Carlos Madolell, un estudiante de 28 años que está a punto de
terminar la carrera de Ingeniería Electrónica, está desarrollando el prototipo
del primer e-book para
personas invidentes, un aparato que transforma documentos en diferentes
formatos e idiomas a sistema Braille. El Braibook, como lo ha bautizado,
es un dispositivo de lectura más pequeño que un teléfono celular y que,
por tanto, el usuario puede llevar consigo a cualquier parte. En noviembre
calcula que podría estar en el mercado.
Madolell
empezó a trabajar en este proyecto en enero de 2014. Mientras leía en el
autobús su e-book, se fijó en un chico ciego y pensó que él no tenía la
posibilidad de leer en los viajes.
Tras el
episodio del autobús, Madolell buscó en internet las diferentes opciones que
tenían las personas ciegas. "Descubrí
los audiolibros, pero estos no ofrecen el mismo acceso a la cultura que un
libro. Que te lean no es igual a leer e imaginar lo que sugiere el texto",
explica. Por otra parte, tampoco es prudente utilizarlos en trayectos
cotidianos, con lo que las posibilidades de lectura se reducen. "No es
posible escuchar una historia y estar pendiente de las señales acústicas de un
semáforo", apuntó.
Las
pantallas o líneas Braille, dispositivos electrónicos semejantes a una
computadora portátil que también reproducen líneas de texto a través de puntos
que suben y bajan, son aparatos grandes que no son fáciles de transportar y su
precio es muy alto.
Edición
cara
De hecho,
otro de los grandes problemas que dificultan la lectura de las personas
invidentes es que la edición en Braille es cara y hay pocos libros.
"Nuestra idea es fabricar braibooks portátiles y que cuesten una quinta
parte", explica Madolell, quien está investigando con diferentes materiales
que le permitan reducir costos y mejorar la efectividad.
El
concepto del Braibook es sencillo. Los textos, que pueden ser académicos o para
el ocio, pueden ser introducidos a través de conexión USB o de una tarjeta
micro SD. El usuario los seleccionará después a través de una simple botonera,
que también permite regular la velocidad de lectura. La persona que lee deja su
dedo fijo sobre el aparato y sin moverlo puede ir leyendo las letras que se
suceden a partir de la combinación de puntos.
En un
principio, Madolell estuvo trabajando con puntos que subían y bajaban, formando
letras. El estudiante explora las posibilidades de algunos polímeros
electroactivos, materiales que aumentan de volumen al recibir corriente.
"Es una buena opción, porque se trata de un producto barato, aunque
últimamente estamos investigando la posibilidad de que la lectura ya no se
realice mediante el tacto sino por electroestimulación. Es algo que ya se está
utilizando en gimnasia pasiva", explica.
Fuente: http://www.elperiodico.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario