El
Glaucoma es una enfermedad en la cual se produce una lesión en el nervio óptico
(neuropatía óptica), encargado de llevar la información visual desde el ojo al
cerebro.
Posee diversos factores de riesgo,
entre los cuales uno de los más importantes (pero no el único) es la presión intraocular
elevada. El glaucoma es una de las causas de ceguera prevenibles más frecuentes
a nivel mundial.
Existen diferentes tipos de Glaucoma,
que se clasifican según su etiología, mecanismo por el cual se producen. El más
frecuente es el glaucoma crónico simple, de ángulo abierto, que no se asocia a
ninguna otra enfermedad ocular.
Uno de los factores de riesgo más
importante es la presión intraocular elevada. El ojo posee en su interior un
líquido llamado humor acuoso. La dificultad de drenaje del produce
aumento de la presión intraocular, la cual produce un daño irreversible en las
células retinales denominadas ganglionares, las cuales forman el nervio
óptico.
Otro factor de riesgo son los
antecedentes familiares. El glaucoma crónico simple tiene un componente
hereditario muy importante, por lo que es muy importante que se controlen
personas con familiares consanguíneos directos (padres, tíos, abuelos) que
tengan glaucoma.
También son considerados factores de
riesgo la raza (es más frecuente en personas de raza negra), el uso de
determinados medicamentos (corticoides, antihipertensivos, antigripales), la
hipertensión arterial y la diabetes.
La lesión de nervio óptico se traduce
en alteraciones irreversibles en el campo visual. Inicialmente se
producen defectos en la periferia del campo visual y tardíamente se
afecta la parte central de la visión por lo que las personas no se dan cuenta
de su problema hasta etapas avanzadas de la enfermedad.
Como estas alteraciones en la
función visual son irreversibles, es de suma importancia que sea detectado y
tratado a tiempo. Con detección precoz y tratamiento adecuado disminuye
de manera importante el riesgo pérdida visual debido a que actualmente se
cuenta con gran variedad de opciones para el tratamiento.
El glaucoma de ángulo abierto es una
enfermedad silenciosa. La única forma de detectarlo en etapas iniciales cuándo
aún no se ha producido daño en la función visual o este es mínimo, es mediante
un control oftalmológico rutinario.
Es prioritario el control de la presión ocular,
tanto de sus valores estáticos como de sus fluctuaciones.
La estructura ocular que se lesiona
progresivamente en esta enfermedad es el nervio óptico. El mismo debe ser
estudiado anatómicamente y funcionalmente.
La forma de estudiarlo anatómicamente
básica es la observación directa mediante un fondo de ojos. Es ideal
poder documentar fotográficamente el estado del mismo para poder hacer un
seguimiento de los cambios si estos se produjeran.
Actualmente existen estudios que
utilizan tecnología de avanzada para el estudio anatómico del nervio óptico,
con resoluciones casi microscópicas. Ellos son el HRT (
Heielberg Retinal Tomography) y la OCT ( Optic
Coherence Tomography).
Ambos brindan información sumamente detallada de su
estado anatómico por lo que de contar con ellos es un recurso muy util tanto
para diagnóstico como para segumiento de los casos.
La función del nervio óptico puede y
debe estudiarse mediante la realización de campos visuales computados (también
llamada perimetría computada).
Las lesiones y defectos campimétricos que
produce el glaucoma son bastante características, y su presencia sirve no
sólo para diagnóstico sino para estudiar la evolutividad de la enfermedad
(buena o mala repuesta al tratamiento, estabilidad o progresión).
Tratamiento del glaucoma crónico
simple
Terapia médica: Gotas
La terapéutica inicial es la
utilización diaria de gotas oculares. Éstas producen una disminución de la
producción del humor acuoso o un aumento en la velocidad de drenaje del mismo,
con lo cual se reduce la tensión que genera su acumulación dentro del ojo.
Si bien en general el tratamiento con
gotas es muy bien tolerado con pocos efectos adversos a nivel ocular y muy
pocos sistémicos, la indicación, dosificación y seguimiento del tratamiento
debe estar realizado por un oftalmólogo especialista.
Cuando la terapéutica con gotas no es
suficiente para detener la progresión de la enfermedad, contamos con otras
alternativas.
Trabeculoplastia y Esclerectomía profunda de alta frecuencia
Una de ellas es la trabeculoplastia
con láser argón y la Trabeculoplastia láser selectiva, mediante las
cuáles con la utilización de impactos controlados con láser se producen
pequeñas aberturas a nivel del trabeculado , que es el sitio de drenaje del
humos acuoso. Este procedimiento tiene la desventaja que no puede realizarse en
todos los pacientes y que en general sus efecto son transitorios.
Tratamiento quirúrgico
Cómo última medida en pacientes que
siguen en progresión a pesar de todos los tratamientos, contamos con las
cirugías filtrantes, con las cuales se crea una comunicación entre la cámara
anterior del ojo que es el lugar por donde circula el humor acuoso y el espacio
subconjuntival para que éste humor acuoso salga del ojo con mayor
facilidad. En general son cirugías con buenos resultados pero no están
exentas de complicaciones y requieren que los pacientes sean controlados
estrictamente.
Para concluir consideramos que es
necesario realizar controles oftalmológicos periódicos aunque no se
padezca ningún síntoma ocular, ya que detectado a tiempo tiene un
pronóstico muy favorable y sin tratamiento el pronóstico visual no es bueno. Lo
importante es la detección y tratamiento precoz.
Dr. Juan I. Rotundo
Dr. Noé Rivero
Médicos Oftalmólogos – Instituto
Microcirugía Ocular
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