Todos los años, voluntarios de la ONG Ruta de la Luz operan a los africanos de enfermedades oculares «Es increíble ver a un chaval con el ojo perforado con un palo y que no llora. Ellos asumen el dolor como parte de su vida»
Rafael Labat es un oftalmólogo santanderino de 46 años que reside en Cabezón de la Sal y desde que finalizó sus estudios universitarios sintió el impulso de implicarse en alguna ONG para ayudar a los necesitados.
Desde el año 1995 colabora con la Fundación Ruta de la Luz, especializada en salud visual y compuesta por una cooperativa de 600 ópticas repartidas por toda España que desarrollan sus proyectos principalmente en África y Sudamérica.
Rafa explica cosas increíbles, como que una persona ciega de cataratas en África sobrevive de media dos años a la enfermedad, ya que la dureza del terreno y la escasez de medios hacen que la vida de un ciego sea un calvario. Voluntarios como Rafa, con una simple operación, hacen ver la luz de nuevo a estas personas y las devuelven la esperanza y las ganas de vivir.
Rafa Labat, a la derecha, en uno de sus viajes a África. / DM
-¿En qué año empezó a colaborar con esta fundación?
-La primera experiencia con una ONG fue en 1995, que es cuando se constituye la Fundación Ruta de la Luz y se viaja por primera vez a Mauritania. Elegimos este país porque tenía un acceso más o menos fácil desde España, y en esa época estaba pasando un momento de grandes hambrunas por la sequías del Sahara, pero yo no fui allí hasta el año 1997 y luego repetí en 2000.
-¿En qué año empezó a colaborar con esta fundación?
-La primera experiencia con una ONG fue en 1995, que es cuando se constituye la Fundación Ruta de la Luz y se viaja por primera vez a Mauritania. Elegimos este país porque tenía un acceso más o menos fácil desde España, y en esa época estaba pasando un momento de grandes hambrunas por la sequías del Sahara, pero yo no fui allí hasta el año 1997 y luego repetí en 2000.
-¿En qué consiste su colaboración?
-Hemos montado distintos quirófanos para operar enfermedades oculares como por ejemplo las cataratas, que es la enfermedad de ojos más común y más fácil de operar. También hemos instalado talleres de óptica para graduar gafas y diagnosticar a los pacientes, y por último entregamos gafas a la gente que las necesita.
-¿Cómo reacciona la gente que tiene una visión muy reducida cuando le entregáis unas gafas o realizáis una intervención? ¿Cómo puede cambiar la vida unas gafas?
-Es curioso, porque tienen la idea de que si necesitas llevar gafas es porque tienes una deformidad, pero a la vez ese prejuicio social se convierte en que los ricos y los dirigentes del país salen en la televisión con gafas, entonces se convierte en un prestigio social. Existe esa dualidad. Pero por ejemplo en Nouhadibou, a una niña de seis años con ocho de miopía, le pusimos una gafas y cómo miraba la mano, que nunca se la había visto con tanta nitidez, cómo miraba los colores y como cogía las cosas, y la sonrisa que desprendía su rostro, .... eso no se paga con dinero. O personas que se les opera de cataratas y que llevan años sin ver y de repente ven la luz. Es una gran satisfacción.
-¿Cómo acepta la gente de allí su labor?
-La gente africana es durísima, en el sentido de resistencia al dolor, por todas las necesidades que pasan y por el hambre. Entonces es increíble ver a un chaval con el ojo perforado con un palo y que no se queja, no llora. Cualquier niño occidental le echas una gota en el ojo y empieza a llorar. Ellos asumen el dolor como parte de su vida. Es la ley de la supervivencia.
Fuente: http://www.eldiariomontanes.es/20091011/region/region-occidental/africa-abre-ojos-20091011.html
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