Para tener en cuenta

La información es proporcionada solo con fines informativos y no debe ser usada con fines de diagnóstico o tratamiento. Además no debe sustituirse para diagnóstico y tratamiento profesional. No soy oftalmologa, solo presento noticias e informes que no suplantan la información del medico profesional.

jueves, 4 de marzo de 2010

UNA EXCELENTE CRONICA

QUIERO COMPARTIR CON USTEDES UNA CRONICA ESCRITA POR ENCARNACION RODRIGUEZ MARTIN.

ME SENTI MUY IDENTIFICADA Y SE LOS DEJO PARA QUE REFLEXIONEN:
Reflexiones de un miope.

Podría realizar un breve recorrido por la vida de una miope, un recorrido como tantos otros, como el de tantos otros miopes, como el de toda persona que se para en un recodo del camino y revisa lo que ha sido su vida....y de paso, decide cómo sigue jugando las cartas que le tocaron al iniciar la partida, la de la existencia humana...

La inconsciencia sería la palabra clave de la infancia: el oftalmólogo, después de dictaminar la enfermedad, prescribe unas gafas con una elevada graduación, cristales gruesos, obscuros, demasiado para una criatura de seis años; y lo peor “niña con gafas”; los padres medio avergonzados, hasta el punto de vestirte de comunión y hacerte ir a ciegas, sin las ofensivas, degradantes y avergonzantes gafas.... El padre, su niña, la única, y es miope como él.....

La inconsciencia de los 7 años, vestida de novia prematura, va acompañándose de lo que ahora se diría inseguridad, baja autoestima.... y que en esos años era miedo nunca manifestado, dolor de no ser como las demás. Década de los 50, miope y niña. Tirones de pelo, calificativos afectuosos sin mala fe de los otros niños de la misma edad: gafotas, cuatro ojos..... Los profesores de la época, ante los cristales gordos y la tétrica montura gris-negra, sienten pena, pero no ayudan en las dificultades; comerse los libros, escribir o leer en una mesa de comedor vieja, deslucida y bajo una lámpara con las bombillas mirando al techo, no hace pensar a nadie que necesitas más luz, o más cercanía de los objetos, o simplemente una bombillita enfocada hacia el papel, en dirección al libro de estudio o al bloc de dibujo.....¿ Nunca habían aconsejado a algún padre o madre de familia la manera de tratar y ayudar a un niño muy miope?

En la adolescencia la cosa se complica. Más dioptrías, gafas todavía más oscuras y más gruesas ( así no se notan tanto los cristales-dicen-) Aparece la sensación de sentir vergüenza por no ser como las demás, no ya guapa, sino normalilla; y no llegan los primeros amores, esos que de forma temprana, hacen que la seguridad en uno mismo crezca, que te valores y que te valoren ¿ quien se iba a fijar en una jovencita que llevaba gafas de culo de vaso o de botella, o de garrafón, según se mire, cada vez más gordas y más negras ? Los tiempos tampoco estaban para poder lucir ropita joven, desenfadada, colorista. La cabezas no se llenaban de cabellos rojos con mechas azules, o verdes, o de punta, o engominados o peinados con cresta... Las pesadas antiparras no se transformaban de acuerdo con los colores de las estaciones del año para intentar alegrar una cara triste. Tampoco se recortaban, alargaban o modificaban su estructura para transformarlas en formas y efectos diferentes: ovaladas, pequeñitas, una varilla de cada tono... , un cristal de cada color, no eso se ve que iba a pasar en el siglo XXI. Los niños y jóvenes miopes de mediados del XX eran unos seres avanzados a su tiempo, unos supervivientes a su época.

