No todas las roturas son iguales, existen los agujeros retinianos y los desgarros.
Los agujeros son eso, zonas redondeadas en donde no hay retina. Se supone que el vítreo ha arrancado una zona completa de retina y queda este agujero. El trozo de retina que se ha separado puede no estar, pero si está se llama opérculo, y se puede observar “flotando” por encima del agujero. No todos los agujeros los ha causado el vítreo. En pacientes miopes pueden existir una lesiones en la retina que son básicamente zonas más débiles y adelgazadas. Con el tiempo estas zonas pueden adelgazarse tanto que se forman auténticos agujeros. Estas “roturas” se denominan agujeros tróficos, suelen ser pequeñitos y el potencial de producirse un desprendimiento de retina a partir de ellos es relativamente bajo
En esta imagen vemos un agujero (este es de tamaño más bien grande).
En el interior se ve un color más anaranjado porque no hay retina neurosensorial, se ve directamente el epitelio pigmentario, que tiene un color anaranjado más intenso.
Los desgarros tienen una zona de retina que queda como un “pellejo” suelto flotando hacia el interior del ojo. suelen tener forma de “U”, y lo que queda flotando hacia el interior es la lengüeta de esta U. Esta lengüeta es la zona que ha sufrido la tracción del vítreo. Para el mismo tamaño y localización, un desgarro es más peligroso que un agujero. Y ya que hablamos de tamaño, existe una variante llamada desgarro gigante. Como es fácil de suponer, estos desgarros son muy grandes y casi con seguridad producen un desprendimiento de retina (difícil de tratar, por otra parte)
Aquí vemos dos desgarros grandes con forma de “U”. La legüeta interior es el colgajo de la retina que ha sufrido la tracción. El “cuerpo de la U” es la parte que carece de retina, por lo que la vemos más oscura.
Ademas de la diferenciación entre agujero y desgarro, la peligrosidad de las lesiones dependen de otros factores:
- Número: es fácil entender que si hay muchas roturas el riesgo es mayor
- Tamaño: cuanto más grande es la rotura, más fácil es que se introduzca líquido bajo la retina.
- Posición: las lesiones que están en la parte superior de la retina son más peligrosas que las inferiores, por el efecto de la gravedad.
Y por último, mencionar que las zonas de debilidad en la retina de los miopes, hay que vigilarlas especialmente porque es fácil que se produzcan roturas en ellas. De hecho, existen algunos tipos de estas lesiones que reciben tratamiento aunque no estén rotas, dado que la posibilidad de rotura es muy alta.
¿Prevención de las roturas?
La prevención es más bien un deseo que una realidad. Es muy difícil evitar que aparezcan los desgarros. Las causas son: degeneración vítrea, miopía y traumatismos. Por las dos primeras causas no podemos hacer nada. Aunque un ojo miope se opere, su retina sigue siendo igualmente frágil y no se previenen las posibles roturas que aparezcan en un futuro. Y en cuanto a la tercera causa, es de sentido común que los golpes en el ojo no son buenos.
En la imagen vemos la zona periférica de la retina de un miope.
Las flechas de la izquierda y de abajo señalan detalles de una degeneración periférica típica de miopes, que vemos que forman líneas pigmentadas (más oscuras) y con zonas blanco-grisáceas. La flecha de la derecha señala un agujero retiniano.
Se aconseja precaución a los miopes o a los que ya sabemos que tienen una retina delicada. Sobre todo en deportes de contacto o de movimientos bruscos.
Tratamiento de las roturas
Realmente, las roturas no podemos prevenirlas. Pero lo que sí que podemos hacer es prevenir el desprendimiento de retina antes de que se produzca. ¿Cómo?. “Soldando” los agujeros.
Aunque no conseguimos que la rotura desaparezca (la retina no regenera, no hay forma de reparar el tejido dañado), podemos “pegar” la retina de alrededor a la parte de atrás.
Repasemos el problema: decíamos que la retina neurosensorial tenía una unión débil con lo que está por detrás, el epitelio pigmentario. Si hay un agujero o un desgarro, el líquido se puede colar entre ambas capas y separarlas. Bien, pues la idea es fijar de alguna manera la retina al epitelio pigmentario en la zona de alrededor de la rotura. De esta forma, aunque la rotura siga ahí, no se puede desprender la retina, porque la hemos “pegado” al epitelio. No se puede introducir líquido a través del agujero porque el paso está cerrado. Tenemos dos estrategias para realizar esta fijación.
