La
periodista Vanesa Proaño reivindica más libros en formato accesible y recuerda
a las editoriales que «hay nicho de mercado»
Proaño participará en la Feria del Libro de Sevilla en una mesa redonda sobre lectura y discapacidad visual
Manuel Olmedo
El
escritor Jorge Luis Borges definió su ceguera como un «lento crepúsculo» que
duró más de medio siglo. El actor Johnny Deep esconde bajo sus gafas de
cristales oscuros su ojo izquierdo prácticamente ciego y el derecho con una
considerable miopía. Los de Paul Newman, que encandilaron a generaciones
enteras, eran azules y también daltónicos. Son sólo algunos ejemplos de
destacados personajes cuyos problemas de visión no les han impedido hacer cosas
grandes.
La periodista Vanesa Proaño ha recopilado hasta treinta nombres
relevantes con un denominador común: comparten alguna dificultad en la vista.
Mañana, en el marco de la Feria del Libro de Sevilla –en la pérgola, a partir
de las 18:00 horas– los enumerará para «dar visibilidad a un colectivo que está
en la sombra». Proaño participará en la mesa redonda «El derecho a la lectura
para las personas con discapacidad visual», organizada por la asociación
Mácula-Retina. También aportarán sus opiniones Ignacio Montero, presidente de
la Sociedad Andaluza de Oftalmología; y Juan Manuel Flores, delegado municipal
de Bienestar Social. María José Collado recitará poemas de Borges y John
Milton.
La
historia ha dado grandes personajes con problemas de visión, pero actualmente
hay 285 millones de personas anónimas, según la Organización Mundial de la
Salud, con algún tipo de discapacidad visual. Muchas de ellas son «lectores
empedernidos» como Proaño. Hombres y mujeres que aman la lectura «a pesar de
que tus ojos te traicionan». Ella padece degeneración macular húmeda en el ojo
derecho, justo en el centro. En el izquierdo, «por suerte», el problema está en
la periferia. «Esa visión central es la que me ayuda a hacer las tareas del día
a día, a leer y escribir».
En la cita de mañana también quiere poner sobre la
mesa la multitud de clichés que tienen que soportar las personas no sólo
ciegas, sino las que sufren algún tipo de dificultad en la visión, además de
plantear varias reivindicaciones. «La baja visión no nos convierte en personas
inútiles», subraya, puesto que «no somos ciegos ni vemos negro, sino que
percibimos el mundo de una manera distorsionada, fragmentada o rota». E
insiste: «Quiero que la gente sepa que existimos, que tenemos una serie de
necesidades que no están cubiertas por el Estado ni por organizaciones como la
ONCE. Precisamente, no puedo entrar en esta entidad porque no llego al nivel de
ceguera que reclaman, por lo que no puedo acceder a su biblioteca de
audiolibros ni a otras ventajas que me pueden ayudar a leer, como las lupas».
Últimamente
se ha decantado por la literatura de ciencia ficción, con títulos como «El
marciano», de Andy Weir, y «Ready player one», de Ernest Cline. De este autor
quiere leer ahora «Armada», una obra que está buscando en internet, en
audiolibro, pero «no la hay». También releyó «1984» de George Orwel «cuando
Trump accedió a la presidencia de Estados Unidos». Tiene muchas limitaciones a
la hora de enfrentarse a un libro. «Veo manchas en las páginas, líneas
torcidas, el ojo se me cansa mucho. He tenido que dejar el libro de papel, esa
letra minúscula no la soporto».
El libro electrónico «es un alivio porque puedo
regular la luz y poner las letras a un tamaño mayor». Sin embargo, tal y como
recuerda, sólo entre un 1 y un 5 por ciento de los libros que se publican lo
hacen también en formato accesible, un porcentaje «desolador». «Los audiolibros
no sólo los compran las personas con baja visión. En Estados Unidos, en Amazon,
ves que las últimas publicaciones tienen su versión en este formato», subraya,
al tiempo que lanza un aviso a navegantes. «Estamos en el siglo XXI, están
irrumpiendo las tecnologías cada día y hay que aprovecharlas. Están cambiando
los hábitos diariamente», por lo que confirma a las editoriales que «hay nicho
de mercado en este ámbito».
En
2013 se firmó el denominado Tratado de Marrakech, impulsado por la Organización
Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) para facilitar la creación de
versiones de libros y otras obras protegidas en un formato accesible. «Entraba
en vigor en 2016 y está todo en pañales», critica. Un documento que no tiene un
carácter comercial, sino «humanitario y social».
Sí está haciendo una labor más
efectiva la asociación Mácula-Retina. Proaño se acercó a la entidad el pasado
mes de agosto, precisamente cuando atravesaba una recaída. «Contactamos con
varias asociaciones y sólo nos contestó Jacinto –su presidente–». Los consejos
y la experiencia vivida le llevan a concluir que «nos encaminamos hacia una
sociedad miope». «La gente tiene muy malos hábitos, leemos con una iluminación
escasa y nos colocamos los textos muy abajo, y ese ángulo es lo peor», además
de tantas pantallas de móviles que «cada vez provocan más problemas visuales».
Leer más: «La baja visión no nos convierte en personas inútiles» http://www.larazon.es/local/andalucia/la-baja-vision-no-nos-convierte-en-personas-inutiles-IC15242912?sky=Sky-Julio-2017#Ttt1nuADDHW7kyTw
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