Sebastián Baldassarri, demostró que con esfuerzo, entusiasmo y mucha confianza en uno mismo, las proezas deportivas, aún en la adversidad y ante el descreimiento o sorpresa de muchos, pueden plasmarse.
Y este quilmeño de 32 años es el fiel reflejo de que una discapacidad sensorial como la ceguera, te quita la posibilidad de ver pero no de sentir que las barreras que la vida te pone en el camino, pueden superarse.
Por eso el Jorge Newbery de Oro que gana Sebastián, como lo hicieron los Murciélagos, la Selección Argentina de fútbol para ciegos en 2007, alienta a la integración e inclusión, porque la Subsecretaría de Deportes de la Ciudad de Buenos Aires, ratificó que la discapacidad no contagia y que el deporte, sí. Y premió a este gran lanzador de disco y bala ciego como el mejor atleta amateur del año pasado, compitiendo y superando en merecimientos a deportistas, muchos de élite y super profesionales, de 63 Asociaciones y Federaciones del ámbito de la Ciudad de Buenos Aires.
Sebastián, minutos después de la premiación, dijo que “solo tengo palabras de agradecimiento para quienes me distinguieron con el premio y para mi entrenador, Javier Álvarez, que tanto me ha ayudado y guiado durante largos años.
Fue él, 7 meses antes de Beijing, quien me convenció que intensificara mis entrenamientos en lanzamiento de disco, porque por las unificaciones debía competir contra atletas disminuidos visuales también, con la desventaja que ello representa, y que en bala, mi especialidad y en la que había conseguido tantas medallas a nivel continental, mis chances iban a reducirse considerablemente. Y como de costumbre, no se equivocó, y gané en Beijing la medalla de Plata”.
Baldassarri quedó ciego a los 12 años en un accidente de tránsito. Y luego de asimilar su nueva realidad cursó el secundario egresando con diploma de honor, y mientras daba sus primeros pasos en el atletismo, soñó también con ser abogado. Y lo consiguió recibiéndose en la Facultad de La Plata.
“Me demandó mucho sacrificio –contó Sebastián- porque vivo en Quilmes, estudiaba en La Plata y entrenaba en el CENARD todos los días. Me la pasaba viajando en colectivo. ¡Y los gastos que esto me ocasionaba! Es bien sabido que los atletas amateurs contamos con poco apoyo económico. A partir de mis triunfos deportivos, la Secretaría de Deportes de la Nación, me da una beca, pero los gastos en alimentación, vitaminas, indumentaria adecuada y elementos para competir, es muy grande. Por eso espero que sean cada vez más las empresas privadas que se acerquen a los deportistas para sponsorearlos, porque realmente las necesitamos”.
Sebastián Baldassarri vivió una noche soñada. Y su cuerpo se nutrió nuevamente de una luz muy especial, la que genera su optimista e infatigable alma.´
Fuente:Daniel Hofman
http://fadeciegos.org.ar/
No hay comentarios:
Publicar un comentario