Sin asistentes ni acompañantes videntes, llegaron a la villa con su carpa y todos los elementos de camping. Ya visitaron el Bosque de Arrayanes y quieren volver para disfrutar la nieve.
Imagen: Mauro, Eric y Alberto reciben ocasionalmente la ayuda de alguien vidente pero, en general, se las arreglan muy bien solos."Muchas veces son los demás los que te limitan al pensar que podés hacer menos de lo que podés hacer", dice Mauro a modo de máxima. Mauro, Eric y Alberto, son personas con ceguera, dificultad que no les impide viajar como otros jóvenes de su edad. Sin ningún familiar, amigo o asistente vidente que los ayude, hace una semana partieron de Buenos Aires hacia el sur en colectivo. Pararon en Neuquén y desde allí a Villa La Angostura. Llegaron con mochila, carpa y todos los elementos necesarios para hacer camping.
"Todos hacemos todo, vamos rotando", cuenta Eric de 20 años, vecino de Almagro y estudiante de Ciencias Ambientales de la UBA. La gente es solidaria y la mayoría se acerca a darles una mano, a veces por demás, confiesan. Las tareas comunes, como cocinar, prender el fuego o ir al baño les demanda un poco más de organización y algo de ayuda, pero nada más. Por ejemplo, el primer día el personal del camping les enseñó el camino al baño. Calculados los pasos y los obstáculos, el inconveniente ya estaba solucionado.
La independencia es para ellos la forma de escapar al estereotipo del "discapacitado" y a esa lástima que humilla.
"La gente se porta muy bien. Igual siempre hay gente mala onda, pero hay que sacarle provecho al bastón, me ponés mala cara, te pongo el bastón, sacar el estereotipo del sumiso o pobrecito, pobrecito mi madre", dice Alberto, mexicano de 25 años que vino hace unos meses a la Argentina para estudiar. Cursa Psicología en la UBA.
Pero en general la gente los recibe bien, los ayuda y los considera una inspiración, una especie de lección de vida. Ellos viven la experiencia con naturalidad y humildad. Al fin de cuentas, son tres jóvenes mochileros en la cordillera.
"Sí, es verdad, no es común", dice Mauro, pero piensa unos segundos y aclara que "en realidad hay chicos no videntes que también viajan".
Mauro tiene 19 años, es hijo de padres con ceguera y perdió la visión a muy corta edad. Terminó la secundaria el año pasado y por el momento se dedica a la música. Sus padres lo alientan a viajar y a ser independiente. En tanto Alberto dice que es su primer viaje sin un asistente o persona vidente. "Impedimentos sí hay, pero se puede hacer", dice.
Mauro y Eric son amigos desde la primaria y conocieron a Alberto en un viaje a Córdoba el año pasado. Es el primer viaje de los tres en carpa.
"Es bueno que lo tomen como algo positivo. Para mí viene de los viejos, porque muchas veces son tus viejos o los otros que piensan que podés hacer menos de los que puedes hacer, hay amigos que los padres los limitan", señala Mauro.
En La Angostura caminaron por la bicisenda, fueron al Bosque de Arrayanes en catamarán, a distintas playas y en colectivo al lago Espejo. También, salieron a cenar y hasta hicieron canopy. Aseguran que la accesibilidad de la villa es pésima por la falta de señalización especial, la ausencia de veredas y cordones, pero que en términos humanos hubo mucha predisposición y calidez. El personal del camping los ayudó y la última noche un restaurante céntrico los invitó con la cena.
En el Bosque de Arrayanes tocaron las flores y sintieron el frío de la corteza de un arrayán. La próxima vez quieren volver en invierno para disfrutar la nieve. Alberto promete que será este año.
Fuente: http://www.rionegro.com.ar/
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