El glaucoma afecta a entre un 2,5 y un 5% de la población mayor de 45 años y es una de las principales causas de ceguera en regiones envejecidas
Asturias se convirtió por unas horas en el epicentro de la industria oftalmológica nacional, un sector que, de una década a esta parte, «vive una revolución tecnológica que ni siquiera soñaba». Así de optimista se mostraba Jesús Merayo, coordinador de la Fundación de Investigación Oftalmológica (FIO), facultativo del Instituto Fernández-Vega y uno de los anfitriones de la reunión anual del comité nacional del consorcio Cenit-Ceyec, que engloba a doce entidades punteras (médicas, farmacéuticas y de la industria del sector). El Instituto Oftalmológico Fernández-Vega, que realiza cada año 110.000 consultas y practica 8.000 operaciones, entre ellas.
Este consorcio, en el que participan además veinte organismos públicos -entre ellos, la Universidad de Oviedo- y catorce empresas subcontratadas, lidera varias actividades de investigación destinadas a obtener tratamientos personalizados y mínimamente invasivos de salud ocular.
Precisamente, el encuentro de ayer sirvió para analizar los avances de su proyecto de investigación en «Oftalmología personalizada y mínimamente invasiva 2009-2012», que, con un presupuesto de 22 millones de euros (once de ellos, subvencionados por el Ministerio de Ciencia e Innovación con cargo al programa «Ingenio 2010»), es actualmente el proyecto más ambicioso de investigación en este campo en España.
El proyecto Cenit-Ceyec se centra en enfermedades de la superficie ocular, además de en la córnea y en el glaucoma, y abarca áreas como biomarcadores diagnósticos y terapéuticos, inflamación, medicina regenerativa, reconstrucción de la superficie del ojo y transplantes, prótesis y otros avances en la reparación ocular.
Como ejemplo de estos avances, Jesús Merayo cita el desarrollado por la empresa vasca BTI, una de las que integra el consorcio y que, «en estos dos años de investigación, ha conseguido aprobar un nuevo producto farmacéutico regenerativo que se hace a partir de la sangre del propio paciente, de forma que, con ella, se elabora una especie de colirio que tiene los factores regenerativos de la sangre, las vitaminas que hacen que se cierren las heridas».
Este nuevo producto consigue la regeneración ocular, precisa el facultativo, «en pacientes con problemas en la superficie ocular como un ojo seco grave, una úlcera o una quemadura».
En cuanto a la aportación asturiana al consorcio, al Instituto Fernández-Vega se le ha encargado la elaboración de un proyecto de investigación a cuatro años de genética del glaucoma, «una enfermedad que afecta a entre el 2,5 y el 5% de la población mayor de 45 años» y que «es, junto con la diabetes, una de las primeras causas de ceguera en lugares donde hay población envejecida como Asturias y, en general, Europa».
El problema radica, según el coordinador de la Fundación de Investigación Oftalmológica, en que «ni el diagnóstico ni el tratamiento son personalizados». De forma que lo que persiguen los investigadores del Instituto ovetense es «buscar biomarcadores, tanto diagnósticos como terapéuticos, para lograr personalizar el tratamiento y conseguir un diagnóstico precoz».
Para eso, los investigadores del Instituto Oftalmológico Fernández-Vega -20 de una plantilla de 160 trabajadores- «desarrollan un trabajo frenético», de forma que Jesús Merayo confía que, «en un aplazo de cuatro años, se pueda ofrecer a los pacientes un tratamiento personalizado del glaucoma».
Actuar antes del daño
«Lo que ahora llamamos un diagnóstico precoz todavía se puede personalizar y hacer que sea todavía más precoz. Ahora, cuando lo detectamos, ya es tarde, ya está el daño hecho. Lo que queremos es actuar antes de que el exista daño».
Los resultados del trabajo de los investigadores ya son palpables también en las consultas: «Con otra de las nuevas aplicaciones, hemos conseguido reducir los trasplantes de córnea un 30%, de forma que ya se pueden utilizar esos tejidos para pacientes más graves».
Sustituir la córnea por prótesis artificiales como esas «sería impensable hace diez años», abunda Merayo, que subraya que las intervenciones para corregir miopías o hipermetropías, los llamados defectos refractarios, «tienen ya unos índices de eficacia y seguridad altísimos»: «Debemos garantizar que sólo pierda visión uno de cada 2.000 pacientes, lo que es muchísimo».
Fuente: http://www.elcomerciodigital.com/
Imagen: tomando la presion ocular en un paciente
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