Láser
Es con diferencia lo que más se utiliza. Se llama “fotocoagulación”, y consiste en realizar unas pequeñas quemaduras con el láser alrededor del desgarro o del agujero. El láser es una luz que contiene mucha energía, y nos permite realizar quemaduras muy controladas, dejando la zona de alrededor intacta. Un láser quema la córnea para tallarla, de forma que se elimina la graduación. También usamos el láser para hacer agujeros en el iris o en la cápsula posterior del cristalino.
Pero en este caso utilizamos un láser de tipo diferente a los ejemplos anteriores. Realiza unas quemaduras muy pequeñas, sólo en un círculo de 100 ó 200 micras (a veces más pequeño, de 50 micras). Un impacto en la retina supone un cerco de ese pequeño tamaño (100 micras, por ejemplo). En pocos días la quemadura produce una reacción de cicatrización leve que une el epitelio pigmentario y la retina en ese punto. Se realizan una serie de impactos uno al lado del otro, formando una o varias líneas que rodean la rotura de la retina. Así ésta queda rodeada de impactos de láser. Cuando se ha producido la reacción de cicatrización, es enormemente difícil que la retina se desprenda en esa localización.
Imagen: como entra el láser a la retina
¿El láser es una operación?.
No, en este caso este tratamiento no necesita quirófano. Se realiza con anestesia de gotas, el tratamiento dura unos minutos. No se opera el ojo porque no se realiza corte ni apertura de tejidos; lo único que entra en el ojo es la luz láser a través de la córnea. Tenemos suerte que la córnea, el cristalino y el vítreo son transparentes por lo que el láser pasa sin problemas a través de ellos.
¿Éste laser duele?.
No es doloroso en general. En el momento de aplicar el láser (cada impacto dura una o dos décimas de segundo) notamos una luz muy intensa, y en algunos casos percibimos como una sensación de “pinchazo”, pero es perfectamente soportable. La retina y el epitelio pigmentario, que son los objetivos primarios del láser, no tienen terminaciones nerviosas para el dolor. Lo que está detrás del epitelio sí tiene sensibilidad y por eso a veces puede molestar un poco, pero ya digo que es perfectamente soportable. Y la mayoría de la gente no nota dolor alguno.
¿Las quemaduras nos quitan visión?.
En principio podría ser que sí, pero en la práctica no es así, por varias causas:
- Hablamos de quemaduras de un tamaño de micras. No son áreas grandes de retina quemada, sino puntitos.
- Aunque la función de la retina se ve afectada por el efecto del láser, el tejido no se “quema totalmente”. Se sabe que una zona tratada con láser funciona menos, pero funciona.
- Lo más importante: dada la localización más frecuente de las roturas, no se afecta la función visual porque la zona de retina no recibe luz. La retina funcional (la que se utiliza para percibir el campo visual) es sobre todo la de la parte posterior. Es como si en una habitación a oscuras abrimos una puerta y entra la luz desde fuera. La luz llega a la pared opuesta de la puerta, sin embargo apenas llega a la pared de la puerta. Con el ojo pasa igual: las imágenes se proyectan en la parte de atrás. La retina que está próxima a la raíz del iris no recibe apenas luz (de hecho, cuando la exploramos tiene que ser con la pupila muy dilatada y con la luz muy oblicua, haciendo que el paciente ponga el ojo en una posición extrema: estas condiciones no se reproducen en la vida diaria). Es por eso que la localización periférica, que nos viene mal para la exploración, nos viene bien para el tratamiento.
Veamos algún ejemplo:
Aquí tenemos un agujero grande en la retina. Y ahora lo vamos a rodear con impactos láser.
Vemos que al lado del agujero, los impactos de láser aparecen como pequeños puntos blanquecinos formando varias hileras alrededor.
Otro ejemplo:
Esta fotografía muestra 2 roturas retinianas, pero lo que más llama la atención es el tratamiento láser, que se dispone rodeando las lesiones en varias hileras de puntos blanquecinos.
Frío
Actualmente se usa poco. Se llama “criopexia”, y se trata de utilizar frío para producir una cicatrización. El método es más doloroso y se hace normalmente en quirófano con anestesia. Se aplica una sonda por fuera del ojo, en la zona correspondiente al desgarro. Rápidamente se queda muy fría la sonda (entre 40 y 80 grados bajo cero), y se “congela” la parte de fuera del ojo (esclera) y el resto de las capas (coroides y retina). Se forma una cicatriz bastante más grande que el láser, y que envuelve la rotura y la retina que le rodea
Fuente: http://ocularis.es/
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