Efecto estenopeico
Ejemplificando los rayos de luz son flechas que salean en todas las direcciones, divergentes saliendo del punto del exterior hay que ver. Para conseguir una imagen nítida, todas las flechas tienen que llegar a su diana, concentrarse todos los rayos en un solo punto de la retina. Para convertir esos rayos que salen divergentes desde el punto iluminado en convergentes dentro del ojo, tenemos el sistema óptico: una serie de lentes (principalmente la córnea y el cristalino). Cuando el sistema óptico no es perfecto, hablamos de defectos de refracción. Eso significa que las lentes del ojo no consiguen enfocar correctamente la imagen; es decir, las flechas no llegan al mismo punto.
También hay un truco adicional para mejorar la situación cuando las lentes no funcionaban bien: eliminamos parte de las flechas desviadas mediante un panel que hace de pantalla, con una apertura en medio. El arquero, el agujero del panel y la diana debían estar alineados. No es un sistema perfecto, porque todavía se pueden colar algunas flechas por el agujero que no dan en el centro de la diana, pero sirve bastante bien. Esta propiedad se denomina efecto estenopeico. Pero vemos que el sistema consiste simplemente en bloquear los rayos más periféricos (las flechas más desviadas) con algo opaco. No es necesario que sea un sistema móvil y adaptable según las condiciones de iluminación, o que esté dentro del ojo. Es suficiente con que el agujero esté alineado (es decir, si el ojo está centrado en el objeto que mira, el agujero debe estar justo delante del ojo).
En el dibujo de abajo vemos una pantalla delante del ojo, con un agujero en el centro. Los rayos centrales (que son los que menos se pueden desviar) se representan por líneas contínuas, y entran a través del agujero. Las líneas discontínuas representan los rayos más periféricos, que se proyectarían lejos del punto al que tienen que ir. Sin embargo, vemos que no pasan por el agujero, por lo que finalmente no llegan a la retina y no desenfocan la imagen.
Imagen: dibujo que proyectan los rayos
La pupila es un agujero relativamente grande (entre 2 y 4 milímetros, más en condiciones de penumbra; raramente es menor de 1 milímetro), y está cerca de la retina. Lo podemos representar como una pantalla con un agujero grande muy cerca de la diana. Así, las flechas que van a llegar cerca del centro de la diana se colarán a través de la pupila. ¿Cómo podemos mejorar el sistema?. Seguro que ya se os ha ocurrido: haciendo un agujero más pequeño. Cuanto más pequeño es éste, siempre que esté centrado en la diana, menos flechas desviadas se colarán. Pero ahora, juguemos con la distancia de la pantalla. Nos tenemos que dar cuenta que las flechas llegan convergentes hacia la diana: provienen de arriba, abajo, izquierda y derecha, apuntando aproximadamente al centro. Aunque algunas no vayan a impactar en el centro, conforme se acercan a la diana más cerca están de la trayectoria rectilínea (o sea, de la línea que uniría el arquero y la diana). Por tanto, si el agujero de la pantalla es el mismo, al alejarlo de la diana, algunas flechas que antes se colaban por el agujero ahora están más lejos del centro y quedan bloqueadas.
Imagen: grafico de la explicación anterior
En definitiva, se trata de que las flechas que siguen una línea recta del arquero a la diana pasan sin problemas por el agujero, mientras que las flechas con una trayectoria más larga (salen divergentes del arquero, y luego se hacen convergentes cerca de la diana) son bloqueadas. Si nos paramos a reflexionar, con un agujero pequeño y relativamente lejos de la diana, las flechas que llevan una trayectoria larga (primero divergente, luego convergente) pero que iban a llegar bien al centro de la diana, también son bloqueadas por la pantallas. Este efecto estenopeico no distingue bien entre rayos enfocados y desenfocados; bloquea los rayos que entran más periféricos al sistema óptico, que son los más susceptibles a llegar desenfocado, pero también pueden ir enfocados. O sea, los rayos que iban a llegar a la periferia de la córnea ya no llegan. Quedan sólo los que van por el centro, que no sufren efecto de las lentes del ojo y llegan directamente a su destino.
Así que ya lo tenemos: un agujero muy pequeñito, y relativamente lejos de la retina. Con esto, podemos “corregir” el defecto de graduación.
Volvamos a repasarlo en imágenes. Aquí tenemos un esquema del funcionamiento de un ojo que necesita graduación:
Imagen. Los rayos llegan a puntos diferentes de la retina. El del centro es el que no se desvía, es el que llega al lugar correcto.
Ahora vemos , el efecto del agujero estenopeico
Los rayos que entran más periféricos se bloquean, y solo pasan los más centrales, que obligatoriamente tienen que estar enfocados.
Pruébelo en casa
Ahora viene la parte divertida. Si utilizas gafas estás de suerte, puedes probar el efecto estenopeico, sin ningún riesgo y con muy poco material. Coge un trozo de papel o cartulina, y perfóralo. Un agujero de un milímetro o un poco menos. Ahora quítate las gafas y mira a un objeto lejano. Lo ideal es mirar unas letras que con gafas las lees pero sin gafas no. Ahora, ponte el papel delante del ojo, cerquita (si te lo separas más de 1 ó 2 centímetros del ojo, posiblemente no veas nada). Centra el agujero, y … ¡magia!, puedes leer las letras.