Un rayo de luz aparece sin pedir permiso: algún ser sensible, investigador de las debilidades humanas crea las primeras “microlentillas”. Una famosa óptica del momento las comercializa. Y aparece la primera experiencia positiva de casi quince años de vida: vivir, puntualmente, unas horas al día, sin gafas. Al menos fuera de casa. La lente de contacto aparece como ese elemento que normaliza, que iguala, que engaña a los demás, que esconde lo que durante demasiados años en la vida de un niño, ha sido tan evidente. Y los padres revelando todos sus temores en los comentarios cotidianos “Cuidado, no las pierdas, que son muy caras, cuidado, que no se te escapen por la tubería del lavabo, cuidado que no te den un golpe, cuidado, cuidado.....” Molestias, muchas molestias en la adaptación, esfuerzos de todos. Unos para vender el nuevo y revolucionario producto; otros para facilitar algo la existencia del muy miope; nuestros ojos...... emocionados ante la nueva situación. Dejar de esconderse tras un cristal, salir a la luz, no pasa todos los días; toda una experiencia, y en una de las etapas que marcan la personalidad del futuro adulto, de ese hombre o mujer en pequeñito que va a crecer con el riego vivencial de cada día. Y resulta ser el inicio de una vida nueva que transforma la cotidianidad de una manera excitante: poder ver las baldosas del suelo, reconocer unas caras a más distancia, identificar la matrícula de un coche, evitar que se valorase a alguien por vivir escondido detrás de un chisme al que se tenía que agradecer, a pesar de todo, su existencia . Olvidar comentarios cariñosos : “ Sí, pero.....lleva gafas”; poder optar, como todos los adolescentes a ese primer amor que siempre se fija en la estética del otro, que compite por el o la más afortunada.... Y una importantísima reflexión: ¡ah!, o sea que, si ahora veo mejor, ¿ quiero eso decir que la vida se puede ver de muchas maneras ? Y por primera vez, y como consecuencia de las limitaciones impuestas por el oftalmólogo-, no estudiar, no viajar en autobús, no comer carne de cerdo, no llevar tacones......- inconscientemente decides tomar las riendas de tu existencia y la primera decisión es la de ¡vivir!, con dignidad, con las oportunidades que una escasa visión te brinda, con los inconvenientes de una sociedad poco respetuosa y tolerante con la diferencia, con la ansiedad que supone saber todo lo que no puedes hacer y la angustia de un futuro incierto.....Y vivir supuso estudiar ” (¿ para qué, si al fin y al cabo la mujer acaba casándose ? ¡Que despilfarro! Con unos estudios de comercio ya tiene más que suficiente... )”, iniciar relaciones nuevas, implicarse en cuestiones sociales, casarse, tener hijos, olvidar tu enfermedad, que no defecto, hasta el punto de no saber su importancia y gravedad ni tu propio marido, hasta el punto de no hacer descansar los ojos de las prótesis que los ayudaban, para que nadie te llegara a ver con unas gafas de 23 dioptrías; ir al optometrista sola, obviar sus comentarios sobre la graduación y la imposibilidad de conseguir una lente igual de gruesa pero más cómoda, mejor adaptada a la fisonomía de cada ojo; odiar pacíficamente al oftalmólogo de turno que opinaba que tendrías que “vivir” sin tus lentes de contacto

Una forma de vivir, como la de aquel otro miope que informa a todos sus conocidos de lo mal que se pasa, de las dificultades del día a día, del problema de tener descendencia en el caso de ser miope y mujer, aquel miope que pide ayuda y la recibe, que expresa lo que siente y padece que abre las puertas a la ayuda de otros que ven y experimentan las sensaciones de la vida como él, que ha optado por la vía de asegurar su visión al máximo, que se cuida.....

La segunda parte de esta pequeña crónica, respira más optimismo, disfruta de más vitalidad, a pesar de las enfermedades que un gran miope puede llegar a padecer y de las que nunca nadie le ha hablado. La madurez, la adaptación, el aceptarte como siempre has sido, preparándose para lo inmediato y lo futuro, buscando recursos personales.......el siglo XXI transforma al niño o niña miope en un ser diferente, con menos miedos, con ilusiones renovadas...pero, ¿ cuál es el secreto ?

