Se trata de una iniciativa de la Oficina de Inclusión Educativa de la UNC, cuyo objetivo es capacitar a los docentes para que implementen estrategias pedagógicas que garanticen la integración de estudiantes no videntes o con baja visión.
Bajo la premisa de que es el profesor quien debe adaptarse al estudiante ciego y no a la inversa, un grupo de profesionales de la Oficina de Inclusión Educativa de Personas en Situación de Discapacidad de la UNC desarrolla un programa cuyo objetivo es capacitar a los docentes y directivos, en la integración de estudiantes no videntes o con baja visión.
Abordar las temáticas de la discapacidad y la accesibilidad de manera institucional, son algunos de las pautas clave. “Si bien la Universidad nunca desatendió a los estudiantes en situación de discapacidad, tradicionalmente se trabajó de manera particular y espontánea y se apuntó a la cuestión correctiva. Es decir, a que el alumno se adapte a la modalidad del docente cuando en realidad debería ocurrir lo contrario”, sostuvo Mauricio Mareño, coordinador del área que depende de la Dirección de Inclusión Social de la Secretaría de Asuntos Estudiantiles (SAE) de la Casa de Trejo.
La actividad está dirigida a docentes y directivos de las distintas unidades académicas y apunta a trabajar sobre herramientas que se pueden aplicar en el aula, a fin de que esta población transite su formación académica en igualdad de condiciones.
El programa se instrumentará de forma paulatina, según las necesidades de cada facultad y estará coordinado por el equipo de la Oficina, de la SAE, además de especialistas en la materia. La semana pasada comenzó en la Facultad de Astronomía, Matemática y Física (Famaf) y en los próximos días se desarrollará en la Escuela de Nutrición que depende de Ciencias Médicas.
“Estamos convencidos de que, para generar inclusión, la Universidad debe trabajar en tres grandes líneas, que son la cultura institucional, las políticas universitarias y las prácticas”, dijo Mareño, para quien “ésta es una obligación institucional y no un problema individual de los estudiantes”.
Lejos de tratarse de una medida aislada, esporádica, y paliativa, el propósito es ponerla en marcha “a través de un trabajo mancomunado, sistemático y permanente que no solo beneficie al alumno ciego sino a todo el entorno académico”, dijo.
Entre las estrategias pedagógicas se encuentra la de emplear mayor descripción en las explicaciones. Es que, “para un estudiante con baja visión no alcanza con el pizarrón, es necesario que pueda seguir el curso de la clase en su totalidad”.
Actualizar el registro
Otras de las principales actividades encaradas por la Oficina de Inclusión Educativa en pos del reconocimiento de la diferencia en la población estudiantil, es la de actualizar el registro de la cantidad de estudiantes en situación de discapacidad que tiene la Casa de Trejo. El último disponible data de 2006 y da cuenta de que habría cerca de 100 chicos bajo esa condición, un número que parece estar bastante alejado de la realidad.
“Hay que implementar un trabajo macro y multidimensional, y por eso es necesario saber a qué universo apuntamos, además de implementar cambios a nivel urbanístico y arquitectónico para eliminar las barreras”, concluyó Mareño.
Fuente: http://www.lmcordoba.com.ar/nota.php?ni=11882
No hay comentarios:
Publicar un comentario