Esta semana 400 expertos se han reunido en Madrid en el IX Congreso de la Sociedad Europea del Glaucoma con la esperanza de alcanzar, lo antes posible, una solución eficaz.
El 2% de las personas mayores de 40 años sufre glaucoma en el mundo, una enfermedad del ojo que provoca la pérdida gradual e irreversible de la visión. El tratamiento apropiado disminuye la progresión, desemboca en ceguera. La buena noticia es que los expertos están cada vez más cerca.
Imagen: control oftalmologico
“Los congresos médicos son la mejor oportunidad para el intercambio de conocimientos entre los profesionales. Los avances más significativos se explican, discuten y comparten. El aprendizaje se acelera y también su puesta en práctica”, explica a SINC Francisco Javier Goñi, investigador del Instituto Oftalmológico de Barcelona y el único miembro español del Comité Ejecutivo de la ESC.
El congreso ha celebrado hoy el Spanish Day, una jornada en la que el español es el idioma utilizado para que los y las oftalmólogas españolas no especialistas en glaucoma tengan acceso a los últimos avances en el diagnóstico y tratamiento de la enfermedad.
Los expertos tienen claro cuál es, de momento, la única elección. “La mejor medida es ir al oftalmólogo periódicamente. El futuro nos depara una expectativa de vida más larga, lo que implica un mayor riesgo de perder la visión por glaucoma. De aquí la importancia de su detección a tiempo, que permitirá reducir el riesgo “, subraya Goñi.
¿Dónde estamos?
Las novedades en el campo del tratamiento médico antiglaucomatoso no tienen que ver con nuevos productos activos ni mecanismos de acción diferentes a los tradicionales. La idea es mejorar la tolerancia de estos fármacos y reducir los efectos secundarios.
“Pronto se dispondrá de fármacos genéricos, lo que reducirá su coste, pero con la incertidumbre de si la eficacia y tolerancia será equiparable a la de la marca utilizada hasta entonces. Los estudios de equivalencia no son factibles con colirios, lo que deja abierta la puerta a la duda”, apunta Francisco J. Muñoz Negrete, jefe del Servicio de Oftalmología del Hospital Ramón y Cajal y uno de los ponentes del Spanish Day.
Las dianas terapéuticas clásicas en el glaucoma se han ocupado de intentar reducir la presión ocular. “Sin embargo, la diana sobre la que deberíamos actuar es la que determina la pérdida de visión, es decir, las células ganglionares de la retina”, indica Muñoz Negrete. Aunque desde hace muchos años se intentan desarrollar estrategias neuroprotectoras, los estudios actuales concluyen que no hay evidencia de que ningún agente sea efectivo para prevenir la muerte de estas células.
Los últimos avances son los colirios que contienen factores de crecimiento, con resultados esperanzadores en los estudios preliminares, y los fármacos desarrollados con tecnologías de ARN de interferencia, que permiten un desarrollo muy rápido de medicamentos específicos y de larga duración.
Algunos de estos productos están ya en fase de experimentación humana y podrían estar disponibles en los próximos años. Una buena noticia para las personas que, como Celia Moreno, no quieren dejar de ver nunca.
CELIA: UN CASO DE 4.000 EN ESPAÑA
A Celia Moreno le diagnosticaron glaucoma a los 40 años. “Fue en un reconocimiento médico en el trabajo, al revisarme la vista me dijeron que debía ir un especialista porque tenía la tensión ocular muy alta. Después de 15 días de pruebas, me explicaron que tenía glaucoma”. De eso hace ya 18 años, dos operaciones y muchos tratamientos. “Te llegas a acostumbrar, aunque cada vez estás peor”, cuenta.
Existen cuatro tipos principales: glaucoma de ángulo abierto o crónico (sin causa conocida y con tendencia a ser hereditario); glaucoma de ángulo cerrado (agudo, sucede de manera súbita y dolorosa); glaucoma congénito (se transmite de padres a hijos, presente al nacer) y glaucoma secundario (causado por fármacos u otras enfermedades).
El caso de Celia es el más común. Heredó el glaucoma crónico de su abuela, que murió casi ciega, aunque en aquella época los médicos desconocieran la causa de su ceguera. “Mi hermana también tiene la presión alta, pero por ahora ella no ha desarrollado la enfermedad. Además, mis hijos deben revisarse con frecuencia”.