El sistema no es perfecto, si tienes un defecto de graduación grande (muchas dioptrías) puede que sigas sin ver las letras. Incluso puede que necesites variar el tamaño del agujero e incluso la distancia con el ojo. Por otra parte, aunque ganas en nitidez, la imagen se ve más oscura (lógicamente, ya que estamos eliminando rayos luminosos). Además, hay una reducción importante del campo visual, estamos viendo a través de un agujerito sólo lo que hay justo delante.
Patas de gallo en el miope y un poco de etimología
Aunque el efecto estenopeico es aplicable a todos los defectos de graduación (y en ocasiones a la pérdida visual por la catarata), quienes más lo suelen percibir son los miopes. Así, cuando un miope no va bien graduado (por ejemplo, no le han diagnosticado todavía la miopía o no lleva las gafas puestas) y tiene que leer algo de lejos, entrecierra los párpados. Parece que se está concentrando en leer el cartel, pone cara de concentración y se contrae el músculo de los párpados. Puede parecernos algo natural, que está “forzando” la vista para leer el cartel. Sin embargo, no es lo que tiene que hacer el ojo normal. Un globo ocular sin defectos de graduación recibe la imagen lejana enfocada directamente, no hay que esforzarse o concentrarse. El miope, sin embargo, al entrecerrar los ojos, aproxima los bordes de los párpados de manera que deja una hendidura estrecha. Sin duda lo habéis adivinado: es un efecto estenopeico. Imperfecto porque sólo estamos bloqueando los rayos superiores e inferiores, pero muchas veces es suficiente.
De hecho, la etimología de “miopía” se refiere a esa tendencia del miope de utilizar el efecto estenopeico con los párpados. myo viene del griego, que significa “guiñar, cerrar el ojo”, ops significa “ver”.
Así que ya sabe: si no quiere adelantar las temidas patas de gallo, póngase las gafas
Su aplicación al diagnóstico
Evidentemente no vamos a ir con un agujerito estenopeico por la vida. Si probáis a poner en unas gafas (aunque sean de sol, sin graduar) un papel con un agujerito en el centro, veréis que uno no puede hacer vida normal. Sí, lo poco que vemos está nítido, pero sin campo visual no nos podemos manejar.
Pero en la consulta del oftalmólogo nos sirve. ¿Para qué?. Recordemos que es capaz de corregir una parte de los defectos de graduación, y en ocasiones parte de la pérdida visual por la catarata (en general, cuando el origen está en los medios transparentes). Pero no corrige las pérdidas visuales originadas más atrás, en la retina y el nervio óptico.
Así, sin necesidad de graduar al paciente ni hacer más exámenes, comparando la agudeza visual espontánea y la que se obtiene mediante agujero estenopeico podemos estimar dónde está la causa de la pérdida de visión.
Para medir así la agudeza visual utilizamos unas sencillas herramientas. Podemos utilizar un oclusor con agujeritos:
Imagen: oclusor con agujeros
Se pone delante del ojo a examinar. Lógicamente, el otro debe estar tapado. De hecho, para facilitarnos la tarea podemos utilizar otra herramienta sencilla que haga ambas cosas: tapar un ojo y poner un agujero estenopeico en el otro.
Imagen: aparato estenopeico
Se coloca como un antifaz, y un ojo queda tapado. Inicialmente la parte móvil queda levantada como vemos en la imagen, y así tomamos la agudeza visual espontánea a través del gran hueco. Luego, bajamos la placa móvil, que no es opaca del todo sino que tiene unos agujeritos.
Imagen: antifaz
Por tanto, la agudeza visual obtenida mediante el agujero estenopeico es la que vamos a conseguir como mínimo al graduar o eliminar la catarata. Por el contrario, si la visión no mejora nada con el agujero estenopeico, teóricamente habría que buscar la causa más atrás. Aunque en la práctica un resultado negativo (que no mejore con el agujero) no descarta problema de refracción, y menos las cataratas.
Sin embargo, un resultado positivo (que sí mejore con el estenopeico) sí es fiable y nos indica que seguro que no toda la pérdida visual es achacable la retina o el nervio óptico. Es más: si a través del agujero obtenemos una agudeza visual del 100% significa que la retina y el nervio óptico ofrecen una visión central buena, y posiblemente hayamos descartado una enfermedad a este nivel (el tema es más complicado, porque hay enfermedades que apenas afectan a la visión central y sí a la periférica, por ejemplo)
IMPORTANTE: por Internet hay varias estafas que intentar vender gafas con agujeritos, afirmando que es un método para “rehabilitar” y “curar” defectos de graduación. Es totalmente mentira. El ojo no mejora ni se entrena por utilizar el agujero estenopeico; es sólo una herramienta diagnóstica. Y de esto no hay ninguna duda. Así que, por favor, que nadie se deje engañar.
Fuente: http://ocularis.es/
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