La retina requiere para su normal funcionamiento un muy eficiente aporte de oxígeno, y la enfermedad retiniana más común es la retinopatía diabética. En esta enfermedad los vasos capilares que aportan sangre a la retina se ocluyen o rompen y en cualquier caso algunas de las secciones de la retina mueren debido a la irrigación sanguínea inadecuada.
Imagen: gráfico de la retinopatia diabética
Diagnóstico
En la diabetes suele filtrarse suero por microaneurismas, pero por ser transparente sería invisible ante una revisión con el oftalmoscopio.
Un avance importante en el diagnóstico oftalmológico fue la angiografía con fluoresceína desarrollada por Milton Flocks de la Universidad de Stanford en 1950, quien inyectó fluoresceína en las venas de gatos normales y fotografió el paso de la sangre teñida mientras fluía por las arterias y venas. Diez años después Edward Maumanee de la Universidad de Johns Hopkins colocó un filtro azul sobre el oftalmoscopio e inyectó fluoresceína en la vena de una paciente, pudiendo describir con detalle cómo el colorante llenaba los espacios sanguíneos. Así se ponía al alcance de la comunidad médica este procedimiento tan útil para el diagnóstico de esta enfermedad de la retina.
En 1974 se diagnosticaron 600,000 casos de diabetes al mismo tiempo que la retinopatía diabética se convirtió en la principal causa de ceguera en Estados Unidos.
Un paciente puede padecer diabetes de 10 a 20 años antes de que se vea afectada su retina. La retinopatía diabética no representaba un problema importante hasta que se desarrolló la terapia con insulina en 1921, porque la mayoría de los diabéticos morían muy poco tiempo después de presentar la enfermedad. Cuando los diabéticos empezaron a vivir más tiempo la retina empezó a mostrarse más afectada por la enfermedad.
Patología
El cierre de capilares puede provocar muerte en las fibras nerviosas retinianas irrigadas por esos capilares, dando por resultado lesiones llamadas exudados cotonosos. Y si la porosidad del capilar aumenta lo suficiente, pueden presentarse hemorragias.
Alrededor de las zonas de cierre capilar, la retina elabora un factor vasoproliferativo para compensar la falta de oxígeno, esto quiere decir que comienzan a crecer nuevos vasos capilares en la superficie de la retina. Esta llamada retinopatía diabética proliferativa se ve más comúnmente en la diabetes juvenil y puede conducir a la ceguera total por hemorragia. La retinopatía diabética no proliferativa ocurre con mayor frecuencia en los diabéticos que enferman siendo adultos y su agudeza visual rara vez se deteriora más allá de 20/400.
Tratamiento
Al destruir grandes zonas de tejido retiniano no importante se reduce la necesidad de aporte sanguíneo deficiente, y en base a este razonamiento se optó por emplear el laser, primero de rubí y luego de argón, para llevar a cabo este procedimiento. La fotocoagulación por laser produce destrucción retiniana localizada, resultando en una disminución de los requerimientos de oxigeno. Este procedimiento lleva a la regresión de la neovascularización.
Referencia:
David Miller, Oftalmología, Limusa México
Fuente: Blog de Beatriz Mayoral: http://beatrizmayoral.blogspot.com/
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