El adulto miope toma conciencia de su problema pero la sociedad también es discapacitada y esta cuestión es tan o más difícil de arreglar que la enfermedad misma.

Con el tiempo el adulto elige su opción de vida, de la vida que le queda cuando es consciente de que tiene que decidir, cuando harto de esconderse para poder leer más cómodamente con sus gafas gordas-reducidas-de precio- de- oro, alguien llega, le ve, se asombra, pregunta..... Y llega el momento: sí, es que hace muchos años....., de pequeño, ya sabes, el sarampión, pero lo puedo hacer todo ¿eh?, claro, es que con lentillas no se me nota.....o aceptar la situación, crecer, madurar y presentarse en el trabajo un día con las supergafas-reducidas-que- valen- un- ojo de la cara y ante la mirada asombrada y espantada de jefes y compañeros decir: pues sí, no veo tres en un burro, pero no pasa nada, no pongáis esas caras de......

El gran miope, como nos llaman ahora, se entera de la gravedad de su dolencia cuando el problema deja de resolverse con las super-gafas-reducidas-compradas-a- precio- de- oro: han aparecido las dolencias asociadas de las que nadie le había hablado. Y encima, en su tiempo, no había Internet para consultar. Así, analfabeto total, visualmente hablando, se enfrenta a la retinosis, la corioidosis, la degeneración retiniana, el glaucoma, el desprendimiento de vítreo....y se da cuenta de que durante toda su vida no sólo ha engañado, si no que también lo ha sido y se tiene que enfrentar a “no se podía asegurar nada”, “cada ojo es diferente”, “personas con menos agudeza que usted llevan una vida normal”.........y encima nadie le define qué quiere decir la palabra “normal “....(¿ dedicarse a la delineación, al dibujo de planos, a conducir un autobús, ir de compras, ser amo de casa, trabajar ocho, diez, doce o veinte horas, chocar con los faroles o no ver los escalones? )....Y después de un episodio depresivo, o varios, decide preguntarse a sí mismo ¿ qué es lo mejor para mí, ahora que dispongo de la información necesaria gracias a las asociaciones de afectados ?. Y por primera vez en vida de miope grande, o magno, o ....deja de esconderse, sale del armario y vive; la sociedad no facilita nada ( pero si se te ve muy bien ) ( sí, pero yo a ti no, contesta el miope ingenuamente ).....decide cambiar su forma de “ver” y vivir con conciencia disfrutando de los placeres visuales que nos ofrece el mundo, cuidándose, participando y ayudando a otros en su misma situación, pero que todavía no lo saben, escudriñando cada puesta de sol, cada color de las estaciones, cada tono del mar, saboreando la satisfacción de saber ver.....hasta que se pueda. Y después.....¿alguien sabe si va a tener un después?

Autora.
Encarnación Rodríguez Martín

Fuente: http://lacomunidad.elpais.com/glhoria/2010/2/28/reflexiones-un-una-miope-

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Cuando se apaga la luz. Mi historia con Maculopatia

Cuando se apaga la luz. Mi historia con Maculopatia
No soy escritora, ni pretendo serlo, solo tuve la necesidad de dar un mensaje de aliento, dejar palabras positivas e informar, porque ese es el objetivo que tengo muy fuerte.Una enfermedad sea cual sea, puede vivirse de dos maneras: sentado lamentándose por lo que no se tiene o seguir adelante afrontando lo que nos tocó. Mi historia es simple, sencilla, pero escrita con el corazón.Estoy convencida que si sale de nuestro interior seguramente será suficiente para que te emocione, te movilice, te lleve a tomar la vida con otra mirada.Seguir siempre y a pesar de caer, ¡volver a levantarse! “Lo esencial es invisible a los ojos, solo se ve con el corazón…”