Para tener en cuenta

La información es proporcionada solo con fines informativos y no debe ser usada con fines de diagnóstico o tratamiento. Además no debe sustituirse para diagnóstico y tratamiento profesional. No soy oftalmologa, solo presento noticias e informes que no suplantan la información del medico profesional.

sábado, 11 de junio de 2011

HABLAR TOCANDO LAS PALABRAS...

UNA GRAN HISTORIA DE VIDA!!!

Tamara es sorda de nacimiento, y desde que tenía ocho años, empezó a perder su vista paulatinamente debido a una enfermedad llamada Síndrome de Asher, por lo que hoy, a sus cuarenta años, su visión es tan borrosa y limitada que sólo le permite distinguir ciertos colores y objetos.
Imagen: Tamara junto a su perro Pepsi.
   
Por eso al sonar el timbre, fue Pepsi la que se paró, ladró, se acercó a su amiga y centro de vida, y la llevó de la mano hasta la puerta. En la mesa del comedor también estaba Marta, su traductora, que está con ella hace ya más de seis años casi al igual que Pepsi. Debido a la doble dificultad de no poder escuchar ni ver, Tamara necesita en ciertas ocasiones de la ayuda de una persona que le sepa transmitir los mensajes que le dicen ya sea en el doctor, en el banco, o en una entrevista como la nuestra.

Pero Marta, una israelí que trabaja con Tamara varias veces a la semana pagada por el Bituaj Leumi, no sólo lee e interpreta el idioma de las señas. Debido a su ceguera tan avanzada, Tamara sólo se puede comunicar con un idioma de señas tocando las manos de su interlocutor, para así, a través de los movimientos de las mismas, Tamara pueda expresarse, y a su vez, sentir las palabras que le dicen. Marta, por su lado es una de las pocas que conoce ese idioma tan particular, debido a que sus padres eran ambos sordos, y su madre tuvo la misma extraña enfermedad que tiene Tamara.

Y ahora a aprender hebreo
Tamara nació en Argentina, e hizo aliá con sus padres y hermanos un día antes del Iom Haatzmaut de 1976, en plena adolescencia.
Al llegar al país, no sólo le tocó pasar por las mismas etapas de todos los inmigrantes, sino que además de esto, a esta hija de Jacko y Marta Bijman, le tocó desde su privación sonora, aprender un nuevo idioma.
Si antes en Argentina lograba comunicarse con su entorno a través del idioma de señas, y leyendo los labios, al llegar a Israel, le tocó empezar de vuelta, para poder llegar a leer los labios de los sabras. Y todo esto, sumado a su constante retroceso en la vista, hacía que el proceso de adaptación fuera aun más dramático. Pero Tamara, que va por esta vida con unos jeans de colegiala, es una de esas personas que no vino a este mundo a quejarse, ni mucho menos a no lograr lo que se propone.

 Fue así como con profesores particulares y en el colegio especial para sordos adonde llegó, comenzó su incursión en el mundo delalef-bet, hasta lograr poder comunicarse con los suyos y poder entender los labios en su nuevo idioma. Y hasta leer los periódicos. Y estudiar. Como lo ha venido haciendo todos estos años, o como sus estudios actuales, a los que va dos veces por semana desde su casa en Kirón, cerca de Ramat Gan hasta el instituto Wingate, en las afueras de Netania, a estudiar psicología y entrenamiento de perros. Para ir a sus clases a Tamara nadie la acompaña.

 Ella sale con Pepsi, y juntas toman los tres autobuses que las llevan hasta el instituto. Y además cruzan calles, túneles, puentes. Así como tampoco nadie le ayuda a esta mujer de sonrisa inquebrantable y honesta, a limpiar su casa. O a cocinar. O ir de compras al supermercado. Ella ya sabe dónde están las cosas en su entorno, y por eso, de la mano de Pepsi puede llegar sin ningún problema.
Y si por cualquier razón se le cae algo de sus manos, como por ejemplo una moneda que nos tocó presenciarlo, Tamara llama a Pepsi, y lo expresa en su idioma de sonidos guturales, a lo que Pepsi, una hermosa Golden Retriever, en una inteligencia y rapidez que ya muchos quisieran, busca la moneda con la boca, la pone en su lengua y acercando su hocico a las manos de Tamara, se la entrega.

