Disponer de mejores pautas preventivas y fármacos que permitan un mejor cumplimiento terapéutico mejorará el abordaje de los pacientes que han desarrollado glaucoma.
La necesidad de nuevas herramientas que mejoren la prevención y de nuevos fármacos que aseguren el cumplimiento son las principales conclusiones del simposio Manejo futuro del glaucoma, que se ha celebrado en el Congreso Mundial de Oftalmología, de Berlín.
Son necesarios fármacos más efectivos, con mayor potencia y duración y, si es posible, que se administren en combinaciones fijas
El manejo óptimo del glaucoma se sustenta en un diagnóstico apropiado en el que no se debe confiar en la medición de la presión intraocular, ya que tiene limitaciones. Por eso, se opta por la realización de una gonioscopia cuando se sospeche la enfermedad.
Posteriormente, deberá evaluarse la progresión con técnicas de imagen y los cambios funcionales con el análisis de progresión en glaucoma GPA-II. El tercer paso es el establecimiento de objetivos en el rango de la presión intraocular, teniendo en cuenta la asociación espuria entre fluctuación y tratamiento. Por último, se comenzará el tratamiento precoz y se tratará de mejorar el cumplimiento, teniendo en cuenta factores como calidad de vida, coste, educación del paciente y relación con su médico.
Selección de pacientes
Anders Heijl, jefe del Departamento de Oftalmología del Hospital Universitario de Malmö, en Suecia, ha repasado en el simposio, patrocinado por Allergan, los datos de un ensayo en el que se reclutaron todos los pacientes de su servicio con glaucoma en ángulo abierto con pérdida de visión manifiesta asociada a la enfermedad y a los que se les realizó un seguimiento superior a cinco años, durante el que se les efectuaron al menos cinco campos visuales con el estándar de algoritmos suecos de umbrales interactivos (SITA).
Como criterios de exclusión se establecieron la presencia de otra comorbilidad, excepto catarata, con influencia importante en la función visual, pacientes participantes en el Estudio del Tratamiento del Glaucoma Incipiente (EMGT) y aquéllos sin consentimiento informado.
El ensayo reclutó en total 583 pacientes a los que se siguió durante 7,8 años, con un resultado de media de pérdida de 0,8 dioptrías por año. En cuanto a la pérdida de calidad de vida, una menor pérdida de campo "es un gran indicador de pérdidas en el futuro".
"Los pacientes con mayor riesgo de desarrollar minusvalías a causa de la ceguera son aquéllos con mucha pérdida de visión en el momento del diagnóstico comparado con personas de su edad, por lo que debe pensarse primero en las zonas seguras y no seguras. Si la pérdida se produce en una zona no segura, debe plantearse un tratamiento más ambicioso desde el principio".
Riesgo elevado
Además, no se debe olvidar que los pacientes con altas tasas de progresión tienen también un gran riesgo, por lo que el especialista debe medir la tasa de penetración y, en función de los resultados, reajustar la presión que se quiere conseguir.
"La edad y el daño son los aspectos cruciales y el aumento de 1 mmHg en la presión intraocular eleva el riesgo de glaucoma entre un 10 y un 20 por ciento", ha advertido.
Jun B. Yan, oftalmólogo de la Universidad de Toronto, ha repasado las limitaciones existentes en el manejo del glaucoma. En opinión del especialista, son necesarios fármacos más efectivos, con mayor potencia y duración y, si es posible, en combinaciones fijas, y con los mínimos efectos secundarios posibles.
Según su criterio, la terapia ideal debería ser segura, cómoda para el paciente y debería causar el menor daño posible, eliminando el escozor y la hiperemia.
El investigador canadiense ha presentado en el congreso los datos de un estudio que ha realizado sobre la relación entre la tolerabilidad y los cambios en la presión intraocular al modificar la combinación fija dorzolamida/timolol a brimonidina/timolol en el tratamiento del glaucoma en ángulo abierto.
El ensayo se ha realizado mediante un cuestionario de tolerabilidad que el paciente respondía en la visita basal y a la finalización, en la semana 12, intercambiando la medicación a las 8 semanas.
Los resultados del trabajo mostraron una correlación significativa entre tolerancia basal y el descenso de la presión intraocular al cambiar de dorzolamida/timolol a brimonidina/timolol. El cambio en la presión intraocular fue significativo, de 2,1 mmHg, sólo en los casos que presentaban intolerancia de moderada a grave.
Fuente: http://oftalmologia.diariomedico.com/
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