Entrevista a la compositora cordobesa Elvira Ceballos realizada por Hector Brondo
La compositora ciega lleva 46 años de enseñanza a personas con discapacidad visual. Recuerda la bohemia del folklore cordobés de los años 60.
Imagen: foto de Elvira
Entonces, las frecuentes tertulias musicales llenaban su casa de claves y canciones, tradición que se mantuvo cuando su familia se mudó a barrio Alberdi, en la ciudad de Córdoba, para que ella y su hermana pudieran estudiar en el Instituto Provincial para Ciegos, que funcionaba en 27 de abril al 2700. En ese hogar, a los 10 años, compuso las primeras dos zambas y un vals que registró en Sadaic.
Allí conoció a Jorge de Córdoba y al Chango Rodríguez, entre otros artistas. Después, unas cuadras más allá, en un verdadero estudio de puertas abiertas, en 2009 grabó Radio AM con Raly Barrionuevo (“uno más de la casa”).
Ha traducido al sistema Braille partituras de tango, folklore, jazz y obras del Renacimiento y desde hace 46 años enseña música a alumnos con discapacidad visual.
“Soy una mimada de Dios, una persona muy dichosa”, dice sentada frente a los dos pianos verticales de origen alemán que dominan la habitación principal de su casa. Un Kriebel y un Helmholtz.
–¿Qué cosas la hacen sentir tan dichosa?
–Me siento muy feliz con lo que tengo, con lo que puedo y con lo que hago. Llevo 46 años de docencia y no me pesan porque enseñar me apasiona.
–¿Cuándo se enamoró de la música?
–Siempre digo que nací con la música. Cuando niña, prefería la guitarra y el piano a los juguetes. Tenía muñecas pero las usaba sólo cuando venía alguna amiga a jugar a casa. La música ha sido la compañera ideal de toda la vida.
–Debutó en la radio a los seis años y a los 10 ya componía, ¿fue una niña prodigio?
–No lo creo. Sólo siento que soy alguien a quien Dios le concedió la dicha de descubrir los encantos de la música de niña.
–En los ’60, Alberdi se caracterizaba por ser un barrio de peñas y guitarreros.
–Si, aunque en realidad en tiempos de mi adolescencia era común que en la mayoría de las casas hubiera algún músico. Por eso las tertulias eran tan comunes. Nos juntábamos en cualquier parte a tocar y listo. Eso se extraña ahora.
–¿Lo conoció al Chango Rodríguez, ícono de la música de Alberdi?
– Si. Vivía en la calle Chubut. No éramos amigos pero sí fui varias veces a visitarlo en la cárcel de barrio San Martín. Él me decía siempre que a la hora de componer lo hiciera de manera sencilla para que la gente no tuviera que estudiar para interpretar mi música. Ése era su pensamiento. Yo digo que hay que nivelar para arriba.
–En prisión escribió “Luna Cautiva”, que Raly Barrionuevo rescató en uno de sus últimos trabajos con una interpretación acertada.
–¡Es una versión hermosa la de Raly! Me encantaría grabarla juntos algún día.
–¿Cuándo lo conoció a Raly?
–En el Teatro del Libertador, en 2001, en un festival de músicos “difíciles”, como siempre digo.
–¿Cómo es eso?
–Era un festival de músicos con capacidades especiales. Yo cumplía de sobra con los requisitos que pedían para poder tocar con los músicos “normales” (ríe). Después me invitó a tocar con su Orquesta Campesina y terminamos grabando. Y acá estamos. Raly es una persona preciosa. Un chico muy comprometido con lo que compone e interpreta. Un tipo con un gran corazón y muy consecuente.
–“Radio AM” se grabó aquí en su casa.
–Así es. Ese disco me provocó sensaciones muy intensas desde un comienzo. Raly me propuso que grabáramos un 13 de junio, el día que cumplía años mi papá. Lo grabamos aquí. A Raly lo pusieron en el baño con un micrófono y un auricular. El material salió el 26 de agosto (de 2009). Vino a casa muy contento a mostrármelo y entre mate y mate iba leyéndome el orden de las canciones. Cuando llegó a Feliz cumpleaños mamá, le dije: “Parate ahí”. Es que mi mamá cumplía años el 26 de agosto. Cuando le conté, nos quedamos con el alma tumbada.
–Las casualidades no existen.
–Es lo que siempre digo. Esa noche, Raly fue a promocionar el disco a una radio y pidió que difundieran ese tema en homenaje a mi mamá. Y contó la historia ¡Fue un regalo hermoso!
–¿Cómo es eso de que su mamá le pidió que le enseñara música?
–Yo tenía 14 años y era maestra de guitarra y estaba por recibirme de maestra de piano y de canto. Ella veía que yo quería seguir estudiando y entonces me pidió que le enseñara a leer para que pudiera dictarme. Alesio, un maestro que tuve, me dijo que mi mamá sabía más música que yo y eso que había aprendido en tres meses. Así estuvimos copiando música durante 32 años. Ella murió a los 92 y un día antes de su muerte, se levantó y me pidió que le copiara. Ella y papá nos enseñaron a vivir en libertad y a ser independientes. Les estoy infinitamente agradecida.
Fuente: http://www.foal.es/
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