidad de vida.
FERIA Con el fin de informar a la sociedad sobre las fortalezas y capacidades de las personas con deficiencia visual, hoy se cumplirá una marcha desde las avenidas Libertador y América para culminar en una feria en la plaza Colón.
Asistirán delegaciones de Tarija, Potosí, Oruro y La Paz, en tanto que Cochabamba participará con un centenar de personas.
Luego del acto inaugural, con participación de autoridades, la población podrá visitar los stands y el cierre de la jornada será con una presentación musical.
“A los ojos de la sociedad somos el cieguito que no hace nada, la carga de la familia” y se busca cambiar esa imagen, dice el director del Centro de Rehabilitación Manuela Gandarillas.
Para el evento, Flores compuso un tema musical sobre los derechos humanos.
“Cuida mis derechos, de ti, de los demás, libres de toda barrera, libres de toda discriminación, libres de tu compasión. Quiero ser libre de tu marginación porque la vida es bella, es hermosa como las flores. Hay que sentir su pureza y fragancia con el alma y con el corazón”, reza una estrofa.
REHABILITACIÓN
En el Centro Manuela Gandarillas, el aprendizaje es lúdico. Los 40 alumnos y alumnas de 5 a 57 años de edad participan de juegos, música, teatro, ejercicios y otras actividades con una enseñanza personalizada.
Se trabaja en tres campos de rehabilitación:
1. Funcional que permite conocer el sistema braile en toda su dimensión y cómo manejarse plenamente en la vida diaria desarrollando otros sentidos, principalmente el oído.
2. Educación formal primaria y secundaria, así como estimulación temprana.
3. Actividades manuales y artesanales como tejido, macramé, bordados, etc. para la integración laboral.
BONO
En los años 40, los mutilados de la Guerra del Chaco se organizan y logran un bono anual. Actualmente, todas las personas con discapacidad visual cobran Bs 4.300 al año.
En Cochabamba hay 580 invidentes registrados, incluyendo a personas de las provincias, y en Bolivia llegan a 4.500, aunque se calcula que hay más.
Exclusión.
Educación
Antes un ciego era como un astronauta en un aula. Poco a poco, las personas con discapacidad visual fueron abriendo caminos, superando miedos y barreras. No obstante, aún falta comprensión. En algunos centros educativos los maestros argumentan que con 40 alumnos no podrían atender a uno que necesita atención especial, cuando lo que se busca es una educación inclusiva. Un gran avance está en la Ley Avelino Siñani que instruye la formación de profesores en braile y en lenguaje de señas.
Trabajo
La ley establece que el 4 por ciento de los trabajadores de las empresas deben ser personas con discapacidad, pero no se cumple porque esa norma no es vinculante. Hay trabajadores sociales, pedadogos y psicólogos con discapacidad visual que no hallan empleo por falta de sensibilidad de los empleadores. Algunos logran trabajo con presión política o recurriendo a las leyes, pero lo ideal es que se cumpla la norma.
Los internos se esfuerzan por capacitarse y salir adelante
Rosmery Caballero Yale, de 14 años de edad asiste al 4º de primaria de la Escuela Germán Busch en Cala Cala. Por la mañana hace sus deberes y asiste al apoyo escolar que le brinda la profesora de básico del Centro Manuela Gandarillas. En su caja de sistema braile acomoda las fichas de números con rapidez, gracias a la gran sensibilidad que tienen sus manos. Las pequeñas fichas llevan en un extremo los números en braile y en el otro los números arábigos. Rosmery hace operaciones matemáticas con facilidad, acomodando las fichas en las celdillas de su caja. Ante la falta de posibilidades de escribir líneas, por ejemplo en la suma, deja un espacio vacío y anota el resultado.
Con orgullo dice que ya puede ir sola a la escuela y que conoce muchos caminos para hacerlo. Los miércoles y viernes tiene clases de música. Rosmery planifica estudiar inglés porque le parece un idioma bonito. Luego estudiará alguna profesión que le permita ayudar a los niños que viven en la calle. En vacaciones ella retorna a su casa en Valle Grande, donde viven sus papás y cuatro hermanos.
Cuenta que los sábados lava su ropa y por la tarde ensaya una obra de teatro. Actúa en el papel de una señora, pero no está segura si seguirá en ese papel. El domingo "no hago nada" cuenta, al señalar que a veces repasa o termina las labores escolares. Sin embargo, junto a los otros internos siempre hallan en qué jugar y divertirse o escuchar radio.
Isaac, de cinco años, era víctima de maltrato y el juez quitó la autoridad paterna a sus progenitores. Hoy él vive en el Centro Manuela Gandarillas y aprendió a leer braile y a cantar. Sabe lavar su ropa, barrer, echar la basura y otras tareas acordes a su edad.
Eusebio vivió hasta los trece años "como mono" en el trópico de Cochabamba, por descuido de sus padres que son agricultores y no accedieron a la escuela. En el Centro aprendió desde lo básico. Ahora tiene 15 años y acude a la escuela nocturna.
La prueba más difícil es hacer compras en el mercado
El aula de la materia Actividades de la Vida Diaria es una habitación. Frente a la puerta está la cama, alacenas, ropero y un peinador con espejo. ¿Para qué un espejo si no se pueden ver? La profesora Laura Rico explica que es simbólico y algunos, con un mínimo de visión pueden peinarse ante el espejo. Otros lo hacen como parte de su orientación en el espacio y correcto uso de las cosas. Y allí, algunas jóvenes ciegas se maquillan muy bien.
En actividades para la vida aprenden responsabilidades en el hogar, cocina básica, primeros auxilios, manejo de herramientas, de dinero y cómo moverse en la ciudad.
"Levantamos voluntades, luchamos contra el miedo de los chicos y chicas. Las barreras más grandes a veces están en las familias”, afirma Rico.
Los papás que esperan un bebé lo idealizan y si nace con alguna discapacidad sienten gran frustración. Ven al bebé con discapacidad visual como "una carga" y se tiene que trabajar con eso, convencer a la familia de que la persona puede ser independiente, hacerse cargo de sí misma y ejercer sus derechos y obligaciones. Le falta la vista, pero cuenta con olfato, oído, tacto y gusto.
Cuando los alumnos y alumnas del Centro Manuela Gandarillas practican cómo cruzar la calle, algunos transeúntes intervienen y los profesores se llevan la peor parte. La gente riñe y cuestiona. íAyúdele! ¿por qué lo saca? dicen algunas personas, generando temor en el niño, cuando lo que buscaba la maestra era darle confianza para que pueda valerse por sí mismo en la calle.
Rico pide no sobreproteger a los ciegos. “Lo más valioso es la información clara”, recomienda. No sirve la tradicional respuesta de señalar con la mano y decir que tal o cual edificio está "allacito".
La prueba de fuego para los ciegos es ir a La Cancha y hacer compras. A veces, de nada sirve que tengan organizado su dinero y sepan reconocer los billetes, si es que encuentran alguna persona que les quiere engañar. Ellos manejan con mayor facilidad con las monedas.
Los ciegos también tropiezan con el celo de algunas comerciantes que no quieren que se toque la mercadería si no van a comprar, negándoles percibir la textura, calidad y tamaño del producto.
La aglomeración y la falta de aceras es otro grave problema que aqueja especialmente a los no videntes que arriesgan aún más su vida, si es que tienen que bajar a la calzada. Más orden en la ciudad sería de gran benficio para todos. También se necesita honradez pues algunos vendedores se aprovechan de la discapacidad.
Fuente: http://www.ops.org.bo/servicios/?DB=B&S11=23599&SE=SN
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