La presión intraocular alta o ‘glaucoma’ se debe a una falta de drenaje del humor acuoso, un líquido transparente que nutre y oxigena las estructuras del globo ocular. Esta enfermedad causa pérdida gradual de la visión periférica (lo que se conoce como visión túnel), lesiones en el nervio óptico y, si no se corrige a tiempo, provoca ceguera.
La tensión normal del ojo es de 12 a 22 milímetros de mercurio, aunque hay personas que presentan lesiones del nervio óptico tipo glaucoma sin tener más alta la presión intraocular (el 25% de los casos) e igualmente, individuos con la tensión elevada no desarrollan lesiones del nervio óptico. Hoy, los tratamientos disponibles se basan en reducir la presión ocular por medio de fármacos o cirugía, según el tipo de glaucoma
“En un futuro cercano se reducirán las altas tasas de ceguera asociadas al glaucoma”
Elena Millá es una de las principales ponentes del Spanish Day, la jornada que se ha celebrado hoy en el IX Congreso de la Sociedad Europea del Glaucoma. SINC habla con esta investigadora de la Unidad de glaucoma y genética del Hospital Clínic de Barcelona y del Instituto Condal de Oftalmología, para quien el diagnóstico genético molecular del glaucoma abre las puertas a terapias génicas más eficaces.
Elena Millá, a las puertas del IX Congreso de la Sociedad Europea del Glaucoma. Foto: SINC.
En el mundo hay 60 millones y medio de personas con glaucoma y la comunidad científica estima que en 2020 serán casi 80 millones. En España, un 2% de la población mayor de 40 años la padece, y es la primera causa de ceguera irreversible.
¿Cuáles son las causas de una enfermedad que cada vez afecta a más gente?
Se unen diversos factores: una regulación anormal del humor acuoso del ojo (con el consiguiente aumento de la presión intraocular), factores genéticos, problemas vasculares, alteraciones metabólicas e inmunológicas... Dada la mayor concienciación de la gravedad de esta enfermedad, cada vez se realizan exámenes más precoces gracias a los cuales es posible diagnosticar más casos y a edades más tempranas. Aún así, se calcula que hay un 50% de casos sin determinar y que en el momento del diagnóstico un 10% de la gente ya está ciega de un ojo.
¿Cómo es la calidad de vida de las personas con glaucoma?
El glaucoma es una enfermedad progresivamente invalidante que va mermando el campo visual desde la periferia hasta el centro. Por eso las personas que la padecen tardan en ser conscientes de dicha pérdida visual, lo que provoca un retraso en el diagnóstico. Actos cotidianos como bajar escaleras o conducir pueden llegar a ser actividades muy peligrosas.
¿Cuáles son las posibles soluciones?
Es de vital importancia la detección precoz de la enfermedad para iniciar lo antes posible un tratamiento adecuado a cada paciente según sus niveles de presión intraocular, su edad, sus hábitos... Habitualmente se inicia con un tratamiento tópico hipotensor (en forma de gotas) que puede dar paso a una intervención con láser o cirugía en caso de no lograrse un buen control de la presión.
¿Por dónde van encaminados los nuevos estudios? ¿Fármacos o cirugía?
Se han ampliado enormemente las dianas terapéuticas para frenar el glaucoma. Hasta hace poco solo se contemplaba la posibilidad de disminuir la presión intraocular. El diagnóstico genético molecular del glaucoma nos abre las puertas a una terapia génica cada vez más cercana, que reemplace el producto mermado por la mutación. Además, el campo de la neuroprotección contempla la posibilidad de preservar la vida de las células ganglionares retinianas. Por último, la mejora de la nutrición vascular al nervio óptico contribuiría a paliar el barotrauma (daño causado a los tejidos del cuerpo por una diferencia de presión) que sufren las fibras nerviosas del ojo y hacerlas más resistentes.
¿Es optimista con el futuro de la enfermedad?
Dado el considerable esfuerzo diagnóstico y de investigación en diferentes terapias antiglaucomatosas, podemos ser optimistas y pensar que en un futuro cercano nuestros pacientes podrán ser diagnosticados antes y recibir un tratamiento más personalizado y adecuado a sus características. Con ello, se reducirán las altas tasas actuales de ceguera asociadas a esta enfermedad.
Fuente: http://www.plataformasinc.es/
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