La presión sanguínea tiene un efecto en el glaucoma pero tal vez no de la forma que
podríamos imaginar.
El glaucoma se caracteriza por daño al
nervio óptico que resulta en pérdida de la visión, y
la presión intraocular elevada es el primer factor de riesgo. Hay evidencia
creciente de que otros factores pueden predisponer a una persona a desarrollar
daño por glaucoma, incluyendo la circulación hacia el ojo y el nervio óptico.
Estos factores de riesgo "no
tradicionales" incluyen baja presión sanguínea o presión de perfusión y
otros factores vasculares.
Los factores de riesgo tradicionales
para glaucoma incluyen presión intraocular elevada, historia familiar, edad y
raza. Hay evidencia clara de que el riesgo de glaucoma aumenta con presiones
intraoculares altas. También sabemos que el riesgo de glaucoma se incrementa
con la edad avanzada, antecedentes familiares de glaucoma, y en personas de
origen africano, asiático o hispano.
De
estos factores de riesgo, el único que el médico puede modificar es la presión
intraocular. La sola presión intraocular elevada no causa glaucoma. La mayoría
de las personas con presión intraocular elevada no tienen y puede ser que nunca
desarrollen glaucoma.
Adicionalmente
varios estudios indican que alrededor del 40% de quienes desarrollan glaucoma
tienen presiones que están dentro del rango normal. Incluso en pacientes con
glaucoma de presión alta, sus presiones intraoculares están dentro del rango
normal una tercera parte de las veces.
Claramente,
mientras que la presión intraocular es importante en el glaucoma, no explica
porqué algunas personas desarrollan glaucoma y otras no.
Por lo tanto, buscamos otros factores de riesgo para glaucoma. Los más importantes parecen relacionados al flujo de sangre hacia el ojo.
Por lo tanto, buscamos otros factores de riesgo para glaucoma. Los más importantes parecen relacionados al flujo de sangre hacia el ojo.
La
presión de perfusión ocular es un fuerte factor de riesgo para glaucoma. La
presión de perfusión ocular es la relación entre la presión del ojo y la
presión sanguínea. Si la presión sanguínea es baja, especialmente si la presión
del ojo es elevada, la sangre tiene dificultad para llegar adentro del ojo con
su aporte de oxígeno y nutrientes, y remover los productos de desecho.
Sin
embargo, incluso en individuos con presiones intraoculares normales, su presión
sanguínea puede ser lo suficientemente baja de manera natural, o como resultado
de algún tratamiento, para privar al ojo del adecuado flujo sanguíneo.
Normalmente,
nuestros cuerpos se adaptan a los cambios en la presión sanguínea, la posición
del cuerpo, o cualquier otro cambio a fín de mantener una constante circulación
para áreas tan importantes como el cerebro o los ojos. Para algunos individuos,
sin embargo, sus cuerpos pueden no ser tan hábiles para ajustar la circulación
apropiadamente, así que los tejidos pudieran no recibir los nutrientes
apropiados y sufrir daño con el paso del tiempo.
La presión de perfusión ocular baja
puede ser mejorada bajando la presión intraocular o incrementando la presión
sanguínea. Mientras que hay fuerte evidencia que apoya el tratamiento para
glaucoma bajando la presión intraocular, no hay suficientes datos que apoyen el
incremento de la presión sanguínea en todos los pacientes de glaucoma. De
hecho, incrementar la presión sanguínea puede tener efectos nocivos en otras
partes del cuerpo.
Monitorear la presión sanguínea y
calcular la presión de perfusión ocular aún puede ser útil, especialmente en
pacientes que están empeorando a pesar de que tengan un adecuado control de la
presión intraocular.
Si parece que la presión de perfusión
ocular es baja, es importante entender y discutir con el médico cómo ésta puede
influir en el riesgo y tratamiento del glaucoma.
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