Francisco Gómez-Ulla
Francisco Gómez-Ulla, presidente del congreso. (Andrés Panaro)
Los antiangiogénicos han revolucionado el tratamiento de la degeneración macular asociada a la edad (DMAE) hasta el punto de que la mayoría de los pacientes con el tipo húmedo mantienen la visión y el 36 por ciento la mejoran. Los especialistas que han participado en Santiago de Compostela en el XIV Congreso de la Sociedad Española de Retina y Vitreo han dado testimonio de la trascendencia que ha tenido la introducción de estos fármacos.
La DMAE es una enfermedad degenerativa de la retina que causa la pérdida de la visión central y del detalle de las imágenes; los pacientes sólo conservan la visión lateral o periférica. Mientras la retinopatía diabética es la primera causa de ceguera por debajo de los 50 años, la DMAE lo es por encima de los 55. Como ha puesto de manifiesto Francisco Gómez-Ulla, presidente de la Sociedad Española de Retina y Vítreo (SERV), catedrático de la Universidad de Santiago de Compostela y director del Instituto Tecnológico de Oftalmología de la capital gallega, es una patología que aparece "precisamente en una etapa de la vida en que leer o escribir pueden ser actividades muy importantes para las personas, empeorando, por tanto, su calidad de vida".
Existen dos tipos de DMAE, la seca o atrófica, más frecuente y de evolución lenta, y la húmeda o neovascular, mucho más agresiva y con un progreso rápido hacia la pérdida de la visión central. En la forma seca, la mácula se va atrofiando lentamente; en la húmeda, aparecen neovascularizaciones coroideas o se desarrollan vasos sanguíneos anormales, situados normalmente encima o debajo del epitelio pigmentario de la retina, que rápidamente forman una membrana que destruye la zona provocando una pérdida irreversible de la visión central.
Además, una persona con DMAE húmeda en un ojo tiene un 50 por ciento de posibilidades de desarrollar la enfermedad en el otro ojo en un plazo de cuatro años. Una mancha en el centro de color negro, la sensación de ver curvas las líneas rectas y la ausencia de letras y palabras durante la lectura, son los principales síntomas.
Más indicaciones
Hasta hace muy poco, las opciones de tratamiento eran muy limitadas: "Sólo tratábamos el 15 por ciento de los casos con DMAE y lo hacíamos con láser". Desde el año 2006, los especialistas utilizan fármacos anti-angiogénicos, que actúan sobre el factor de crecimiento endotelial vascular (VEGF) e inhiben los neovasos coroideos. Las expectativas de curación en DMAE húmeda han aumentado considerablemente: "Estos fármacos han supuesto una revolución total, un cambio absoluto de perspectiva; me atrevería a hablar de dos eras: antes y después del uso de los antiangiogénicos".
Según el profesor Gómez-Ulla, los resultados eran impensables hace pocos años: el 90 por ciento mantiene la agudeza visual y el 36 por ciento incluso la mejora. Estas personas pueden volver a realizar actividades cotidianas tan importantes como leer, conducir, mirar la hora o identificar caras.
La mayoría de las investigaciones, tanto en el tratamiento de la DMAE como del edema macular diabético se siguen centrando en las sustancias que inhiben el VEGF. Hay dos fármacos aprobados para uso intraocular en DMAE: pegaptanib sódico y ranibizumab, aunque este último es más eficaz, ha destacado el presidente de la SERV. El bevacizumab tiene un uso compasivo en casos seleccionados, especialmente cuando no se produce una respuesta adecuada al ranibizumab.
En el edema macular diabético, estos medicamentos se están empleando como terapia de rescate cuando falla el buen control metabólico y la fotocoagulación con láser. Hay diversos ensayos clínicos para valorar la eficacia, seguridad y ritmo de las inyecciones intraoculares necesarias en esta patología. De todos modos, en ambas enfermedades el diagnóstico y el tratamiento precoz evitan la mayoría de las cegueras. Por este motivo, los especialistas han recomendado una revisión oftalmológica bianual a partir de los 55 años y un seguimiento de la salud de la retina en las personas diabéticas.
La degeneración macular asociada a la edad afecta al 4 por ciento de la población mayor de 55 años y su prevalencia aumenta con la edad, por lo que a partir de los 75 años llega al 8 por ciento. En España, la padecen más de 750.000 personas y más de 3.000.000 están en riesgo de llegar a sufrirla. Las previsiones de la Organización Mundial de la Salud sugieren que en las próximas décadas la enfermedad triplicará su prevalencia como consecuencia de la longevidad de las sociedades modernas.
PRUEBAS IMPRESCINDIBLES
La tomografía de coherencia óptica (TCO) desempeña un papel esencial en el estudio de la patología retiniana y se ha convertido en una prueba imprescindible. "A mí me gusta decir que es el oftalmoscopio del oftalmólogo moderno", ha dicho Francisco Gómez-Ulla, quien gráficamente la define como un corte histológico, ya que proporciona una visión de las diferentes capas de la retina ofreciendo doble información: "Cualitativa porque podemos ver cómo están las capas de la retina y cuantitativa porque podemos medir el grosor". Otro beneficio es que el especialista puede seguir la evolución que tiene la retina con el tratamiento.La TCO ha ido ocupando progresivamente un lugar en las consultas de los oftalmólogos y es una de las pruebas, junto con la agudeza visual y la oftalmoscopia, que constituyen el estándar del cuidado de las personas con patologías de la mácula.
Según su presidente, en España no existe una formación reglada de los futuros especialistas en retina.
Fuente: Diariomedico.com
ESPAÑA
Publicado por salud equitativa
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