Cuando Mónica tenía 11 años le detectaron de forma casual, por una broma
en el colegio, una retinosis pigmentaria cuya consecuencia es la pérdida de
visión lateral. "Es como si tuviese visión de cañón de escopeta",
explica la valenciana con sencillez.
"Era
la hora del comedor. Me llamaron unos compañeros y, al girarme, me echaron en
los ojos pica pica con fibra de vidrio. Veía un poco borroso y me llevaron al
oculista para saber si me había afectado a la visión. Y así se dieron cuenta de
que había algo que no estaba bien. La retinosis afecta al campo de visión, no a
la agudeza visual, por eso hasta entonces no había notado nada. Siempre había
visto así y para mí era lo normal. Es verdad que en Educación Física, en
deportes con balones, me lo quitaban rápido pero pensaba que era torpeza",
explica la valenciana.
Aquella
noticia, que podía haberle cambiado la vida, no lo hizo gracias a su familia, a
sus amigos y los profesores, que siguieron tratándola de la misma manera.
"Es
muy importante que no te sobreprotejan porque al hacerlo en vez de ayudarte te
aíslan. Tienen que intentar que seas lo más independiente posible. En mi caso
todo continuó igual", cuenta.
El judo
paralímpico
Siempre le había gustado el deporte y empezó practicando taekwondo, al que seguirían el atletismo y el goalball, único deporte que nació para personas con deficiencia visual. Con 15 años decidió probar el judo en un gimnasio de la ONCE y desde entonces el tatami es su segunda casa.
Siempre le había gustado el deporte y empezó practicando taekwondo, al que seguirían el atletismo y el goalball, único deporte que nació para personas con deficiencia visual. Con 15 años decidió probar el judo en un gimnasio de la ONCE y desde entonces el tatami es su segunda casa.
"Lo
que más me gustó fue poder competir en igualdad de condiciones con personas que
no tienen limitaciones en la vista, simplemente hay que empezar
agarrados", explica.
El judo
es uno de los deportes paralímpicos con menos modificaciones respecto a la
versión olímpica. Todos los combates deben comenzar con los dos deportistas
agarrados y si en algún momento los judocas se sueltan, el árbitro está
obligado a parar el combate para que vuelvan a cogerse. Ese detalle junto con
la forma de transmitir las señales de los árbitros a los deportistas, ya que no
lo pueden hacer por gestos debido a la discapacidad visual de los competidores,
son las dos únicas diferencias.
Así,
"lo que empezó como un juego terminó convirtiéndose en una pasión",
reconoce Merenciano.
Tres
bronces paralímpicos
Sus primeros combates fueron en el año 2000, año de Juegos, pero entonces el judo femenino no estaba incluido en el programa paralímpico. Por eso, en los de Sídney estuvo muy pendiente de lo que hacían los chicos.
Sus primeros combates fueron en el año 2000, año de Juegos, pero entonces el judo femenino no estaba incluido en el programa paralímpico. Por eso, en los de Sídney estuvo muy pendiente de lo que hacían los chicos.
No se
podía imaginar que cuatro años después, en Atenas, ella sería una de las
protagonistas del tatami. En la cuna del olimpismo, Mónica subió al tercer
cajón del podio en la categoría de -63 Kg.
Conquistaría
dos bronces más en Pekín (2008) y en Londres (2012), pero en ambos casos en -57
Kg, la misma categoría en la que este fin de semana ha demostrado, una vez más,
que no tiene rival dentro de nuestras fronteras. La valenciana se acaba de
proclamar campeona de España por undécima vez en su carrera.
El camino
a Río
Se entrena entre tres horas y media y cuatro al día, de lunes a viernes, con la mente puesta ahora en la clasificación para los Juegos de Río 2016. Hay tres citas puntuables marcadas en su calendario en rojo y claves este año: la Copa del Mundo, que se celebrará en febrero en Hungría y donde Mónica será la única representante femenina española; el Mundial de mayo en Seúl y el Europeo en septiembre. "Se clasifican las siete primeras por ranking y la octava la decide la Comisión de IBSA (Asociación Internacional de Deportes para Ciegos)". Mónica, en la actualidad, es sexta en el ranking mundial, por lo que tendría billete para Brasil.
Se entrena entre tres horas y media y cuatro al día, de lunes a viernes, con la mente puesta ahora en la clasificación para los Juegos de Río 2016. Hay tres citas puntuables marcadas en su calendario en rojo y claves este año: la Copa del Mundo, que se celebrará en febrero en Hungría y donde Mónica será la única representante femenina española; el Mundial de mayo en Seúl y el Europeo en septiembre. "Se clasifican las siete primeras por ranking y la octava la decide la Comisión de IBSA (Asociación Internacional de Deportes para Ciegos)". Mónica, en la actualidad, es sexta en el ranking mundial, por lo que tendría billete para Brasil.
No va a
ser fácil, por eso este año ha dejado en un segundo plano sus estudios de
Fisioterapia para centrarse en hacer realidad el sueño de conseguir participar
en sus cuartos Juegos.
Un sueño
que comparten sus compañeros del equipo nacional de judo para deficientes
visuales Abel Vázquez (-81 kg.), Luis Daniel Gavilán (-66 Kg.) y Álvaro Gavilán
(-73 Kg), que también se han proclamado este fin de semana campeones de España
en Pinto (Madrid).
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