Una familia de cinco
Pero Tamara no sólo vive en su casa sencilla y agradable con su acompañante canino de caminos y rutinas. La acompañan seres que son su orgullo y agradecimiento con la vida. Iehuda, su esposo desde hace ya 20 años, quien también es sordo, y a quien conoció casualmente en un restaurante, es uno de los pilares básicos para el espíritu de Tamara.
Y junto a ellos, sus hijas Sheli y Maia, dos hermosas adolescentes, que sin ningún problema ni limitación, van por la vida orgullosas de las capacidades y actitudes hacia la vida de sus progenitores. Iehuda, es un israelí de nacimiento y padres de ascendencia rusa, que trabaja como chofer en una compañía de computadores, y desde que comenzó a trabajar allí, no ha faltado ni un día a su trabajo.
Y Tamara que no deja de sorprenderlas, con todos sus logros y avances, así su vista retroceda a la misma velocidad de sus logros. A esta madre dedicada, que aunque no les enseñó español a sus hijas, pero que sí les transmitió el idioma de las señas desde que ellas tenían un poco más de un año, no le es suficiente con el cuidado de su casa, la familia y sus estudios, sino que además va a un encuentro semanal de sordos y ciegos.
Y adicionalmente trabaja en un lugar donde ayuda a entrenar otros perros para que otras personas sordas o ciegas puedan sentirse mejor, así como lo tiene ella con su fiel amiga. Porque esta simpática mujer, de cabello rubio largo, que aunque sabe que la belleza que se tiene es más espiritual que física -nos pidió un segundo antes de tomarle las fotos, para pintarse sus labios y arreglar aún más su cabello-y que además no paraba de preguntarnos si estábamos bien atendidos en su casa, no le alcanzarán los días para agradecer el día que recibió a Pepsi por primera vez.

Ese día, como ella misma lo dice, le cambió la vida. Antes de Pepsi, que ganó un premio nacional hace un par de años por ser la mejor perra entrenada del país para trabajar con sordos-ciegos, y que al parecer Tamara es la única persona del país que con sus limitaciones puede contar con una perra tan bien entrenada, la vida de Tamara era mucho más difícil. Andaba con un bastón, pero eso no era suficiente, porque no podía escuchar los autos, y muchas veces se cayó en huecos, lastimándose no sólo el cuerpo, sino el alma.
Por eso, desde que Pepsi llegó, ella anda por la vida mucho más segura de sí misma, creyendo fielmente en la extensión de sus ojos que es Pepsi. Por que lo es: Si van a cruzar una calle y la perra ve un carro aproximarse, la perra se detiene inamovible. Y no la deja avanzar hasta que se pueda.

Una vila, y cien perros
Es difícil lograr sacar de Tamara una expresión de crítica o queja sobre la vida. Sobre su salud. Sobre su destino. Todo lo contrario. Vive feliz consigo misma. Y más aún, cada vez quiere ser mejor persona y aportarle más a la sociedad.

A este país que le ha dado tanto como ella misma lo dice “Lo mejor que pudieron hacer mis padres, fue hacer aliá. Yo acá he podido estudiar, tengo ayudas del Bituaj Leumi y del Estado en general, tenemos nuestros clubes donde reunirnos. Si me hubiera quedado en Argentina, allá no podría ser tan independiente como en este país”.
Y aunque ella recuerda la época de la guerra del Golfo Pérsico, como unos días duros, ya que su hija mayor estaba muy pequeña, y que sus padres y hermanos les tocó turnarse para estar con ellos, y así darle más tranquilidad, cuenta como en la pasada amenaza de guerra de Irak, el gobierno le dio un beeper vibrador a todos los sordos del país, por lo que estuvo mucho más tranquila.

En el futuro, su futuro, desea ver a sus hijas casadas, tal vez tener nietos, pero si estuviera en sus manos, y es uno de sus principales sueños, quisiera vivir en una casa con un jardín inmenso, donde poder alojar cien perros, sobre todo esos perros que la gente abandona en las calles. Ella no puede entender cómo le hacen eso a esos animales que para ella son su vida. Como tampoco sabe cómo va a lograr conseguir en los próximos meses la plata que le costará el entrenamiento del nuevo perro que está listo para ella, ya que Pepsi está muy vieja, y se cansa en todos los paseos y actividades que Tamara hace.
Pero ella no desespera. Así como logró conseguirse esas donaciones para entrenar a Pepsi, sabe que lo logrará de vuelta. Así como ha logrado todo lo que se ha imaginado en su vida. Así como ha logrado tocar todo su entorno con ese inmenso brillo que la rodea, y que no todos logramos captar en su total dimensión.

Fuente: http://www.piedralibre.co.il/piedralibrenew/index.php?option=com_content&view=article&id=386%3A-hablar-tocando-las-palabras&catid=77%3Aentrevista&Itemid=176

1 comentario:

PATRICIA BERRUTTI dijo...

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Cuando se apaga la luz. Mi historia con Maculopatia

Cuando se apaga la luz. Mi historia con Maculopatia
No soy escritora, ni pretendo serlo, solo tuve la necesidad de dar un mensaje de aliento, dejar palabras positivas e informar, porque ese es el objetivo que tengo muy fuerte.Una enfermedad sea cual sea, puede vivirse de dos maneras: sentado lamentándose por lo que no se tiene o seguir adelante afrontando lo que nos tocó. Mi historia es simple, sencilla, pero escrita con el corazón.Estoy convencida que si sale de nuestro interior seguramente será suficiente para que te emocione, te movilice, te lleve a tomar la vida con otra mirada.Seguir siempre y a pesar de caer, ¡volver a levantarse! “Lo esencial es invisible a los ojos, solo se ve con el corazón…”