Exposición de arte para no videntes busca que la urbe entienda la realidad del colectivo.
Imagen: César Villacís aprecia la obra “Una cama para soñar”, que se exhibe en la Bienal de Arte No Visual
César Villacís, un joven con discapacidad física, recorrió varios de los 11 cubículos donde se exhiben piezas artísticas que se deben apreciar con todas las manos, pies, olfato, oído, menos con la vista.
Al estudiante de artes de la Universidad de Especialidades Espíritu Santo (UEES) en su silla de ruedas le vendaron los ojos, y fue conducido por una ayudante, cual bastón que guía a los ciegos, hacia un mundo que intenta ser hecho a la medida de él.
En el puesto 6, el sonido del agua y el olor a incienso sugieren estar en contacto con la naturaleza. Precisamente “Yo un árbol” se llama esta obra de Federico Larrea, que para ser apreciada se precisa de las manos.
César no tuvo mayores problemas para experimentar esa forma de arte. Luego de que palpó un tronco, varias ramas y el olor a hierba preguntó: “¿Es un bonsái?”. El autor le dijo que no necesariamente.
César reconfirmó la información con sus manos y se afanó en que estába ante un árbol. “Aquí aprendes a desarrollar los sentidos”, concluyó el estudiante de la UEES, que se dirigió al salón 3 para “ver” la obra “Chacuatrepanador”.
Ingresar al pequeño salón toma su tiempo. Su creador, Jorge Jácome, hizo ajustes de sonido, pues el oído es el sentido que se tiene que usar para acercarse a la obra.
La asistente lo colocó frente a una especie de mesa, le puso audífonos y Jácome le dijo: “Puedes tocar”.
Las manos tratan de descifrar lo que es eso: un tablero redondo con cuerdas. “Toque las cuerdas”, sugirió Jácome.
Cuando César le tomó la palabra dio la impresión de que se encontraba en un estudio de grabación musical.
Con el extraño objeto de tres cuerdas se pueden interpretar melodías, las cuales son grabadas y modificadas con efectos especiales.
“Este trabajo es creativo. ¿Y se puede hacer música? Me sorprendiste gratamente”, expresó con el pulgar hacia arriba César.
En “Una cama para soñar”, de Sara Roitman, con los contornos de los dedos circundó un objeto rectangular de suave textura. La baja temperatura del lugar lo hace fresco. “Parece una cama”, comentó.
A otras obras no pudo acceder porque requerían de sensibilidad en las extremidades inferiores. “Creo que allí hubo una falla por parte de los creadores”, opina.
Pese a eso, pudo conocer la obra “Susurro”, de Michael Vera, Pedro Sánchez y René Ponce. Antes de entrar vendado una extraña voz musita: “Confía en mí. Yo soy tu guía”. Luego de que el guía lo colocó frente a una mesa en la que había un libro en lenguaje braille, le contaron una historia. El tiempo le quedó corto para recorrer todos los cubículos, pero reafirmó: “Este tipo de exhibiciones agudizan los sentidos”.
La propuesta
Según Roberto Vernimmen, director de Acción Social y Educación del Municipio de Guayaquil, la intención de esta exhibición, que va por su cuarta edición, es que los demás ciudadanos se coloquen en el puesto de las personas con discapacidad, conozcan sus derechos y sepan cómo se sienten. El funcionario destacó que el país es uno de los referentes en este tipo de muestras.
Los trabajos exhibidos se escogieron de entre 26 participantes en todo el país, de los cuales solo se seleccionó a 11. Los artistas escogidos son de Guayaquil, Quito, Cuenca y Ambato.
Fuente: http://www.eltelegrafo.com.ec/
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